De tinta…
Primer tiempo
Reckless, Cornelia Funke
—¿Por qué prefieres ser un zorro? —la noche teñía de negro los ojos de Clara—. ¿Es más fácil comprender así el mundo?
—Los zorros no intentan comprenderlo.
Clara se acarició los brazos, como si aún sintiera allí las manos de Jacob. Y fux vio que ella también desearía tener una piel de zorro.
Segundo tiempo
Los Juegos del Hambre, Suzanne Collins
«No te preocupes, hay mil papeletas», desearía poder decirle.
Ha llegado el momento del sorteo. Effie Trinket dice lo que siempre, «¡las damas primero!», y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas. Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer, y yo empiezo a sentir náuseas y a desear desesperadamente que no sea yo, que no sea yo, que no sea yo.
Effie Trinket vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee el nombre con voz clara: y no soy yo.
Es Primrose Eveerden.
Tercer tiempo
Historia de un corazón roto y tal vez un par de colmillos, M. B. Brozón
—Si hay algo seguro, ¿sabes?
Ella no se movió, no respiró, no hizo nada, estaba esperando lo siguiente. Y lo siguiente, en teoría, eran un par de palabras más. Pero no hubo tales; les gano un impulso que de veras no tengo ni idea de dónde salió ni cómo fue que no tuve que estarme horas discutiendo conmigo mismo para hacerlo. Apreté sus hombros con más fuerza, y así, sin más, me acerqué y la besé en los labios. […] Me separé, y a pesar de que corría el riesgo de echarme a llorar al decir las dos palabras que formaban parte del plan original, las dije.
—Te quiero.
Postre
El Valle de los Lobos, Laura Gallego García.
—Mientras tanto —prosiguió él, adivinando lo que pensaba—, quiero que me prometas una cosa, y que me jures por lo más sagrado que lo cumplirás.
—Lo juro.
Los ojos verdes de Kai parecieron sonreír.
—Vive —pidió—. No trates de acortar tu existencia para reencontrarte conmigo antes de tiempo. Vive michos años, vive intensamente, vívelo todo. Vive por mí la vida que no pude vivir yo.