Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

martes, 3 de marzo de 2020

Banana Fish, Akimi Yoshida | Reseña

Sinopsis: Situado en el Nueva York de los años ochenta, Banana Fish sigue el porvenir de Ash Lynx, un delincuente juvenil y líder de una banda que se dedica a hacer trabajos para la mafia. Con tan solo 17 años, a Ash no le tiembla el pulso para disparar. Es duro, inteligente y con recursos. Sin embargo, la aparición de los rumores de Banana Fish harán que su vida cambie de rumbo. ¿Es una organización secreta? ¿Una persona? ¿Un alias? Tanto la policía como el jefe de la mafia para la que Ash trabaja tienen un gran interés por descubrir de qué se trata. También Ash, puesto que descubre una relación entre este misterioso nombre y su hermano.

Esta entrada, como todas las que he estado publicado, llevaba pendiente un tiempo (terminé de leer el manga el diciembre) y me estoy aprovechando de que Panini México acaba de anunciar que traerá Banana Fish este año en 10 tomos (o sea, van a ser 2 en 1) para invitarlos a que se sumerjan en esta depresión y tristeza colectiva que se llama Banana Fish. Nota: no estoy mintiendo cuando digo lo de la tristeza. Es un fandom que se la vive nadando en sus lágrimas, especialmente desde que adaptaron el anime. (Más advertencias conforme avance la reseña).

Bueno, empecé a ver Banana Fish el año pasado porque contraté Amazon Prime para ver American Gods (adivinen quien ni siquiera vio cinco capítulos de American Gods) y Good Omens (que amo) y me lo encontré de casualidad. Llevaba tiempo queriendo verlo porque había visto cosas (en general posts sobre lo triste que era) en la red sobre esta serie y lo vi. No sabía nada de la historia, sólo que tenía que ver con crimen (oh, boy) y dos chicos, uno de los cuales era japonés (oh, boy). Es mucho más terrorífico que una historia de crimen sobre las pandillas de Nueva York. Especialmente cuando lo ves de tirón, acabas triste, empiezas a leer Esclavas del poder de Lydia Cacho (más sobre esto más adelante) y lees el manga al mismo tiempo. Probablemente ese tren de actividades fue de mis peores decisiones de 2019.

Promocional del anime de Banana Fish

¿Más sobre eso? Muy bien, quiero empezar contándoles que Banana Fish es una historia muy violenta. Ya he abordado el tema de cómo narramos la violencia en el blog cuando hablé de Tokyo Ghoul (les recomiendo mucho checar la entrada) pero eso se centrada sobre todo en el exceso de ketchup que tiene ese manga (no he visto el anime, nunca lo voy a ver, es una cosa terrible). En cambio (y acá va mi advertencia más grande), Banana Fish tiene un montón de violencia sexual. En diferentes reseñas he hablado de cómo odio cuando la violencia sexual es usada en la ficción como un recurso burdo para hacer pasar a personajes femeninos por momentos traumáticos o hacer que personajes masculinos sientan deseos de vengarse porque mancillaron el honor (ugh) de una mujer y esa clase de cosas. Y como nunca, jamás, pero jamás, se habla de las consecuencias. Se corre un tupido velo y listo. El momento traumante pasó, la mujer puede evolucionar y volverse una badass de la nada. Banana Fish es ese manga que te obliga a ver las consecuencias, nunca te muestra nada gráfico (ni alimenta el morbo de nadie) y pinta todo esto como lo horrible que en verdad es. Todas las situaciones podrán ser sólo ficción en la historia, pero Akimi Yoshida no se inventó nada. Quizá lo más horrible de todo es saber que, en un lugar del mundo, todo esto pasa. No me voy a meter en detalles, pero sí quiero que vayan advertidos del tema.  

Ya redactada mi advertencia, vamos a hablar de la historia, de los personajes y de por qué les recomiendo leerlo (o verlo, es una adaptación muy fiel..., o los dos, como hice yo). Los protagonistas son Ash Lynx, un adolescente norteamericano que es el líder de una pandilla en Nueva York con ataduras a la mafia de las que quiere liberarse cueste lo que cueste y Eiji Okumura, un adolescente japonés que acompaña a un periodista para hacer algunas fotografías. Sus historias se entrelazan cuando secuestran a Eiji por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado y Ash acude a rescatarlo (y el que acaba rescatándolo es Eiji, pero ajá). Ambos personajes son de mundos muy diferentes: desde sus experiencias pasadas hasta las diferencias culturales marcan las diferencias entre ellos. Y es con ellos dos (y todo un set de secundarios muy interesantes) que Akimi Yoshida construyó una historia como esta. Todo se revuelve entorno al misterio de qué es (o quién es) Banana Fish, pues hay gente muy poderosa detrás de ello, dispuesta a todo para conseguir lo que sea que es.

Comparativa entre el anime y el manga de Banana Fish
Comparativa manga y anime

Dato curioso es que este manga fue categorizado como shojo por la revista en la que fue publicado originalmente y la demografía a la que se dirigía. A mí nunca me pareció extraño (o sea, no leo mucho shojo de sólo romance porque no es mi interés, ajá, pero esto era crimen, suspense, amistad, amor...) pero ahora que lo licenció Panini en México y lo anunció como shojo crimen (que es una descripción bastante accurate de lo que van a leer en el este manga) vi muchas respuestas del corte de cómo un shojo podía ser crimen o no ser rosa o etcétera, etcétera, etcétera. Mis ojos se quedaron en blanco para siempre, se los juro. La cosa es que finalmente shojo, shonen, josei, seinen son sólo demográficos de cuál es el público objetivo que cada cosa y sí, es obvio que hay temas que se repiten hasta la saciedad, pero creer que como el shojo está dirigido a chicas (que ya sabemos que no sólo lo leen mujeres jóvenes, pero again, demográficos) no significa que todas las historias sean cliché de novela rosa. Es más, ni siquiera todos los que sí son románticos románticos tienen por qué ser cliché de novela rosa. Dicho eso, Banana Fish es una historia cruda y muy triste, pero que, como ya mencioné arriba, no se enfoca nunca en el morbo.

Ash y Eiji, Banana Fish
Ash y Eiji

Además, si les entra la curiosidad, creo que también Banana Fish es un buen reflejo de cómo los japoneses de los noventa percibían a los Estados Unidos y a los americanos. Cuando lo estaba leyendo yo y mi esposa lo estaba viendo lo comentábamos porque nos parecía llamativo y sí, cuando lo busqué, el cómo estaban retratados la mayoría de los personajes extranjeros (o sea, casi todos), tenía mucho que ver con la percepción de los japoneses sobre los americanos. Muy interesante de analizar si les interesan esos temas.
 
Bueno, yo ya no tengo mucho más que decir. Sólo decirles que aprovechen ahora que Panini los va a traer a México porque la verdad es que hace años leí una reseña medio vieja que consideraba casi imposible que licenciaran esta serie (y nunca la leí). Luego MAPPA sacó el anime (thanks god es una excelente adaptación) que ahora pueden ver en Amazon Prime y yo seguí sin verlo o leerlo hasta el año pasado. Y justo ahora los licenciaron, así que por aquí aparecí yo a decirles que aprovechen y lo lean. Yo lo leí en inglés, lo pueden encontrar en internet fácilmente si ese es su caso (mi única advertencia es que tengan paciencia porque en inglés suelen estar los escaneos de las primeras ediciones de Viz y la primera mitad de los tomos está publicado en espejo, o sea, formato occidental, que se lee de izquierda a derecha... y a la mitad decidieron cambiar a saber por qué). Así que eso es todo, se los recomiendo (esta última repetición es por si las 400 pasadas no quedaron claras).

Ash Lynx
My job here is done

miércoles, 19 de febrero de 2020

La fosa de agua: los feminicidios en el río de los Remedios, Lydiette Carrión

La fosa de agua, desapariciones y feminicidios en el río de los remedios

Sinopsis: Este libro documenta las desapariciones de al menos diez adolescentes - todas estudiantes, con el futuro por delante - en la zona de Ecatepec y Los Reyes Tecámac, en el Estado de México. Lydiette Carrión narra con vértigo la odisea de los padres para encontrar a sus hijas; la precariedad de las investigaciones, realizadas por un sistema policiaco laberíntico, corrupto, criminal y altamente ineficaz, y la estigmatización que sufren las víctimas aún en la muerte. Al final, las autoridades vincularon varias de las desapariciones a Erick Sanjuán Palafox, alias el Mili, y sus cómplices, capturados en 2014 y acusados de feminicidio y narcomenudeo tras un proceso lleno de irregularidades. Aunque este caso confirmó, por la juventud de los victimarios y la brutalidad con que violentaron a la única joven de la que se ha podido esclarecer con certeza su destino, que estamos ante una crisis humanitaria de grandes proporciones, muchas dudas aún prevalecen: ¿cuántas de las desapariciones, de los feminicidios, pueden atribuirse a la banda del Mili? ¿Será que este caso sacó a la luz la evidencia de un tipo de crimen organizado más sádico y voraz? ¿Quién está detrás de las desapariciones que todavía ocurren en la zona?


Miren, llevo desde noviembre mentalizándome que quiero hacer una entrada sobre este libro y como que todavía no me cae el veinte, así que aquí estoy, escribiéndola de todos modos. Ya qué. Cuando leí el libro el número de feminicidios diarios en el país todavía era de nueve. Hoy nos enfrentamos a diez y medio (corrección unos días después, ya son once). Así que no creo que exista algún momento adecuado para hablar de este libro, así que da igual si lo hago hoy o mañana o pasado, total, en algún momento tengo que hacerlo. Así que vamos al asunto.

Luz del Carmen, fotografía interior de La fosa de agua

Este libro fue la lectura conjunta de Noviembre de Librosb4tipos y créanme que es un libro que agradezco haber leído con compañía. Si no me hubiera quedado yo sola con toda mi tristeza sin saber qué hacer.

Escribí hasta la última frase de allá arriba el día que salió la noticia de Ingrid Escamilla. Y luego dejé de escribir porque no sabía que decir. Yo siempre digo en modo self deprecating que vivo en la tierra del feminicidio (y es cierto, en el Edomex tenemos el nada honroso récord) y que es obvio que estoy harta. Vivo harta de muchas cosas. De la indolencia del estado, de la doble moral de la sociedad, de la rapiña de los medios que deciden cuáles casos se vuelven virales y por qué (pista: siempre es porque el morbo es muy fuerte o por qué simple y sencillamente, es una manera de conseguir dinero), del centralismo, de... todo. Más o menos de todo. En fin, ahora sí vamos a hablar del libro.

Lo leímos en Librosb4tipos e hicimos un hangout (lo insertaré al final de la entrada). Es ese hangout al hablar de qué trataba el libro dije algo así como "es el caso de El Mili Palafox, del que quizá hayan oído...". Pasó en Los Héroes Tecamac, Estado de México. En el Estado de México (al menos algunas áreas) se supo porque las autoridades usaron ese caso para darse cuarenta golpes de pecho de que estaban haciendo algo. Y luego una de mis amigas dijo que le llamaba la atención que yo dijera que era un poco conocido porque ella jamás lo había oído. Luego se me olvida que el resto del país no conoce las caras, ni los nombres, sino sólo la estadística que azota al Estado de México y, si acaso, algunos de los municipios donde existe la "alerta de género" (para lo que sea que sirva).

Lydiette Carrión recupera las historias de varias mujeres desaparecidas en el Estado de México, de sus familias (especialmente de sus madres, que las buscan en todas partes y en las fotografías de las SEMEFO) y de sus amigos. Es uno de los relatos más humanos que he visto sobre el tema y que recuerda que las mujeres a las que matan son más que un número y una cruz en un mapa que no deja de acumularlas. También recuerda como nunca ninguna es una "buena víctima". Todavía muertas las mujeres se enfrentan a un proceso de revictimización.

Bianca, fotografía interior de La fosa de agua

En este país de fosas clandestinas, de mujeres desaparecidas, tragadas por la tierra, de niñas de 14 años descuartizadas y arrojadas en el canal, o de 13 años desmembradas y enterradas junto a las vías del tren, en esta región de violencia sexual impune, no hay verdad, hay versiones.

¿Qué es lo que se dice de las mujeres? Igual y recuerdan toda la información no pertinente al caso que salió a la luz cuando encontraron muerta a Lesvy Osorio (porque fue un caso muy mediático) que buscaba culparla de su propia muerte (es más, pasaron meses y creo años antes de que se investigara como feminicidio en vez de como suicidio). Así pasa con muchas de las chicas que están entre las páginas de La fosa de agua. No importa si es verdad o no, hay miles de versiones: "tenía muchos novios", "consumía droga", "no era tan buena como parecía" que se dan por ciertas y ayudan a ese intento de justificar por qué a las mujeres las matan (y suman a esa dicotomía de que matan a las "malas mujeres", como bien dice Una en Una entre muchas). Y luego eso también ayuda a que las mismas autoridades digan: "se fue con el novio a Acapulco", "seguro se escapó", "ay, señora, si su hija fuera tan buena la andaríamos buscando en las iglesias".

Diana Angélica, fotografía interior de La fosa de agua

Convierten la vida privada de las mujeres en un espectáculo mediático con tal de culparlas a ellas de que las hayan asesinado. "En algo han de haber andado", se oye por todas partes.

—Señora, ¿sabe que su hija tiene relaciones sexuales con su novio?
—Señora, es que parece ser que su hija ha llegado a fumar marihuana.
—Si su hija fuera tan buena, la tendríamos que buscar en las iglesias —llegaron a decir.
Y como siempre pasa, también, los policías parecían no ver que fuera una estudiante destacada, deportista, que estuviera aprendiendo música, que tuviera una buena relación con sus padres y su hermana, que tuviera buenos amigos y un novio que la amaba. Ninguna víctima es una buena víctima.

Mariana Elizabeth, fotografía interior de La fosa de agua
Además, a todo el horror se le suma la indolencia de las autoridades que con tal de dar carpetazo entregan cadáveres (o pedazos) que no corresponden, vinculan a chivos expiatorios a los casos (como en el caso de Palafox y los adolescentes vinculados a la desaparición y feminicidio de Bianca Edith Barón Cedillo a los que intentaron hacer responsables de decenas de desapariciones con tal de no seguir removiendo la mierda que son las desapariciones en el Estado de México). Total, aceptar que había más responsables hubiera obligado al gobierno a aceptar que no era una sola banda, sino que llevamos años asediados por múltiples bandas de tratantes, feminicidas y cuánto horror se les ocurra.

A lo largo de los siguientes años, a los adolescentes detenidos se les mostraron fotografías prácticamente de todas las personas desaparecidas del Estado de México. Ellos creían reconocer a algunas de ellas. O quizá ya aceptaban cualquier crimen por aburrimiento o por tratar de conseguir un favor por parte de la fiscalía. Quién sabe. El hecho es que por medio de esas declaraciones informales se les ha investigado por desapariciones ocurridas, por ejemplo, en Ciudad Nezahualcóyotl y en Tizayuca. Familiares de víctimas de otros municipios y otros tiempos han debido agotar tiempo investigando la probable responsabilidad de la banda del Mili.
Y, lo que es peor, después del Mili siguieron desapareciendo muchachas.

Lydiette Carrión
Lydiette Carrión

Esta entrada no es una reseña tal cual. Es más bien una petición para que busquen este libro y lo lean. Si pueden comprarlo, háganlo; si saben en que biblioteca está, léanlo allí (y díganme, me encantaría saber); si no pueden comprarlo, escríbanme a mi tuiter; si no viven en México y no se edita en donde viven, mismo caso. Sólo léanlo. Como sea. Léanlo porque no todos los días alguien voltea a ver al Estado de México y cuenta la historia de las cosas que pasan aquí. Casi todo el tiempo somos un estado, tierra de nadie (no es cierto, tierra del PRI), donde los chilangos no saben muy bien qué hay, salvo transporte culero y gente que pasa dos horas en el tráfico para ir a estudiar y trabajar (y las piramides de Teotihuacán, claro). Léanlo y, no sólo eso: volteen a vernos. Apoyen la descentralización de la protesta. Volteen a vernos, porque somos el resultado de gobiernos indolentes, de desidia de las autoridades (y es que, ¿por qué habríamos de esperar algo de ellas a estas alturas?) y de horrores diarios que acaban despojados de nombre, edad y vida y se convierten en un número en una estadística que crece y crece y crece.

Y volteen a las mujeres, porque si están hartas no es por nada. Esta no es una entrada fácil de escribir y llevar meses posponiéndola es parte de ello. Pero quiero hablar del libro porque quiero hablar de mi estado. De aquí soy y aquí vivo. Volteen a verlo.

Si quieren ver el hangout de Librosb4tipos lo encuentran acá:


martes, 11 de febrero de 2020

Crecer, Ichiyō Higuchi | Reseña

SinopsisCrecer (Takekurabe), obra cumbre de Higuchi Ichiyō y bajo cuyo título recogemos una selección de los mejores y más conocidos relatos de esta delicada autora (En el último día del año, Nubes que se esfuman, Aguas aciagas, La decimotercera noche), narra la historia de dos jóvenes adolescentes, Shōtarō y Nobu, y de sus respectivos sentimientos hacia la misma muchacha, Midori. El relato podría pasar por una simple historia juvenil centrada en un triángulo amoroso de adolescentes, mas las relaciones entre los protagonistas y su camino hacia la madurez vienen fuertemente marcados por el lugar donde se desarrollan sus vidas: el barrio de Yoshiwara, el único distrito de placer autorizado en la ciudad de Tokio. Así, la sutil y refinada prosa de Ichiyō nos aproxima a los momentos finales de una inocente infancia que dirige sus pasos de manera inexorable hacia el mundo adulto y su cruda realidad
   
Si siguen mi tuiter (@NeaPoulain) saben que en los últimos meses estuve leyendo un manga llamado Bungō Stray Dogs escrito por Kafka Asagiri e ilustrado Sango Harukawa (me la pasé todo diciembre buscando si eran hombres o mujeres para poder categorizar mis lecturas y todavía no me queda claro porque por lo que sé son personas extremadamente privadas). Bueno, el caso es que el manga en cuestión usa como inspiración para sus personajes a escritores. Muchos clásicos japoneses (en su mayoría), aunque hay algún arco sobre los americanos y otro sobre los rusos. Ichiyō Higuchi es una de ellas y la única que, en la vida real, es mujer (cosa que no me extraña, porque estuve buscando más de su misma generación y es un club de Toby muy bonito, como casi todo el panorama literario mundial de finales del siglo XIX). 
  
La cosa es que, por supuesto, antes del manga yo nunca había oído una sola palabra de Ichiyō Higuchi. Ni media. No es de extrañar considerando que hay muchas escritoras olvidadas en el mundo y libros que nunca se traducen o se reeditan. El caso es que la leí y me tocó profundamente. En Crecer, único libro que encontré en español (y que al parecer compila gran parte de su obra) hay varias historias cortas que abordan la situación de las mujeres en Japón durante la época en la que vivió la escritora. Además, en sus últimos años vivió cerca de un barrio rojo, así que escribió sobre la vida de las cortesanas (no las geishas) y créanme que lo que me encontré en uno de los relatos de Crecer fue una historia mucho más humana y empática que cualquier cosa que haya escrito la gente blanca del siglo XX y XXI sobre las geishas (y sí, estoy mirando a Memorias de una Geisha en particular).
  
Pero primero les voy a hablar de Ichiyō Higuchi. En Japón es mucho más conocida que en el mundo occidental. De hecho, es la cara que aparece en el billete de 5000 yenes. Su literatura estaba basada en modelos japoneses y no occidentales y, además, es muy reconocida por su uso del japonés clásico. Esto vuelve sus obras poco accesibles, puesto que no mucho ha sido traducido al japonés moderno y ya no digamos traducido a otros idiomas. De hecho, aunque los japoneses me gustan mucho, siempre me pregunto qué tanto se perdió en la traducción (aunque hay traducciones maravillosas, no hay duda). Es conocida como la primera escritora reconocida en Japón en los tiempos modernos, vivió durante la era Meiji de 1868 a 1912 (apenas vivió 24 años) y tiene una influencia enorme en la literatura japonesa.
   
   
Higuchi, como muchas escritoras antes que ella, se volvió escritora para poder mantener a su familia (su madre y su hermana). Fue un poco reconocida en vida (cosa de la que no cualquiera puede alardear) y se convirtió en una de las escritoras más influyentes de Japón muy rápido. Por todo eso, me pareció una pena que fuera tan poco conocida en este lado del planeta. De hecho, me enteré de todo cuando busqué a ver si tenía más libros y me di cuenta de que su obra era muy poca. Pero bueno, ahora sí, a hablar de la escritura de Ichiyō Higuchi.
   
Mi historia favorita fue la primera. Es un coming-of-age de varios adolescentes centrado alrededor, especialmente, de Midori, una joven cuya hermana es una cortesana. Me encantan este tipo de historias, que se revuelven alrededor del miedo a crecer, a cambiar, como lo hace Midori. Me recordó un poco a Frankie y la boda de la increíble Carson McCullers, aunque más bien es una historia que contrasta (Frankie quiere ser mayor, tiene prisa). Si bien el estilo no es similar (Carson McCullers es muy representativa de la literatura norteamericana de mediados del siglo XX) ni parecido, la atmósfera en torno a las dos adolescentes tiene similitudes: todo lo que se espera en una y otra sociedad de las señoritas y cómo encajan en esos moldes rígidos que les da su entorno
   
Monumento a Ichiyō Higuchi en Japón
En el libro también se narra la historia de una mujer casada "por encima de sus posibilidades" (expresión que odio, pero que es el centro de todo el relato porque su esposo la desprecia por ser de un origen más humilde aun cuando fue él quien le rogó que se casara con ella) que se está debatiendo sobre divorciarse o no y lo que eso implica (abandonar a su hijo). Todos los relatos de la escritora están escritos desde los ojos y los anhelos de las mujeres. Este libro es otra de las innumerables pruebas que existen para demostrar que las mujeres siempre han escrito, incluso cuando eran una excepción y no una regla, y para demostrar que siempre han escrito sobre la vida de las mujeres. Mi segunda historia favorita alternaba entre la vida de una cortesana que todavía anhelaba a uno de sus antiguos clientes caído en desgracia y la vida de la esposa del hombre en cuestión (y la conclusión de dicha historia es que los hombres son una basura, no hay otra posible).
   
Su versión en anime/manga
Esta compilación de historias cortas, por lo que tengo entendido, es la única parte de la obra de la escritora que está traducida al español y creo también que no es una traducción muy vieja. La edición es de Chidori Books, que no tengo ni la más remota idea de dónde distribuye o si es accesible, en Amazon sólo encontré ediciones digitales. Si quieren leerlo, lo pueden encontrar en Bookmate (servicio de suscripción para leer), que fue donde lo leí yo o pueden hablarme por tuiter y preguntarme (o igual si están en mi canal de Telegram). Yo no la hubiera conocido de no ser porque un personaje de Bungō Stray Dogs está nombrado en su honor, es increíble lo que hay que escarbar a veces para encontrar escritoras.
   
Por eso quise dedicarle una entrada a ella. Conózcanla si les interesan las escritoras o la cultura japonesa o las escritoras japonesas o leer sobre mujeres. Cualquier cosa es válida. Y si les gusta, recomiéndenla, porque muchas veces sólo así podemos conocer a muchas mujeres que escriben. Nos vemos en la próxima entrada