Estoy escuchando música de Lila Downs. Es cinco de octubre. Se me está acercando la fecha. Tengo que escribir algo. Tengo que poner mis manos sobre el teclado y escribir algo. Tengo que hacerlo. Y en vez de eso, estoy escupiendo todo esto sobre el pedazo blanco. ¿Qué escribo, por Quetzalcoatl? ¿Qué escribo? Son siete años, carajo.
Cuando salió la última película de HP, tomarse foto con el libro era ley |
Hace siete años yo tenía trece años y muchas ganas de tener una página de internet que, según yo, iba a tener un chingo de visitas instantáneamente. Mi contenido era pésimo y yo no lo promocionaba en las redes sociales y además no me conocía nadie, así que a nadie le interesaba mi blog. Pero yo seguía escribiendo porque tenía esperanzas, aunque me daba pena que la gente que de verdad me conocía supiera que yo escribía en internet. Mi familia o mis amigos. Ahora hasta les hago tarjetitas de «tengo un blog en internet, léelo». Bueno, pongamos que hace siete yo tenía trece años. Así estaba:
Yo, trece años, quería ser escritora, pero estudiar algo con matemáticas, estaba en secundaria y escribía fanfiction de Harry Potter en clase. Todavía me pregunto qué pensaba mi profa de matemáticas cuando me los quitaba. También tenía nulos conocimientos de informática y apenas si había aprendido a poner acentos. De poner comas ni hablemos. Ahora mando a la gente a aprender a ponerlas, pero en ese entonces no era que me las comiera, es que las ponía en todos los pinches lados. Ha pasado el tiempo. Un poco. Tengo veinte años, vivo en la India, estudió Ingeniería en sistemas. Voy a cumplir veintiuno, digo groserías a veces (más de las que mi mamá quisiera y menos de las que dicen mis malhablados amigos), escribo mucho, leo mucho. Sé más cosas. Estoy menos pendeja, como quien diría. Renombre en internet todavía no tengo. Me conocen cuatro gatos de los que me comentan dos y uno me avisa por whatsapp que me leyó. Mi familia me apoya tanto que le da like a mis entradas en Facebook y leen una de diez, si la leen.
Medio emo, sí |
Pero aquí sigo. Porque mientras cuatro gatos me lean, no planeo irme. Aunque me tome vacaciones de dos meses y luego me de topes en la cabeza para, bueno, volver a conseguir el mismo nivel de visitas. Debo ser la única loca que, aunque cuenta las visitas, no se preocupa por el SEO, el marketing ni nada de eso. Quizá así me leerían diez gatos en vez de cuatro. Pero bueno.
Ahora estoy así:
La última foto que me tomé yo sola en el DF |
Veinte años. Siete escribiendo en internet. ¿Saben qué? El tiempo pasa volando. Y de ese tiempo, hay unas cuantas cosas que quiero recordar. Como, por ejemplo, mis siete entradas favoritas. No les pongo las más vistas porque, sinceramente, la gente que busca mi blog tiene mal gusto. O sea, es una de fanfics que ya ni siquiera me gustan. ¿Qué están pensando, gente?
No se pierdan esas entradas porque fueron las que más me gustó escribir. Objetivamente no sé si son las mejores, pero son algunas de las que disfruté más. Este blog me ha abierto muchas puertas a otros blogs, a conocer a algunos de mis autores favoritos, a compartir mis hobbies. Divagaciones de una Poulain no es sólo un blog sobre libros. Es un blog sobre mi viaje a la India, sobre mi vida, sobre lo que pienso, sobre las series que veo. Es un blog sobre mí. Es un blog que tiene tutoriales y a la vez entradas sobre feminismo. Es parte de mi vida.
Y hoy, esta pequeña, pequeñísima parte de mí cumple siete años de existir y de estar ahí. ¡Por que cumpla muchos más y por que yo siga escribiendo!
Y hoy, esta pequeña, pequeñísima parte de mí cumple siete años de existir y de estar ahí. ¡Por que cumpla muchos más y por que yo siga escribiendo!