Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 5 de octubre de 2016

Indiaventuras de una Poulain (bis)

Sí me quedaron pendientes fotos, pues no podia dejar de contarles de más cosas de la India. La India tiene lo bueno, lo malo, lo mejor, lo pésimo. Tiene el poder de ponerme feliz y bajarme a la tierra en segundos y acabar riéndome de mi desgracia y de mi situación. No sé. Dicen que la India es una Madre, que por eso tú no la escoges, sino que te escoge ella a ti. Sabrá el Dios en el que no creo porqué acabe en la India, porque ni yo lo sé.  Les juro que yo quería acabar en Islandia o en Polonia y de ahí reboté para acá. Sin embargo, a pesar de que nunca pensé en acabar en a India cuando veo fotos como la que les voy a poner abajo me acuerdo por qué estoy en la india. 

La foto en cuestión es de la Amer Fort y me la tomaron después de verme mirando total y completamente embobada esos jardines y esos arcos. De hecho, si notan, mi cara tiene esa expresión de «todavía no puedo creer que estoy aquí». Para entonces llevaba ya un mes en la India, así que pueden estar seguros de que todavía no se me ha quitado esa cara. La pongo seguido. 


La India me ha hecho darme cuenta de que toda la gente que conoces la conoces por casualidad. Al final les puede acabar gustando lo mismo o no, pero aquí lo que nos unió fue la India. Compartimos algunos gustos, no nos entendemos la mitad del tiempo. Dicen que el truco es hacer y dejar hacer. Total, ya preguntaras por sus cosas raras y ellos preguntarán por las tuyas. Igual te preguntan cómo haces plátanos fritos o igual se horrorizan al ver como pones plátanos con arroz y te los comes como si nada. (¡ES NORMAL EN MÉXICO, CARAJO!). Al final, lo que nos acaba uniendo es el perpetuo asombro por la India y la necesidad de tener a alguien que entienda por lo que estás pasado. 

Así que ahí estamos, contra el barandal, viendo Jaipur hacia abajo, quizá preguntándonos como podemos estar en ese mismo momento en un lugar tan hermoso. O yo que sé que estaban pensando los demás. Pero lo cierto es que es imponente. 


Por alguna razón que no acabo de comprender, a los indios les encantan los pavo reales. Tengo una bufanda verde (oh, que sorpresa, nadie veía venir ese color) que tiene, en cada orilla, un majestuoso pavo real. La mitad de las cosas están decoradas así. A mi me fascina porque los pavo reales, aunque son animales cuya actitud me pone de nervios, me encanta como se ve la decoración basada en ellos. O sea. Por favor. Miren la foto. 



Esta foto además tiene una historia chistosa. Logramos que un hombre nos la tomara, aunque hubo que enseñarle a usar la cámara. Y ya que nos la tomó, sin decir nada ni pedirnos nada (probablemente porque no hablaba inglés), nos hizo señas para que no nos moviéramos, sacó su celular, se lo dió a alguien y fue a posar con nosotros. Y luego otros dos hicieron lo mismo. Nos sentíamos pinches super estrellas. A veces piden selfies. A mí sólo me las han pedido dos veces, las dos veces en el hostal donde me estaba quedando. 

Bueno, bueno, ya me estoy quejando sin fotos de Jaipur, una de las ciudades que no deben dejar de visitar si andan en el norte de la India. Bueno, no está tan al norte como Chandigarh, pero deben ir. Es preciosa, tiene palacios por todas partes y lugares a donde ir. Les dejo un par de fotos más porque son fantásticas (y yo estoy alimentando mi ego).

Notese la bolsa y la backpack en la espalda.

Ahora vamos a hablar de Chandigarh, de verdad, de la buena, lo juro. Hubiera empezado en orden cronológico, pero contarles y decirles mil veces que Jaipur es hermoso pudo conmigo. Total, este no es un blog de viajes y yo no tengo ningún instructivo para escribir ninguno. Así que antes de que divage más les contaré cosas de Chandigarh: es de las ciudades más ordenadas de la India. No, esperen, creo que es la más ordenada. Al menos tiene semáforos y, aunque cruzar la calle sigue siendo un deporte extremo, es menos deporte extremo que en otros lugares. Está limpia para los estándares del país y no la he explorado mucho, la verdad. 

Si vienen (y lo digo como si la India estuviera a la vuelta de la esquina) en la misma época del año que yo, pueden saltarse el Rose Garden porque igual se encuentran esto nada más:

Miren cuantas rosas
En serio, qué cantidad de rosas
Por otro lado, cuando la India te frustra demasiado y quieres volver al mundo occidental del consumismo, hay malls donde puedes sentir que estás, que se yo, de vuelta en occidente. Exceptuando el hecho de que te catean en la entrada y que si eres mujer te catean detrás de una cortinita. Nada como cuando vas a los conciertos y la única diferencia entre mujeres y hombres era que te cateaba alguien de tu mismo sexo. Y resulta que por alguna razón la comida mexicana es algo que tiene fama por aquí y hay un Chilis. Claro que si en México quieres comida mexicana no vas a pun puto Chilis, pero aquí si quieres algo que dizque parezca pues vas ahí a dilapidar tu dinero. Por ejemplo.

Nuestras caras de éxtasis son reales
Bueno, volvamos al tema. El punto de la India no es acabar en los malls, excepto cuando quieres comer proteína de verdad. Si no eres vegano o vegetariano antes de venir, la India te jode la dieta, tu cuerpo no está acostumbrado a vivir así y adelgazas. Bueno. Volvamos al punto. Volvimos a Chandigarh para conocer el Rock Garden y es, definitivamente, uno de los parques más bonitos que he visto en toda mi vida. Igual y no le gana a la Ciudad Universitaria con su serpiente y su zona escultórica, pero es precioso. Miren: 




De hecho, si se fijan en la gente en las fotos, como uno de mis roomies hizo notar, se dan cuenta de que la India es uno de los lugares más coloridos del mundo. Es increíble cuando de hecho te encuentras entre toda esa manera de color y ves como la gente sigue visitando los parques de su ciudad, tomándose selfies, yendo en familia, en pareja o con amigos. Es precioso y si el paisaje es igual de bonito, pues el buen día está asegurado. Ay, India, préstame tantitos de tus colores, ¿no?

En una de las partes del Rock Garden había columpios y, bueno, acabamos como niños de cinco años. La India va a resultar buena hasta para reconectar con tu niño interior. Aquí la prueba:


Ya no tengo mucho más que contarles sobre el lugar, creo que dije que es precioso las suficientes veces, pero creo que todavía no he mencionado lo maravilloso y divertido que es mi squad. Pero por si acaso, vamos a recalcarlo de nuevo:

Brandon, what the fuck are you doing?
Un poco Backstreet Boys sí somos
Happy People
Bueno, en fin, no sé, todavía me falta contarles un chingo de cosas sobre la India, sobre todo sobre ser mujer en la India, los mitos, las realidades, las frustraciones, el mal chiste que es mi universidad. Pero quería que las dos primeras entradas sobre mi vida en la India fueran de cosas felices y tuvieran cosas padres. Además de que quería que conocieron a mi squad que es maravilloso. Así que ya saben, si vienen a la India alguna vez, déjense llevar. No hay otra manera de sobrevivir a la India. Tengan paciencia, sonrían, no intenten entender nada. No hay modo de entender este lugar, pero hay muchas maneras de disfrutarlo y asombrarse de sus magníficos paisajes, palacios, templos, fortalezas. Todo. 

Sonrían. Aprendan cultura. Pregunten si quieren. Abran su mente. No todo funciona como funcionen las cosas en el país de donde vienen. La India es única. A la India no la entiendes, a la India sólo la puedes disfrutar.

Estoy en, casi, el punto más alto de Jaipur

lunes, 3 de octubre de 2016

Indiaventuras de una Poulain

Noe me dio el título
y Cris me corrigió la entrada
(Las dos quieren ser famosas)

Me subí un avión en la Ciudad de México el 31 de Julio de este año y aterricé en Nueva Dehli casi el 2 de Agosto. Sin embargo, una ciudad no es su aeropuerto y yo salí por fin a la India al día siguiente, a eso de las dos de la tarde, con el pleno sol, en Chandigarh. De vivir en una de las aglomeraciones humanas más grandes de latinoamérica, pasé a vivir en un pueblo tres calles al oeste de Chandigarh, en Punjab, India. Prometí que iba a escribir lo que me pasara y que iba a subir fotos al blog, pero más bien en dos meses lo único que he hecho ha sido dejar de lado todo. Olvidarme un poco del blog, de los libros, de las reseñas y tomarme un tiempo. Sin embargo, se acerca el cumpleaños número 7 de mi blog y no quería dejarlo pasar de nuevo. No quería que me agarrará otra vez de vacaciones bloggeras.

Así que vamos a empezar.

Dos meses es algo que se dice fácil pero no lo es tanto, más si nunca has viajado y lo más lejos que conoces son los altos de Jalisco. Nunca había salido de México, nunca había ido al norte, nada más conozco una playa. No conozco más de cinco estados de la República. Y, por alguna razón, ahora estoy en la India. Ayer hice dos meses. La expresión «me fui al otro lado del mundo» nunca había sido tan literal. La India y México estan en el mismo paralelo, cuando aquí es de noche allá es de día. ¿Y saben qué? Lo estoy disfrutando como nunca antes.

El camino no ha sido fácil ni ha sido rápido. Ha sido. He tenido y no he tenido suerte. He querido matar a todos de frustración y he aprendido a reírme de esa mala suerte que hay días que me sigue a todas partes. Porque de repente estás en el aeropuerto de Nueva York y son las cinco de la mañana y estás en una fila para que te den un nuevo horario para el vuelo que acaben de cancelar. No hay taxis, no están dando hoteles porque es imposible, no hay nadie y además tú vas a perder un vuelo al día siguiente. Y te preguntas que más puede salir mal.

Y llegas a Chandigarh y te siguen pasando cosas. Has perdido clases, no importa que la carta dijera que todo empezaba el 4, resulta que están desde el 25 de Julio. Igual no importa. Conoces gente maravillosa. Descubres que la India puede ser tanto caótica como hermosa y te empiezas a enamorar de ella al mismo tiempo que la odias. Detestas el sentido de la higiene, porque no existe. La comida, porque en el norte todo tiene masala y eso en grandes cantidades sabe terrible. Descubres que habla inglés nada más la gente de la universidad y aun así sobrevives. Tomas fotos. Te preguntas mil veces qué te trajo a la India.

Y conoces gente.

Un día estás a las doce de la noche comentando algo que estás viendo en Netflix y alguien dice: «¡Reykjavic University, yo intenté aplicar allí!». Yo también intenté acabar en Islandia. Y un francés te dice lo mismo. Y de repente te estás pregunta qué hubiera pasado si los hubieras conocido en un lugar diferente porque, como están las cosas, parece que siempre estuviste destinada a conocerlos. Así que la India me eligió ―yo no la elegí a ella, me cayó enfrente y yo sólo tuve que decir que sí― y aquí estamos, dos meses después, queriéndonos y odiándonos al mismo tiempo.

Les podría contar curiosidades de la India, que las hay a montones, pero las salvaré para otra ocasión. Esta entrada que no tiene que ver con libros ―ya vendrán las que sí tienen que ver con libros― es para contarles que estoy en la India, por si todavía no lo sabían y que la India es maravillosa y que probablemente, venir a la India es lo mejor ―y lo peor― que hice en mi vida. No podría pedir mejores amigos para ver Netflix a las doce de la noche y quejarme al día siguiente que no me puedo levantar. Para tomar millones de fotos de paisajes increíbles y quejarme con la boca abierta ante lo que la India tiene que ofrecer. Así que aquí vamos. Estos son dos meses en la India y esta entrada va a ser muy larga. (¿Ya les parece? Eso fue sólo la introducción)


No hay cosa más icónica de la India, fuera del colorido y la ropa tan hermosa, que los rickshaws de las películas de Bollywood. Y si no han visto una, ya deberían estar viéndola. La foto es en Chandigarh, cuando un buen conductor decidió que se iba a tomar una siesta en el trabajo. No he explorado Chandigarh demasiado bien porque esta lejos e ir y volver es una odisea. La primera vez que fuimos casi morimos de regreso porque se nos hizo tarde. Y ni que decir de que, como casi nadie habla inglés, casi morimos doble.


La Independencia de la India es el 15 de Agosto (un més antes que la de México) así que hubo actos en la universidad y una amiga y yo decidimos que lo mejor que podíamos hacer, obviamente, era salir a pasear por la universidad en pijama. Si me buscan, estoy al fondo, con mi amiga (afgani, estudia MBA y oye a One Direction). No nos enteramos de nada porque hablaron en hindi y en punjabi todo el rato, así que sólo nos regresamos a nuestro cuarto a poner el aire acondicionado después de caminar bajo el sol.

A principios de septiembre decidimos viajar a Jaipur y creo que es uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida. Sin exagerar (perdón San Miguel de Allende, pero creo que ya te ganaron unos cuantos lugares). Chandigarh es una ciudad nueva y tiene algunas curiosidades, pero nada como los sitios turísticos como Jaipur, llenos de palacios, templos y fortalezas. Porque además, en Jaipur me subí a un freaking elefante. ¡ELEFANTE!

Exhibit A
Exhibit B
Para quien tenga curiosidad, primero se sube quien lleva al elefante, por la trompa (haciendo que el elefante se siente) y luego lo lleva hasta unas escaleras para que puedas subirte. Cuando camina, te balanceas y lo ves todo desde arriba. Se siente maravilloso y si vienes a la India tienes que hacerlo al menos una vez, al menos de que le tengas miedo a los elefantes o que se yo.

Backstreet Boys versión India
Uno de los lugares más icónicos de la India es el Hawa Mahal ―Wind Palace― un palacio donde vivían todas las princesas reales y que tiene muchísimas ventanas ―Wikipedia sabe cuantas― y que fue la primera cosa que visitamos en Jaipur. Por favor, que no se note mi cara de «pasé 14 horas en un sleeper bus con un aire acondicionado que congelaba, mi cabello se pegó, está desordenado, pero esto es maravilloso». (Sí, pasé 14 horas en un autobus).

Más del Hawa Mahal
Si por algo se distingue Jaipur es por sus Forts. Fuimos a tres en el mismo día, acabé muerta y casi deshidratada pero valió la pena. Sentir que estás tan arriba, que puedes verlo todo, que mucho años atrás hubo soldados y guerreros defendiendo esas fortalezas. Y ya estoy pensando demasiado todo, que al final son sólo un montón de piedras y edificios pero a mí me encanta ver piedras porque todas tienen historia.

Alguien me dijo que eramos artistas de gira
La verdad, no podría pedir por un mejor squal
Hasta arriba de la Amer Fort. Porque somos los reyes den mundo, pero no es lo más arriba. Así que después de caminar un buen tramo y no morir en los túneles llegamos a la siguiente. Tiger Fort.

Best photo someone ever taken to me.
(It was the french angle)

Como dato curioso, en Jaipur hay monos como en la ciudad de México hay perros callejeros. Nada más que a la mayoría de los perros callejeros les puedes dar comida y a los monos, bueno... la verdad es que son muy agresivos y que aunque les tomes fotos y se queden tranquilos un rato eventualmente sentirás que intentan matarte. De hecho, fuimos al templo del mono y oscureció mientras estábamos allí y parecía película de terror. Si van a la India y van al templo del mono en Jaipur, por favor, no se lleven nada porque los monos son bien pinches ladrones. 

La verdad es que no se podría pedir por mejor compañía. Y miren donde nos venimos a encontrar. En la India, al otro lado del mundo para mí, en una ciudad bien al norte... bueno, en un pueblo bien al norte, en una universidad que nos hace gritar de frustración. No sé, se siente ver al final del viaje, además de llevarte todas las cosas bellas que viste en la cámara y en la memoria, poder decir que también te llevas las amistades y que una de las mejores cosas fue la compañía.


Les debo una segunda parte de Indiaventuras. Pero ya será en la semana. Hasta aquí llegamos por hoy.

viernes, 8 de julio de 2016

Libros mexicanos | Mini reseñas

Esto de poner mini reseñas, cosa que ya había hecho antes, pero no con frecuencia, me están ayudando a recomendar libros que nunca reseñé porque no encontraba qué decir como para llenar una entrada entera. Esta vez quiero hacerle honor a los libros mexicanos. ¿Por qué? Bueno, últimamente, me doy cuenta de que todos los blogs tienen una cantidad exagerada de libros que vienen de Estados Unidos, Inglaterra, a veces Australia, a veces Irlanda. A veces, reseñan libros chinos, japoneses, coreanos. A veces, español (especialmente si el blog es español). Rara, muy rarísima vez, hay africanos, latinoamericanos, o escritores del oriente medio. En un intento de solucionar eso, esta vez voy a recomendar tres libros mexicanos con sus respectivas mini reseñas.

Estos en especial son libros que definen a México y son parte de nuestra historia, no libros cualquiera. Hay algunas omisiones (lamentablemente) pero no podía ponerlos todos. Ya habrá otra ocasión. 

Pedro Páramo, Juan Rulfo


Sinopsis: Años cuarenta del siglo pasado. Alentado por su madre en el lecho de su muerte, Juan Preciado viaja cargado de ilusiones en busca de su padre, a quien no conoce. Pero al llegar a Comala, el lugar donde le dijeron que vivía, sólo encuentra recuerdos... Los recuerdos de todo un pueblo en torno a ese hombre, Pedro Páramo: de cómo se convirtió en el patrón de la hacienda más importante de la región; de cómo mató, extorsionó o utilizó a todos sin escrúpulos; de cómo se enfrentó a la revolución; de cómo, por culpa de su frustrado amor por Susana San Juan, terminó por pudrirse en vida... y Comala entera con él. 

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo

Esa frase es mítica. Así empieza la búsqueda (¿búsqueda?) del padre de Juan Preciado, un tal Pedro Páramo. Pero parece que ya no queda ningún Pedro Páramo, sino sólo una leyenda. Un hombre que usó, abusó, extorsionó y mató. También embarazó. También amó a Susana San Juan. Juan Preciado va poco a poco buscando entres los recuerdos y la leyenda del que fue su padre, en Comala, que parece estar podrida en vida (¿vida?). Más bien, parece que Comala es un pueblo lleno de almas en pena.

Con esa frase de arriba empieza una de mis novelas favoritas. Pedro Páramo debería ser lectura obligatoria en las escuelas, pero ya si quieren me conformo con que sean cuentos de El llano en llamas (también de Rulfo) sólo que sin censurar (alguno lo censuraron en un examen). Más que nada porque me acuerdo de Aura y me imagino que si Pedro Páramo fuera un libro obligatorio, igual un día le toca leerlo a la hija/o de un funcionario. Igual y, quien sabe, al niño no le gusta. Igual y alguien le va con el cuento al papá/mamá. Igual y no saben de que es el libro o igual y sí. Pero igual y lo consideran malo para los niños y pasa lo que Aura y lo prohíben. 

Aunque viéndolo así, se pondría de moda. Las ventas subirían como la espuma (como las de Aura de Carlos Fuentes en su momento) y todos querrían leer Pedro Páramo (ahora sí, de a de veras). Pedro Páramo es la historia de muchos pueblos de México, hundidos en la pobreza y en la miseria, manejados por terribles terratenientes dispuestos a todo. Pedro Páramo es una historia de almas en pena y un poquito de amor (por Susana San Juan). Es salir a buscar un padre (si es que alguna vez lo fue) y encontrarte con su leyenda. Pedro Páramo es México. Y por eso, sólo por eso, por favor, léanlo.

Hasta se los paso gratis si hace falta. Casi como que se los regalo. Pero lean Pedro Páramo, por favor. 

La región más transparente, Carlos Fuentes


Sinopsis: La región más transparente es la primera novela mexicana a la que podemos aplicar el término cosmopolitismo, debido a la tesis que sostiene sobre la conformación de la ciudad a partir de diversos orígenes, ideas y clases sociales. Su título proviene de una expresión de Visión de Anáhuac, ensayo que va y viene de la crónica a la viñeta histórica, del poema en prosa a la estampa costumbrista, escrito por Alfonso Reyes, y que sirve como punto de partida a la novela, ya que utiliza la Decena Trágica (acontecimiento histórico con el que culmina el ensayo) como inicio del rumbo que tomará la vida de los moradores

Este libro también es México. Pero es un México diferente. Pedro Páramo es la miseria de los pueblos y la pobreza. La región más transparente son los nuevos ricos después de la revolución y es la clase media. Es, además, la ciudad de México después de la revolución y un montón de historias entrelazadas unas con otras, de la revolución para adelante. Es esa resignación perpetua de que aquí nos tocó vivir, en la región más transparente del aire. (Sí, de ahí sacó Cristina Pachecho el título de su programa). 

Este libro lo leí en la prepa. Teníamos dos meses, porque todos saben que no tiene poquitas páginas. Lo leí en cuatro días, antes del día de revisión. A mi profesora no le interesaba qué habías entendido o qué habías analizado. Hacía cinco preguntas medio estúpidas a los que se quedaban a la mini evaluación (nombres de personajes, parentescos obvios) y al final te preguntaba tu opinión. Podías ponerle que era el mejor libro de tu vida o una mierda putrefacta, no importaba, pero ya te había hecho leerlo. 

Desde ese día hasta entonces, no me he cansado de decir que sí, La región más transparente es en parte el México post revolucionario. Como que nunca salimos de la revolución, como que nos atacaron los caudillos, el gobierno, los nuevos ricos, los viejos ricos que, milagrosamente, seguían ricos. Como que ahora, en nombre de la revolución, hablan unos y otros. Pero ¿qué significó realmente? Quien sabe. Aquí la protagonista es la ciudad. La región más transparente del aire, qué le vamos a hacer.

La noche de Tlatelolco, Elena Poniatowska


Sinopsis: La noche de Tlatelolco es el testimonio más completo y más emocionante sobre el movimiento estudiantil que cambió la historia de México y sobre el crimen de Estado que le puso fin. A partir de su aparición en 1971, década tras década y generación tras generación, ha sido la fuente primordial para quienes quieren saber qué sucedió en 1968, pues recoge y transmite el clima de enorme alegría que reinó durante el movimiento, su cauda de asombrado dolor y la decisión compartida de no olvidar. El libro de Elena Poniatowska, leído y releído por cientos de miles de personas, es uno de los mayores clásicos en la historia de nuestras letras y su inigualable prestigio se debe a sus extraordinarias virtudes. Bajo la modesta apariencia de una simple reunión de voces recogidas por una periodista, se esconde una inusitada perfección en el arte del tejido, una notable capacidad para transmitir, mediante el recorte y el entramado, Estados de ánimo, ritmos crecientes, gritos y silencios, colores y gestos. En la sencilla prosa coloquial con que la autora toma nota de lo que le dicen sus testigos, late y es perceptible aún hoy, a más de cuarenta años de los hechos que narra, la valentía y la emoción de la cronista y de las voces que recoge; esa valentía y esas emociones encienden las páginas rebeldes, resistentes, de este libro entrañable: un riquísimo y enorme mural de voces que vienen de todos los rincones de la sociedad y que dio vida para siempre a esa noche de sangre y fuego que el gobierno en turno quiso ocultar a toda costa, uno de los momentos más dolorosos de nuestra historia.

Muchos historiadores, intelectuales y pendejos comunes dicen que hay un México antes del 2 de Octubre de 1968 y un México después del 2 de Octubre de 1968. No sé si sea verdad. Yo nací en el '95 así que no tengo ni idea. Dicen que es algo así como antes de Cristo y después de Cristo. Sí, ejemplo pendejo, pero qué quieren, a estas horas mi cerebro está pensando en otras cosas. Bueno, Elena Poniatowska escribió un libro dedicado al 2 de octubre. O más bien, compiló una serie de fotografías, entrevistas y las puso en un libro hablando del movimiento y de la noche de Tlatelolco. Incluso hoy, las cifras exactas de muertos son estimaciones.

Cuando Octavio Paz añadió Postdata al Laberinto de la soledad, tuvo que recurrir a diaros extranjeros para encontrar una cantidad que se asemejara a la realidad, pues en México los muertos no eran más de veinte. Los Bichir aparecieron en una película que se grabó sin permiso y que estuvo prohibida muchísimo tiempo; aún hoy, si quieres ver Rojo Amanecer te tienes que resignar a la mala calidad de las copias que quedaron. El 2 de octubre es como un tabú y Elena lo rompe todo. Entrevista a los que estaban a favor del movimiento, a los que no, a los que no tenían ni idea de nada. A los que lo traicionaron y a los que no. Los que huyeron y los que acabaron en la cárcel. Los periodistas que lo vieron. A todos los que pudo. 

Así que este libro que es más periodístico también es impresionante. Es el primero y el único (#VergüenzaSobreMiVaca) que he leído de Elena Poniatowska. Recomendadísimo, pero eso no hace falta decirlo. Si hice estas mini reseñas es para recomendar libros mexicanos que valieran la pena, no les iba yo a poner aquí a Carlos Cuauhtémoc Sánchez o a Trejo. No, puro libro de calidad.