Lee. Quizá
tiene pocos amigos, pero los libros la acompañan a todas partes. No le gustan las
fiestas y los viernes no sale porque prefiere quedarse en casa leyendo el
último libro que le compraron e insiste en que es «diferente». Comparte imágenes
por Facebook para demostrar cual diferente es. No le gustan las chicas con
cuerpo de Barbie, y dice que su cerebro la hace hermosa (a pesar de que la
hermosura viene, directamente, de las proporciones). No tiene novio y dice que cuando sea mayor va a vivir
con muchos gatos porque no encuentra a su amor platónico. Sus únicos ideales de
chicos son los galanes de los libros que están específicamente creados para la
masturbación mentar de las chicas (acá entre nosotros: no existen ni en
pintura). Aun así, denigra a las chicas que no pueden ver la «profundidad» de un
libro puramente comercial y juvenil y lo único que hacen son fijarse en los
personajes masculinos. Dice que no gasta su dinero en ropa (porque la moda no
le apasiona), sino en libros. Se considera a
sí misma un error de fábrica y le encanta compartir el texto de “Cásate con una
chica que escriba”. Llega a creerse culta porque sabe de qué trató Romeo y
Julieta y está claro que no quiere un amor así porque duró pocos días y acabó
con muchos muertos. A veces llega a declarar que es depresiva y casi siempre
parece estar melancólica. Grita a los cuatro vientos que se «enamora» de todos
los personajes que ve y se queja de que ningún chico de carne y hueso es así. Odia
los estereotipos y lo más irónico, es que ella es uno.
¿Quién no conoce a
una? ¿Quién no ha visto una en las redes sociales? Ponen toda su alma en
demostrar que son buenas lectoras (¿según nos estándares de quién?) y algunas
veces declaran a los cuatro vientos que sin tan pobres que tienen que leer en
PDF’s (chica, si fueras tan pobre no tendrías el Smartphone ni me preguntarías
como leer ePubs ahí), no como las gringas, que son como diosas, porque las
gringas no tienen que esperar que la traducción salga (aprende a leer en inglés,
o mejor, lee a hispanohablantes), las gringas obvio obvio no tienen por qué
descargar PDF’s para leer (¿y tú qué sabes si lo hacen o no?, ¿les has
preguntado?)… Publican las mismas frases en Twitter, las mismas fotos en Facebook,
re bloguean las mismas cosas en Tumblr. Su mayor pasión —de casi todas— es el
olor del papel, de un libro recién abierto. ¿Conoces a una? Quizá sí, quizá las
has visto merodeando por ahí, intentando convencer al mundo de que son mejores
personas por el hecho de leer y no ir a fiestas, ni salir con sus amigos. Pero,
tristemente, leer no te hace culto, no te hace mejor persona, no te vuelve la
madre Teresa de Calcuta.
Una chica
lectora no puede ser aficionada a vestirse bien, ni a usar vestidos para
gustarle a alguien. Es tachado de «superficial» al momento,
como delito. Generalmente son ese mismo tipo de personas que denigran a otros
lectores porque «sólo leen sagas de moda», «no ven más allá del personaje
masculino», «no entendieron el verdadero mensaje del libro», y otro miles de
ejemplos. Parece que lo que verdaderamente disfrutan es presumir los libros que
han leído (que van desde sagas de moda hasta Marquéz y Shakespeare, no vaya a
ser que no se vea una lo suficientemente culta), ya no el acto de leer
verdaderamente, ya no el acto de angustia cuando le va a pasar algo a tu
personaje preferido.
También son
sensibles. A quien no llora con El Diario de Noah, Bajo la misma estrella, Tres
metros sobre el cielo o cualquier libro parecido le dicen que es insensible, qué
cómo puede ser, porque es imposible que eso pase. Prefieren el libro sobre la
adaptación, obvio, y les cuesta entender que la adaptación es eso: una adaptación;
y que los actores no están hechos a la medida de su imaginación. ¿Las has visto
vagando por ahí? Dicen que los directores que dirigen las películas basadas en
sus libros favoritos son unos idiotas porque borraron dos segundos del libro
que obvio obvio son súper esenciales para entender la trama.
Las he visto: pueblan
el mundo como las barbies rubias, copia una de otra. Esgrimen el «soy diferente»
como lema y Twittean frases «profundas», cada una más cliché que la otra,
sacadas de Tumblr. Son el estereotipo de la chica lectora, poco sociable e
incomprendida por una sociedad superficial.