Sinopsis: Mexicoland es perfecto, lo mejor de México en un solo lugar:
historia, música y comida. Lo malo es que todo es falso. Es un parque de
diversiones en el futuro, el resto del país ha colapsado por la
violencia y la anarquía. Apenas sobrevive un pequeño territorio donde se
funda México Nuevo, una sociedad en la que cualquier delito es
castigado con extrema crueldad. Ahí, Cuauhtémoc Rojo, en un solo día, se
queda sin padres, escuela y casa. Pronto descubrirá que si quiere
sobrevivir, necesita encontrar respuestas: ¿quiénes son esos extraños
ancianos que lo vigilan? ¿Qué sucedió en realidad en el accidente de sus
padres? ¿Qué se oculta detrás de los enormes muros que rodean las
ciudades? Una distopía mexicana, con el humor y la acidez de Jaime
Alfonso Sandoval.
Se unieron los astros, se alinearon los planetas, ocurrió un milagro, me salió mi número de la suerte, no sé que pasó, pero fui a la Biblioteca Vasconselos y no encontré uno, sino los dos ejemplares de Mexicoland de Jaime Alfonso Sandoval. Obviamente salí con uno de allí. Los ejemplares se la pasaban en préstamo todo el tiempo, así que sí considero un milagro que haya conseguido uno de ellos. Lo leí en tiempo récord (perdón, soy esa clase de lectora, no conozco otra manera de leer) y ya estoy haciendo la reseña para recomendárselos. Quiero adelantar que me gustó, pero vamos por partes, ¿no? Como Jack, el destripador.
1. Lo distópico fuera del primer mundo
Las categorías *primer mundo* y *tercer mundo* igual y no son las más adecuadas, pero creo que es la mejor manera que tengo que hablar de este asunto. Estados Unidos (y otros pocos países Europeos) han dominado la ciencia ficción y lo distópico en los últimos años.
No es un género nuevo, pero existió un boom después de que Los juegos del hambre llegaron al mercado editorial y se convirtieron en un fenómeno (aunque antes de eso, ya existían muchísimos libros del género, desde la saga de Máquinas Mortales, del inglés Philip Reeve, hasta Battle Royale). Durante un tiempo, todo lo que vi publicado del género salía de editoriales norteamericanas e inglesas. ¿Cuándo iba a ser nuestro turno de imaginarnos otras realidades distópicas alejadas de lo que se proponía en esos fenómenos de ventas? Creo que ese momento está llegando,
porque la ciencia ficción siempre se ha escrito en todo el mundo, pero ahora hay más lugar para quien busca explorar el futuro y la ciencia ficción desde otro lugar. Por ejemplo, ya les hablé de
Quien teme a la muerte de Nnedi Okorafor en una reseña pasada, que es ciencia ficción ambientada en un Sudán futurista.
En este momento nos estamos enfrentando a Mexicoland. Distopía mexicana, con México partido en dos. De un lado está lo que la gente llama los territorios perdidos y del otro está un país donde todo cuesta dinero (hasta usar el elevador o entrar al parque), la gente vive en la pobreza y todo está controlado. Pagar un permiso para tener libros es algo demasiado costoso, no hay casi pensiones o retiros y la gente vive ahogada en deudas. Me pareció, sobre todo al principio, cuando el protagonista, Cuauhtémoc Rojo, se ve envuelto en un desmadre burocrático (en lo que se convierte su vida), algo que se asmejaba a la pesadilla que era El Proceso, de Kafka. Un escenario casi Kafkiano. La construcción de este México Nuevo de Jaime Alfonso Sandoval me pareció uno de los mayores aciertos del libro.
México Nuevo en realidad no es muy nuevo. México Nuevo es el México que conocemos llevado al extremo del capitalismo. Todo cuesta, la gente vive enajenada trabajando intentando tener una vida mejor y se convencen de que esa es la única manera de vivir. Hay quien vive en enormes barrios horizontales, que se alzan hasta tener casi cien pisos y nunca sale de allí en toda su vida: allí hay parques, escuelas, enormes tiendas departamentales para que gasten la miseria que ganan en sus trabajos. Un mundo terrorífico en todo sentido más inspirado en la realidad de lo que nos gustaría, pero que finalmente es una historia que estamos creando en nuestro entorno. Estamos hablando de nosotros, estamos leyendo de nosotros.
Nota aparte, el worldbuilding de este libro me pareció un perfecto atisbo al despeñadero que nos está llevando el capitalismo. Sobre todo por la situación de los trabajadores: los ricos se hacen más ricos mientras pagan miserias y se roban el producto de la fuerza de trabajo de otros. Y como soy yo obviamente analizo esas cosas. Jaime Alfonso Sandoval nos presenta dos mundos abismales: en el que vive Temo, sin tecnología, con trabajos precarios, sin posibilidades de pensión, donde la gente se vuelve loca ahorrando para poder tener un retiro y el de la gente que vive en Costamar, los banqueros, los descendientes de los fundadores de México Nuevo, la gente rica, con miles y miles de privilegios. Unos viven sobre el sufrimiento de otros.
Pero bueno, vamos a hablar de los personajes.
2. Los personajes (y su agencia)
¿Qué tanta agencia puede tener alguien cómo Temo, al que sólo arrastran de un lado a otro sin posibilidad de elección sobre su futuro? Al menos durante la primera parte del libro, me gustó la manera en que la trama arrastraba a Temo. Sin agencia alguna, simplemente viendo que otro desastre le caía encima. La historia empieza, para él, justo en el momento en el que cambia todo: lo sacan de clase para decirle que sus papás se tiraron a las vías del metro, cosa que es considerada un delito y que todo su fondo de ahorro se va a ir para pagar las indemnizaciones. Temo no tiene ni que decir en el asunto. Es un protagonista arrastrado por las circunstancias, porque el entorno en el que vive no le da opciones ni elecciones. La única elección es sobrevivir cómo se lo proponen o morir. Y punto.
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Temo, básicamente |
Me gusta que aun así sea obvio que los personajes vayan desarrollando convicciones (este yo de acuerdo o no con ellas) y actuén conforme a ellas. Me desespera un poco que Temo sea un hijo del sistema tan obvio, que crea que todas las injusticias que ve son *lo normal* y así son las cosas y punto, pero la verdad es que me gusta ir viendo el cambio de su manera de pensar poco a poco, sobre todo al enfrentarse a las situaciones en las que se ve metido. Por otro lado, mi favorito es Franc. Al principio no lo era, pero conforme se van revelando cosas sobre su personaje, se fue convirtiendo en mi favorito.
De lo demás... bueno, la verdad es que la novela tiene un elenco extendidísimo de personajes secundarios, terciarios y de esos que aparecen sólo una línea. Seguirles el paso es a la vez confuso y divertido. La mayoría de los personajes tiene un propósito y trabajan por conseguirlo, así sea conseguir un lugar de retiro VIP a costa de otros, lograr que un parque de atracciones abra y funcione para los turistas o ser un revolucionario. Me gustó el papel y el reconocimiento que se le da a los ancianos en la historia, que suelen ser grandes inivisibles en la sociedad. Nota aparte, creo que Temo sentía más piedad por los ricos que yo. Yo los dinamitaba a todos, pero quizá he leído demasiado a Marx.
Y bueno, hablando de los personajes, creo que llegó la hora de hablar de...
3. Mexicoland, el parque
Mexicoland es un parque de atracciones turístico dirigido a los extranjeros que está inspirado en la cultura Maya. Tiene atracciones inspiradas en la cultura maya, entre las que están un museo que intenta representar al pueblo maya lo más fiablemente posible (y que es un zoológico humano), juegos de pelota, representaciones de sacrificios y... vamos, es una atracción turística que básicamente se basa en escupirle a la cultura maya e insultarla. La existencia de Mexicoland es un insulto. Es vender la cultura, mientras se sigue tratando como mierda a los mayas y a sus descendientes, el racismo se ve por todos lados y, por supuesto, lo que importa no es la cultura, sino el dinero que va a dejar de ganancia. Todo es mercancía dentro del capital.
Por más descabellado que parezca, no es algo irreal. M. T. Anderson, por ejemplo, tocó el mismo tema en
Paisaje con Mano Invisible, cuando habla de cómo la gente vende pedazos de culturas pegosteados unos con otros (crucifijos con budas y dioses del panteón hindú) porque eso es lo que atrae a los extraterrestres. Habla de cómo dentro de un mundo donde lo que vale es lo que es mercancía se vende la cultura y la identidad. Todo es mercancía. Y en Mexicoland es así. Los juegos de pelota, las representaciones,
las grandes atracciones del parque no tienen ningún respeto por la cultura maya ni interés en tenerlo. Lo que quieren es dinero (para los ricos, claro).
Toda esta construcción me pareció muy interesante y, lamentablemente, nada descabellada. Sí, el libro puede recordarme por momentos a un universo kafkiano, pero lo veo todo mucho más pegado a la realidad de lo que parece. Para mí, el gran acierto del libro es ese: la manera en la que construye una distopía que nos parece horrenda que está mucho más anclada en la realidad de lo que nos gustaría. Es el gran acierto del libro, de verdad. Entre líneas se atisba una fuerte crítica social, a veces más obvia y a veces más escondida, pero que nos acompaña a lo largo de todo el libro.
4. Y, finalmente, el rompecabezas completo
Para concluir ya nada más quiero decir unas pocas cosas. La verdad es que para mí hay cosas que se quedaron muy cerca de un libro perfecto. Hay cosas que yo hubiera mejorado (por ejemplo, de plano habría destruido hilos narrativos si no le ayudaban al núcleo de la historia y a las motivaciones de los personajes o los hubiera desarrollado más de manera que hubieran quedado cerrados por completo y que se viera más claramente cómo aportaban al núcleo de la historia, porque soy una Marie Kondo de la narración), creo que al final hay algunos capítulos que sucumben al caos narrativo y que el cierre pudo haber sido mejor. Sin embargo, Mexicoland no deja de ser un libro bastante bueno (mis estándares son simplemente imposibles) que les recomiendo conocer. Refleja a un México que creo que todos conocemos.
Nota aparte, el Movimiento Libertario avergonzaría a Marx, a Lenin, a Kollontai... son un caos (que narrativamente resulta muy entretenido), pero que no tienen ni idea de cómo enfocar una revolución. Me divirtieron, pero también me dieron ganas de decirles que TENÍAN UNA ORGANIZACIÓN SUMAMENTE DEFICIENTE y aventarles en la cara el otro libro que saqué de la biblioteca al mismo tiempo que Mexicoland: ¿Qué hacer? de Lenin. Pero bueno, narrativamente eran entretenidos y esta sólo es una nota al margen. (Andrea, ¿algún día vas a dejar de sacar el marxismo a relucir? NO, ya acepte que no voy a ser cool nunca).
Bueno, pues, ya saben, libro recomendado. Lo publica Penguin en el sello de Montena. Si viven en la CDMX y tienen credencial de la Biblioteca Vasconselos, ya saben que ahí lo pueden encontrar, aunque hay que perseguirlo porque es préstamo muy frecuente. Si lo leen, no duden en contarme qué les pareció.