Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 2 de agosto de 2017

Cartucho, Nellie Campobello | #Librosb4Tipos

Sinopsis: Marginado por villista, por ser de una mujer, por salirse del canon, Cartucho, Relatos de la lucha en el Norte de México es uno de los grandes textos de la literatura mexicana. Como señala Jorge Aguilar Mora en su prólogo a este libro, Catucho está en todos los vértices críticos de nuestro discurso histórico-literario: es quizás el libro más extraordinario, donde se funden la singularidad autobiográfica, el anonimato popular, la relación histórica, la transparencia literaria, la crónica familiar. Como ningún otro escritor de la revolución, Campobello se aproximó al acontecimiento pasajero, instantáneo, aparentemente in-significante, pero profundamente revelador. Ella no describió las batallas, ni las posiciones políticas; no rescato los testimonios extensos de los guerreros. Ella fue a su memoria para perpetuar los instantes más olvidables para otros y más intensos para quienes los vivieron. Ella escribió de lo sucedido en una tarde tranquila, borrada en la historia de la Revolución; escribió de los momentos literalmente originales de la historia y de personajes únicos como Pablo López, como Catarino Acosta, como José Díaz, como Pancho Villa, un hombre que nació en 1910, ya que antes nunca existió. Nellie Campobello escribió la crónica de lo que casi nadie quería, ni ha querido escribir: del periodo entre 1916 y 1920 en el estado de Chihuahua, que los historiadores coinciden en llamar la etapa más cruel que vivió Chihuahua durante la revolución y uno de los periodos más oscuros de toda su historia. El hallazgo iluminador de Campobello fue hundir la historia la microhistoria en las minucias, en los rincones, en la anonimia, en los sobreentendidos, en los recintos más diminutos de la voluntad de los hacedores de esa historia. No hay detalle aquí que no tenga un sentido totalizador, no hay instante que no sea la grieta finísima por donde entra la eternidad. Este volumen contiene también, una cronología de la vida de la autora, que recoge los últimos datos disponibles, y una bibliografía actualizada.

Bueno, quizá no se enteraron, o quizá sí, pero en mi bellísimo club de lectura llamado Libros b4 Tipos leímos Cartucho de la escritora Nellie Campobello, que edita Ediciones Era (y que nos hizo el favor de darnos los ejemplares) y que es una de las únicas narraciones de la revolución publicada por una mujer. Aprovecho este segmento publicitario para decirles que nos pueden dar like en Facebook, nos puedes seguir en Twitter o se pueden unir a nuestro grupo en Goodreads. Sólo somos un bonito colectivo de mujeres bien chidas que usan el internet para difundir para difundir libros sobre feminismo o escritos por mujeres.


Acabando el segmento publicitario, ahora sí, vamos a hablar de Cartucho. Para ponerlos en contexto, creo que les voy a hacer una mini introducción de la Revolución Mexicana: en 1910, Porfirio Díaz, un dictador, llevaba treinta años en el poder y no tenía ganas de soltarlo. Muchos dicen que no fue tan mal presidente, puesto que el país floreció económicamente durante esos treinta años... sí, claro, invitó a los europeos a invertir en México y claro que la economía floreció... a costa de las vidas de miles de campesinos que se empobrecieron más y más. En 1910, por primera vez, alguien se le puso al tú por tú (no fue así, pero esto es un resumen mal hecho) y empezó la Revolución en 20 de Noviembre. Ese alguien fue Fransisco I. Madero. Cuando se habla de revolución se piensa en guerra civil, pero más que guerra civil, la Revolución fueron guerrillas de Caudillos. A Madero lo mataron en 1913, durante la decena trágica. Zapata estaba en el sur. Carranza en el centro. Y en el Norte, Pancho Villa. Carranza y Villa no se llevaban muy bien. Los años más oscuros de toda esta época para Chihuahua (en el norte del país) son los que narra Nellie Campobello en este libro.

Ya que los puse en contexto (bastante mal, prometo otro día hablarles más bonito de historia), vamos con el libro. Voy a intentar tocar varios puntos que abordamos en la hangout que hicimos en Libros b4 Tipos porque creo que hablamos un montón de Nellie y de cómo esta escrito el libro.


Los relatos son cortos, pasan rápido, te atraviesan, son como balas. Son relatos de la Revolución, y de una de sus épocas más oscuras, por lo que no están exentos de violencia. Más bien, acabas por sorprenderte por la manera sencilla y sincera en la que Nellie Campobello narra tanta sangre, tantos muertos, tanta violencia y a la vez te enternece, porque parece que lo estás viendo desde sus ojos de niña, los mismos ojos que vieron esa revolución y la vivieron.

Los relatos parecen tener el punto de vista de todas esas personas que perdieron. No perdieron en el sentido de que su bando perdiera, sino que perdieron simplemente porque perdieron la vida, porque los humillaron, porque perdieron parte de su humanidad... y quizá también porque perdió su bando. Hay relatos que parece que ya desde que empiezan tienen un tono fatalista... y no es para menos, no cuando se trata de uno de los episodios más complicados de la historia de México y uno de los que, casualmente, se toca más superficialmente. La Revolución no es como la independencia o la conquista, por ejemplo. México tiene un trauma con su conquista históricamente, y, como dice Octavio Paz en Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe, los trescientos años que fuimos parte del Imperio español son algo que nos saltamos, 300 años fantasmas. La independencia hace que vuelva a correr el reloj de nuestra historia, es el nacimiento de una nueva identidad mexicana o al menos de su búsqueda, pero ¿y la Revolución? Suena bonito cuando te cuentan que la revolución nos liberó de un dictador que oprimió a toda la clase obrera mexicana, pero ¿y después de eso? A Madero, que sucedió a Díaz, también lo mataron. Todo se hizo un caos, se hizo una guerra de caudillos en la que cada quien luchó por lo suyo, cada quien por su lado. Caudillos que se traicionaron. Los que ganaron fueron los que escribieron la historia y los que desprestigiaron a Villa, que es el tema de este libro, y a Zapata.


Hoy Villa, aunque me cae bastante mal, es una figura de culto. Pero en los años que Nellie Campobello escribió este libro, era una figura desprestigiada por la institucionalización de la revolución (que nos sigue persiguiendo hasta nuestros días) y este libro se escribió por esa razón. Nellie le dio voz a los que perdieron, se puso a contar una historia desde los ojos de los vencidos y nos da una nueva perspectiva. Si no les parece suficiente hazaña la de Nellie, imaginen, que sin ella no habría Rulfo, y por ende no habría Pedro Páramo, y sin Rulfo nunca habría habido un Gabriel García Márquez y sus Cien años de soledad, porque hasta allá llega la influencia de Nellie Campobello. Bien lejos, bien alto.

Es triste que no sea recordaba, porque, además, fue una mujer muy interesante. Nellie fue bailarina y coreógrafa, directora de la Escuela de Danza de México. Su hermana, Gloria, llegó a ser prima ballerina. Su vida fue harto interesante y hasta parece que ella misma alimentó su mito. De todo eso hablamos en el Hangout, así que si les interesa saber, se los voy a dejar aquí abajo. Además hablamos mucho del libro, de las mujeres en la revolución, de nuestros relatos preferidos y somos bien chidas.

domingo, 25 de junio de 2017

Hush Hush, Becca Fitzpatrick | Qué leo, qué reseño

Sinopsis: Nora Grey, una alumna aplicada en busca de una beca para la universidad, vive con su madre viuda en una granja a las afueras de Pórtland, Maine. Cuando Patch se convierte en su nuevo compañero de instituto, Nora siente a la vez atracción y repulsión hacia este extraño personaje que parece tener acceso a sus pensamientos. Luego se entera de que Patch es un ángel caído que quiere convertirse en humano. Nora está bajo su control, pero hay también otras fuerzas en juego y de repente se encuentra viviendo hechos inexplicables y en medio de una situación muy peligrosa.

Les traigo el primer libro que salió para el que leo, que reseño, el más votado, el que alguien descubrió que yo no había leído y todos decidieron votar para que me torturara. Bueno, me mintieron: no es el peor libro que he leído todavía en la vida y Patch no es el peor protagonista masculino que me ha tocado (¡Hola, Hardin!, ‘¿cómo te va?). Pero bueno, de todos modos Hush Hush es un libro terrible, así que lo vamos a destripar, como dijo Jack el Destripador, así que, ¿por dónde empezamos? (Advertencia: hay spoilers).


Creo que por el principio: la redacción de Becca Fitzpatrick. Es tan mala como anodina, irrelevante, poor prose, sobreadjetiva cosas, pone adjetivos rarísimos al lado de sustantivos que no les quedan, hace comparaciones terribles y que se huelen desde mil kilómetros antes y yo todavía no puedo superar como describe los ojos. Quiero que por favor se sienten y piensen en la expresión «fríos ojos». Soy capaz de imaginarme una mirada fría, de esas de asesinato que te dirigen cuando hiciste algo más o te odian y parece que el ambiente alrededor se congela, pero, ¿unos ojos fríos? Me estoy preguntando como se comprueba eso o si se los metieron en hielo. Por favor, si van a dedicarse a escribir, piensen qué están escribiendo y si quieren verse poéticos por qué sí o si lo ponen porque han leído esa expresión mil veces o si tienen demasiada pereza para inventarse otra manera de describir a los ojos y las miradas. («Mirada fría» es aceptable, sólo que tengo que reconocer que una frase que diga esas dos palabras como descripción no me hará detenerme, ni para bien, ni para mal). Creo que no tengo nada más que decir de Becca Fitzpatrick ni de quien tradujo el libro (porque creo que hay que compartir un poco las culpas, si traduces todo casi literalmente es normal que la traducción quede con adjetivos raros).


Ahora vamos al asunto que más les importa, a ustedes y a mí. Porque que Hush Hush esté mal escrito no es nada nuevo, eso ya lo dijeron mil y una reseñas antes de mí (creo porque sólo leí una hace seis años en un blog que se llamaba El cementerio de los libros olvidados y cuya muerte fue una gran pérdida a la blogósfera). Entonces vamos a analizar este libro con perspectiva de género. Oh, sí, ya llegó el feminismo a su blog preferido. Hush Hush es un hijo del fenómeno Crepúsculo, hay muchas similitudes tan calcadas que es imposible negarlo. A su modo, Crepúsculo es hijo de otro fenómeno mucho más viejo que ya lleva años y décadas y quizá siglos en nuestras vidas. Crepúsculo, y Hush Hush y todos esos libros que critico de protagonistas malotes (After, Besos entre líneas, Medianoche) son hijos del fenónemo del chico malo de la moto y la chamarra de piel que enamora a la chica buena porque ella saca lo mejor de él.

El chico malo lleva mucho en nuestras vidas. Nos encanta. ¿Saben que mi personaje favorito de Memorias de Idhún es Kirtash y que empezó a gustarme por el aura de malote? (Luego ya me gustó porque me gustaba su visión del amor, hoy diría que era poliamoroso y básicamente era el único con cerebro del trío protagonista). El chico malo de la moto es Danny de Vaselina enamorando a Sandy. El chico malo de la moto es Elvis Presley bailando «inmoralmente» para los adultos de la época. El chico malo de la moto es Marlon Brando y James Franco enamorando a las chicas. El chico malo de la moto es Edward Cullen el vampiro de más de cien años guapo y misterioso. En algún momento, ese chico se convirtió en Edward y luego Edward se convirtió en Patch para apoyar una narrativa que nos encanta que es el chico malo con la niña buena vivieron felices para siempre.

La narrativa del chico malo es una masturbación mental, la creencia de que son buenos en el fondo y de que una buena chica de corazón puro puede salvarlos es pura fantasía. Apoya al patriarcado y a la heteronorma. Es una historia a la medida de esas dos cosas. Nos la pusieron para que nos enamoráramos de ella y lo hicimos. Y cuando lo hicimos, nos dijeron «pendejas, estúpidas» y nos dijeron que nos merecíamos a los chicos malos de la vida real. Sólo que hay un problema, el chico malo de la moto y la chamarra de cuero en realidad puede ser cualquiera. Puede ser tu hermano, tu amigo, tu papá, el güey que te acosa, el de la playera polo, el «buena familia», el de los lentes estudioso, tu novio, el novio de tu mejor amiga, el pandillero de la esquina, el güey al que sus papás le compraron el Mercedes por su cumpleaños dieciocho, el pendejo que sale con tu vecina, el que vende discos en la esquina, tu profesor, el director de una empresa, el mejor promedio de la generación, un genio en la física, el güey que trabaja en un banco, el jardinero, el que lleva al super a sus hijos, tu abuelo, tu tío, el chico becado de la escuela. ¿Se entiende? Cualquiera. En la realidad el chico malo de la moto es malo de verdad. Pega, abusa, mata. En la realidad, las mujeres que se enamoran de ellos a veces acaban en una zanja abandonada.

El chico malo de la moto y la camiseta negra y la chamarra de cuero y la mirada misteriosa se queda en la ficción, en la narrativa, ahí está, lo hicieron para que nos enamoráramos y nos bombardearon con él. Nos enamoramos. Y luego nos dijeron «pendejas». Patch es ese chico.


No me gusta, pero no lo odio. Me produce irritación y ganas de destrozarle la masculinidad, de reírme en su cara. Me dijeron que era un machista de primera y lo que me encontré fue a un ángel caído con crisis existencial y pasado turbio que no sabe ligar con mujeres y que sí es machista, pero de esos que sólo me causan irritación, ojos en blanco y no me hacen querer pegarles con libros de Simone de Beauvoir… todavía. Más bien es de los que me dan ganas de decirles que lean algo, que googlen feminismo, que aprendan ya a ligar y que no hagan cosas «creepys» sólo por ser misteriosos. (Nota aparte, tiene las cicatrices de sus alas en la espalda y OH DIOS MÍO POR QUÉ AHÍ, ESO ME GUSTA).

Patch no sabe ligar. Su manera de lugar se basa en intimidar a Nora y en hacerla sentir incómoda con su guapura y llamándola «vulnerable». Diagnostico masculinidad frágil en extremo y pendejez masculina corriente. Es como ir a un bar un día de estos y que intenten llegarte cuatro pendejos con pick-up lines horribles que nunca funcionaron y nunca funcionarán jamás. Ni a sus mamás les hacen gracia, vatos. La de Patch es «Llámame Patch. En serio. Llámame». Voy a hacer un paréntesis aquí por si se quieren reír como yo. (En serio, ríanse cuando les llegue un vato con esas pendejadas. Háganlo breve y cruelmente. Por un mundo sin machos que usan terribles frases para ligar).


En fin, siguiendo en la historia de Patch, macho barato y mediocre (creo que eso les duele más a los machos que les digan machos en sí), bueno, obliga a Nora a hacer cosas que en el fondo no quiere aprovechándose de que la chica vive la vida confundida. Pero cosas como subirse a un juego de la feria que es medio peligroso, nada que acabe en abusos sexuales y violaciones (aunque el hecho de que pueda controlar la mente de otras personas es creepy, pero al menos no lo usa como Killgrave, ¡denle su galleta de persona «no decente, pero al menos menos mierda que otra mierda» al pobre macho!). Igual no quiero seguir leyendo los demás libros porque algo me dice que esa capacidad de controlar la mente de otras personas va a acabar muy mal, ¡uno no le da esa capacidad a un hombre macho, aprendan!

Bueno, ese es Patch. ¿Les cayó bien? A mí no. Pero creo que me crearé un personaje que no sea una pequeña mierdecilla de persona con unas cicatrices como las suyas en la espalda para tener fantasías a gusto. Ahora vamos a hablar de… ¡más machos! Oh, sí, este libro está lleno de ellos, es tan realista en ese sentido, los machos salen de la tierra, brotan con la lluvia, se reproducen como conejos. Bueno, hablemos de ellos.


El entrador aka el profesor de biología. ¿Podemos despedirlo, por favor? Porque entiendo todo el numerito «me gusta hacer sufrir a mis alumnos» ―lo cual me haría querer mandarlo a cursos de pedagogía―, pero lo que no entiendo es que Nora va a decirle «me incomoda mi compañero de mesa con el que me está haciendo trabajar» y al entrenador le vale tres kilos de verga para después asignarla como la tutora del alumno que la incomoda. El hecho de que la psicóloga del colegio sea una impostora no ayuda a todo el asunto, pero me estoy adelantando. A ver, el asunto de Nora es muy normal en la vida real, los profesores machistas son increíblemente realistas. Mi problema es que si yo quisiera cosas sobre profes machistas sin un punto de crítica o denuncia, voy a clase, no abro los libros. Creo que si vas a incluir toda esta clase de escenas ―muy reales, porque pasan― en una obra de ficción, debes saber por qué y para qué lo estás haciendo. ¿Quieres denunciar algo? ¿Quieres criticar una opresión sistemática? Que chido. Pero la verdad, simplemente hacerlo porque sí, es algo que me sobra, me incomoda y que creo que podría no existir. No necesito profes machistas en las obras de ficción «por realismo» para saber que existen: los vivo todos los días.

Y ahora, el asunto Elliot/Jules. Elliot es creepy. No sabemos nunca, hasta qué punto, Jules lo está controlando. ¿Cuáles de sus actos fueron controlados por Jules y cuáles fueron producto del libre albedrío/la desesperación? No quiero disculparlo, porque indirectamente mató a su novia por presión de Jules y no habló. Es, además de Jules, el único personaje que abusa físicamente de una mujer entre las páginas del libro y es el primero. Desde el momento en el que estampa a Nora contra una pared, me hizo desear ver su cabeza clavada en una pica. Jules es quien, al final, está detrás de todo el daño que sufre Nora. ¿Por qué? Porque quiere vengarse de Patch.

Patch tiene un pasado no muy limpio de actividades ilícitas, es lógico y es lógico que tenga enemigos ―el tipo es un ángel caído y en el libro nunca conseguimos la lista de cosas malas que ha hecho―, pero quien sufre es Nora. Lo que me lleva a otra reflexión: en este esquema de machos violentado a otros machos, las que nos llevamos la peor parte somos las mujeres. Nora se lleva la peor parte porque Jules la percibe como «la propiedad» de Patch. En ese esquema de machos peleando, hacerle daño a una mujer por percibirla como la posesión de otra persona es vista como una venganza válida. Pinche patriarcado, ¿no?


Los voy a retar a algo: traten de escribir algo sin discriminación de género… o racial o la que quieran. Si no van a denunciar nada, si no van a criticar nada, bórrenlo de sus páginas, oblíguenlo a largarse. Un día quiero abrir un libro juvenil y encontrarme sin todo este festival de situaciones innecesarias que nadie crítica ―y nadie va a criticar o denunciar― y nadie ve como dañinas, quiero encontrarme una narrativa libre de machismo por una vez en mi vida. No lo hagan por convivir, ni por realismo, están escribiendo ficción, chingadamadre. Si lo hacen, háganlo por una buena razón, pero no le ayuden al sistema.

Y ahora vamos al resto… ¿Nora y Vee? Los únicos personajes femeninos más o menos dibujados. Vee podría haber sido increíblemente interesante, porque es la primera mujer en hablar de sexismo y también la primera en excusar comportamientos abusivos de Elliot. ¿Esa clase de conflicto interno, de contradicción humana? Joder, analizarlo sería increíble, pero nunca pasa. ¿Nora? Nunca supe gran de su personalidad. Es la narradora y se desdibuja ella misma porque parece que ni a la misma autora le importa su protagonista. No sé si es un buen personaje o no, porque no tengo elementos para decirlo. No sé qué personalidad tiene, parece que está al servicio de los hombres del libro y de lo que la trama requiere. Así que me lo ahorro todo aquí. La otra antagonista es la psicóloga, la ex de Patch, un ángel y es tan absolutamente irrelevante que sólo aparece realmente en una escena atacando a Nora. Podría haberse tirado mucho de su posesividad con Patch, de un conflicto humano... pero ni siquiera eso pasa. Se vuelve irrelevante.


De los ángeles de esta serie no hablamos. Se tardan años en aparecer y realmente a nadie le importa cuando lo hacen. ¿Toda la mitología en la que se basa este libro? Está ahí, existe, pero por alguna razón que no alcanza mi cabeza a comprender, Becca no la usa en lo absoluto y no le importa.

En fin, Hush Hush es un mal libro y creo que con leer la sinopsis pueden adivinarlo. Pero si leyeron toda esta reseña/análisis/destripe, felicidades. Ojalá les haya servido de algo y se hayan reído de mis chistes malos. No lean Hush Hush.

miércoles, 7 de junio de 2017

Hotcakes de chocolate sin mezcla, ¡sí se puede!

Volvemos a Cocinando con Poulain, para los dummies de la cocina y los no tan dummies. Esta vez les voy a enseñar a hacer un desaryuno muy rápido de hotcakes de chocolate sin necesidad de comprar mezcla. ¿Listos? ¡Empezamos!


Este receta es vegetariana. Hay maneras de adaptarla para hacerla vegana sustituyendo la leche y el huevo que yo no me séll. A veces también se usa mantequilla, pero esa se puede sustituir fácilmente por un aceite vegetal como el que yo uso aquí. Bueno, ahora sí:

Ingredientes
  • 1 taza de harina (blanca de preferencia, pero puede ser integral, aunque con esta tarda más en cocer)
  • 1 taza de leche
  • polvo para hornear
  • 1 huevo
  • aceite vegetal (o mantequilla)
  • chocolate en polvo (yo uso Abuelita o Morelia que son muy mexicanos y los recomiendo, también funciona con Calcetose, no recomiendo particularmente Nesquik o Chocomilk porque tienen un saborizante demasiado artificial, pero también se pueden usar; en cualquier caso, también funciona la Nutella o similares).
  • plátano (opcional, para la presentación)
  • miel
Qué utensilios necesitan
  • batidor (no de los eléctricos sino de los que usas para hacer ejercicio de brazo)
  • un recipiente para la mezcla
  • sartén no muy grande
  • lo que se te ofrezca
Instrucciones:

1. Juntas la harina con dos cucharaditas de polvo para hornear y el chocolate en polvo. Pon suficiente, pero no te pases. Lo revuelves todo con el batidor hasta que lo veas más o menos del mismo color.





2. Rompe el huevo y échalo a la harina; también agrega la taza de leche. Acto seguido, bate hasta que quede una mezcla líquida que se parezca a esto que está aquí abajo. Debe ser un poco viscosa.


3. Agrega dos cucharadas de aceite vegetal (o de mantequilla si lo prefieres). Revuelve hasta que no queden grumos y luego la metes al refrigerador durante más o menos media hora. 


4. Pasada la media hora, saca un sartén (en la foto pueden ver... ¡qué blanco era mi sartén!, el pobre ya está muy demacrado ahora) y ponle aceite vegetal (o si prefieres, mantequilla). Déjalo que caliente.


5. Cuando el aceite está caliente vierte la mezcla hasta formar un hotcake. No te pases porque si no estarás años esperando y no te tires la mezcla encima, por favor.


6. Los envases de mezcla de hotcake dicen que cuando salgan burbujas encima hay que voltearlo. Bueno, hay un asunto: eso no siempre es cierto porque depende de la cantidad de los ingredientes y tú no usaste esas mezclas. De todos modos, dale la vuelta cuando empiecen a aparecer burbujas o cuando sientas que ya está cocido. A mí el primero se me quemó un poco por no hacerle caso a mi instinto.


7. Repite hasta que tengas todos los hotcakes que te vas a comer. Para servirlos, puedes cortar un plátano y ponérselo encima y luego ponerle miel. ¡Disfruta, es un desayuno perfecto!