Sinopsis: Nawal El Saadawi’s highly acclaimed feminist novel, Woman at Point Zero, follows the life of Firdaus, an Egyptian peasant girl, from her childhood of incomprehensible cruelty and neglect to her end in a grimy Cairo prison cell.
From her earliest memories, Firdaus suffered at the hands of men—first her abusive father, then her violent, much older husband, to finally her deceitful boyfriend-turned-pimp. After a lifetime of abuse, she at last takes drastic action against the males ruling her life.
(Si alguien necesita o quiere que la traduzca, con gusto).
¿Recuerdan que en el Tag Feminista de hace dos días dije que quería leer esta novela? Bueno, como es cortita (tiene apenas 128 páginas), me puse a leerla y la acabé en un día. No podía soltarla. Las 128 páginas de la historia de Firdaus me mantuvieron completamente pegada a mi kindle durante como tres horas y sólo me detuve porque tenía que hacer un examen y no podía con el kindle en la mano. La leí en inglés y, de hecho, lo considero recomendable porque leí una traducción directa del árabe. La novela fue publicada originalmente en árabe en 1975 y esta edición que yo leí es más reciente, con un prólogo actualizado sobre la autora.
Antes de la publicación de este libro, en 1972, la autora trabajaba como Directora General de Salud Pública del gobierno egipcio, pero al publicar un libro llamado Mujeres y Sexo perdió su trabajo. ¿Por qué? Denunciaba la mutilación genital femenina, una práctica bien vista en el Egipto de aquellos tiempos. Hoy, en Egipto, el gobierno la prohíbe y supuestamente la sanciona (aunque no muchos doctores han ido a la cárcel por practicarla) y han logrado recudir, en los últimos años, la mutilación genital femenina más de un 10%. Tienen un plan para reducirlo otro 10%. Hoy, esa terrible práctica se practica en el Nordeste de África principalmente y en Yemen. También en la zona subsahariana y, contrariamente a lo que la gente hoy en día parece creer, no nació con el Islam (hoy en día, además, no se practica en muchos países de mayoría musulmana). Hay registros que cuentan que ya existía mucho antes de ello y, en las zonas de África donde se practica, la práctica no distingue religión. Firdaus, la protagonista del libro, sufrió la mutilación genital femenina. También la autora y esa práctica ha marcado su obra.
La autora de joven |
Cuando tenía 6 años la daya (comadrona) vino con una cuchilla en la mano, me sacó el clítoris de entre los muslos y lo cortó. Dijo que era la voluntad de Dios y que ella había cumplido su deseo.
(Nawal Nawal El-Saadawi, La hija de Isis).
En la novela Mujer en Punto Zero, Firdaus describe esta experiencia en las primeras páginas diciendo que no comprendía lo que había pasado, como un placer perdido para siempre. Y es que en la época en que este libro se publicó, ser mujer en Egipto no era lo mejor que te podía pasar. Aun hoy, varias organizaciones internacionales califican a Egipto como el peor país árabe para ser mujer. Lo cierto es que alrededor de esas ideas hay muchos prejuicios, porque la gente se suele imaginar a Egipto como un país bárbaro y sin ley. No es cierto. En India tuve el placer de conocer a dos egipcias, una de ellas egipcia cristiana, de una familia acomodada porque estudiaba en una universidad privada (sí, el 99% de la gente que conocí en la India tenía mucha más solvencia económica que yo, eso pasa cuando vas a una unviersidad privada a estudiar). Me contó algunas cosas de egipto. Las buenas y las malas. También me contó que en Texas le habían hablado en español y bromeo con el hecho de que los rizos de nuestro cabello eran casi iguales (aunque ella tenía más) y el color de piel era casi el mismo. Me dijo que yo parecía árabe egipcia. Yo le dije que ella parecía latina. Sólo estuvo un mes en India y luego se fue. A mis compañeras les escandalizaba que saliera con blusas de tirantes, que se hiciera la cera, que siempre estuviera en shorts en el hostal y que su mejor amiga fuera una egipcia musulmana que usaba hijab, pero sólo cuando iba a comer (porque servían hombres) o salía. Habían elegido India juntas. Así que me contó cosas de Egipto.
Y me dio curiosidad y ahora estoy convencida de que debo pisar Egipto al menos una vez en mi vida y ver todas las maravillas que tiene. Nawal El-Saadawi hablando de Firdaus, por el contrario, es todo lo contrario a esa chica egipcia. Firdaus nació pobre y sólo obtuvo un certificado de escuela secundaria. Su padre la golpeaba y su tío abusaba de ella. Su madre nunca se ponía de su lado y, si no había suficiente comida, no le daba de comer. Cuando sus padres murieron, su tío la llevó a Cairo y le dio una educación, pero después la casó con un hombre mucho mayor que ella que la golpeaba y, al quejarse ella, su tío le dijo que todos los hombres golpeaban a sus esposas. Ella lo cuestionó, diciendo que un hombre que conocía la religión como él no podía golpear a su esposa, porque Dios no dicataba eso. Lo único que consiguió, frustrada, fue descubrir que los hombres que conocían la religión se creían con el derecho de golpear a sus esposas.
Entonces, Firdaus empezó a buscar su libertad desesperadamente. Cualquier libertad estaba bien. Firdaus no había conocido nunca ni la libertad ni el amor. Nadie nunca la había puesto a ella primero. Con sus padres, el cuarto más frío en invierno estaba destinado para ella; con su tío, ella ocupaba un duro sofá mientras su tío ocupaba la cama. Nawal El-Sadaawi describe la busca de libertad de una mujer de manera desesperada. Ella misma achaca la pérdida de libertad en su país y en gran parte del África árabe al colonialismo. Dice la autora en una entrevista: «Mi madre fue mucho más libre de lo que ahora es mi hija». Así es Firdaus, que busca la libertad como puede. Acaba en la prostitución, donde dice que al menos ella puede establecer el precio por su cuerpo. Hay una parte donde ella admite que, de cierto modo, creía que se estaba autoconvenciendo.
Creo que este libro debe ser un must-read de la literatura africana, sobre todo de la literatura africana feminista. La autora ha sido una de las mujeres más prominentes en el feminismo, callando a todos los que dicen que ya sólo en los países árabes se oprime a las mujeres (recordándoles que es una opresión universal), dejando en claro que no apoya a ningún gobierno, porque ningún gobierno apoya a las mujeres (sino sólo a aquellas que están con él) y que fue presa política por criticar el gobierno en Egipto. De verdad, este libro es muy cortito, me dejó muy bien sabor de boca y lo deben de leer. Está traducido al español, aunque me parece que es complicado de encontrar. Lo recomiendo muchísimo.