Primer tiempo
Graceling de Kristin Cashore
Forzando una sonrisa, que más parecía la mueca de
una fiera enseñando los dientes, la miró con dureza y le espetó:
—¿De qué sirve una ejecución pública si la concurrencia
se pierde la parte en que muere el convicto?
Segundo tiempo
La casa de los espíritus de
Isabel Allende
—Te pueden matar —suplicó Blanca, abrazándolo.
—Me cuidaré —la tranquilizó Pedro Tercero—. No me
quedaré mucho tiempo en el mismo sitio. Por lo mismo no podré verte todos los
días. Espérame en el mismo lugar. Yo vendré cada que pueda.
—Te quiero —dijo ella sollozando.
—Yo también.
Volvieron a abrazarse con el ardor insaciable propio
de su edad, mientras el burro seguía masticando hierba.
Tercer tiempo
Cien años de Soledad de Gabriel
García Márquez
—Es el diamante más grande del mundo.
—No —corrigió el gitano—. Es hielo.
José Arcadio Buendía sin entender, extendió la mano
hacia el témpano, pero el gigante se la apartó. «Cinco reales para tocarlo»,
dijo. José Arcadio Buendía los pagó y entonces puso la mano sobre el hielo, y
la mantuvo por varios minutos, mientras el corazón se le hinchaba de temor y de
júbilo al contacto del misterio.
Postre
Ángel
Mecánico de Cassandra Clare
—No
se puede decir que certeza que sea una bruja —dijo Tessa—. Charlotte dice que
no estoy marcada así como un brujo estaría marcado.
—Oh,
usted es una bruja. Cuente con ello. Sólo porque usted no tiene orejas de
murciélago… —Magnus vio a Tessa fruncir el ceño, y alzó las cejas—. Oh, no, tu
no quieres ser una bruja, ¿verdad? Usted desprecia la idea.
—Nunca
pensé… —dijo Tessa en su susurro—. Que yo fuera otra cosa más que humana.
El
tono de Magnus no era insensible.
—Pobrecita.
Ahora que sabes la verdad, ya no hay vuelta atrás.