Ya va a ser el día de "¿Por qué no hay un día del hombre?" (
sí lo hay, también busca la equidad de género), o sea, el Día Internacional de la Mujer. Mañana. 8 de marzo. Que, como espero que mucha gente sepa, no es el día de festejar a "lo más bonito que Dios nos dio", o "la creadora de vida" o cualquier otra de esas cosas que sólo resalte los atributos físicos de la mujer o el hecho de que las mujeres son las que se embarazan. El Día Internacional de la mujer nació gracias a un terrible accidente. En marzo de 1908, marzo miles de obreras textiles marcharon en Nueva York al grito de "¡Pan y rosas!" demandando un mejor salario y mejores condiciones.
Apenas un año siguiente, 140 obreras murieron calcinadas porque estaban encerradas en la fábrica donde trabajaban en condiciones inhumanas. El día internacional se proclamó en 1910. La ONU empezó a conmemorarlo en los años setentas y tiene como eje principal la igualdad de género.
Hoy no voy a dar lecciones de historia. Eso ya lo haré mañana, que planeo hablar del tema en otro blog. Hoy no. Hoy voy a contarles de personajes femeninos que me parecen admirales. No sólo los denominados "personajes fuertes", no, personajes de todos tipos, reconociendo la diversidad. Porque hay quien cree que los personajes para ser interesantes tienen que ser mujeres empoderadas, feministas, pero no demasiado, independientes en todo sentido... No es así. No somos un sólo modelo de mujer. Así que aquí traigo sólo diez, tan diferentes entre sí que las diez me gustaron. El top ten no está ordenado, en realidad, no me gusta más la última ni menos la primera o... bueno, ni siquiera son diez, estoy haciendo trampa.
1. Hermione Granger, Harry Potter
Me voy a la cama antes de que cualquiera de ustedes piense en otra idea de que nos maten, o peor; que nos expulsen.
Yo soy un poco Hermione. Solía tener las prioridades así de volteadas. Soy tan ñoña como ella, tengo ese pelo de estropajo chino y me encanta leer. Cuando era niña adoraba que en un libro saliera alguien con un cabello tan caótico como el mío y que fuera tan ñoña. Me hacía sentir que un día podría vivir grandes aventuras. No sé si las estoy viviendo, pero sí que amo lo que he hecho con mi vida y como he logrado que, escribiendo, mucha gente me escuche. ¿Cómo Hermione no me iba a gustar?
2.. Violetta R. Schmidt, Diablo Guardián
La locura es aquella enfermedad que sólo nos amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierden la inocencia y el amor
Nunca me voy a cansar de recomendar este libro. Nunca. Jamás. Aunque Violetta sea tan diferente a mí que nadie entiende por qué me gusta ese libro.
3. Nuria Fuentes, El disco del tiempo
Nuria Fuentes soy yo. Nuria Fuentes. 20 años. Estudiante de ingeniería en informática. Lo recuerdo como si fuera ayer, cuando tenía 12 años, Hi5 y curiosidad por todas las novelas del Barco de Vapor que mencionaran la cultura griega. Ya pasaron ocho años y cuando volví a abrir el libro me di cuenta de que me había convertido en alguien muy parecido a Nuria Fuentes. Así que después de tantos años sólo puedo recomendar el libro, decirles que no hay personaje como ella y que ha sido un gusto ser parte del misterio del Disco de Festos.
4. Todas las mujeres del ejército rojo, La guerra no tiene rostro de mujer
Aquí estoy haciendo la primera trampa del top ten. Porque para empezar estas mujeres no son personajes ficticios, son tan reales que algunas todavía viven (pocas). Son tan reales que Svetlana Alexiévich las buscó una a una para preguntarles su historia y dejarla plasmada para la eternidad en un libro.
5. Catherine Earnshaw, Cumbres Borrascosas
Tengo el mismo interés de casarme con Edgar Linton como de ir al cielo, y si mi hermano no hubiera humillado a Heathcliff de esa manera, no hubiera pensado en ello. Sería una humillación para mí casarme con Heathcliff; sin embargo él nunca sabrá cuanto le amo, y no es porque sea guapo, Nelly, sino porque hay más de mí en él que en mi misma. De lo que sea que nuestras almas estén hechas, la suya y la mía son lo mismo, y la de Linton es tan distinta como la luz de la luna del rayo y la helada del fuego.
Aquí no podía faltar mi clásico favorito, obviamente. Ni la mujer más caprichuda sobre la faz de la tierra. Catherine. Lista pero caprichuda, manipuladora como nadie. Uno de los personajes que más me han sorprendido en toda mi vida.
Fux es una cambiaformas que prefiere que la piel de zorro le robe los años, al menos al principio. En el primer libro de Cornelia Funke prefiere vivir bajo la piel de zorro a enfrentarse al mundo como la mujer que es.
Es un personaje que evoluciona tanto, sufre tanto, vive tanto, que siempre me ha parecido maravilloso.
7. Nuria Momfort, La sombra del viento
Hay peores cárceles que las palabras.
Hay cosas que no voy a olvidar del libro de Carlos Ruíz Zafón. Una de ellas es la cantidad tan brutal de adjetivos que tiene. La segunda es lo absurdo que me parecía el personaje de Clara.
Lo tercero es lo mucho que me gustaban Nuria Momfort y Julian Carax.
8. Anaíd y Selene Tsnoulis, La guerra de las brujas
Esta es la segunda trampa que hago en el Top Ten porque estoy poniendo a dos mujeres, madre e hija, que no pueden ser más diferentes y más increíbles. Anaíd es tímida, pero poderosa y decidida; lo que le falta de impulsiva lo tiene Selene, que es espontánea, divertida y sobre todo, diferente.
9. La mujer que escribió la biblia, libro del mismo título
Esta mujer no tiene nombre. Sabemos que es fea, la mujer más fea sobre la faz de la tierra como nunca existió otra igual y que está casada con Salomón. También sabemos que tiene una virtud que no tiene nadie más: sabe leer y escribir. Y, por supuesto, que mientras escribe la biblia se pregunta por qué Dios y no Diosa, porque Dios es viejo y barbón y no joven. Y por supuesto, que en vez de expulsar a Adán y Eva del paraíso los dejó conocer el amor y causó un revuelo en la corte de Salomón.
10. Clara del Valle, La casa de los espíritus
En casi todas las familias hay algún tonto o un loco, hijita —aseguró Clara [...]—. A veces no se ven porque los esconden, como si fuera una vergüenza. Los encierran en los cuartos más apartados, para que no los vean las visitas. Pero en realidad no hay de qué avergonzarse, ellos también son obra de Dios.