Y allá vamos, con otra historia de mis amores frustrados, medio frustrados y frustradísimos.
Esta ocurre justo cuando yo entré a la preparatoria. El punto es que la escuela era nueva, los compañeros nuevos y pues todo eso… ya saben, todos los nuevos :D Se llama Luis. Y no es feo.
Nuestra plática empezó en Computación porque casualmente… allí se sentaba al lado de mí. Y me pasó su correo, y empezamos a hablar por msn, aunque así cara a cara, le daba cosa, se ponía super nervioso y a mí me daba mucha ternura. Un día, me confesó, a medias, que le gustaba (con una indirecta extremadamente directa) y pues… yo, ya que no estaba nada feo, y también me gustaba… flipé.
Pero todo acabó pronto.
Me llevó a una plaza. Me besó. Fue super romántico, pero nunca nunca nunca, se atrevió a hacer la pregunta de fuego: esa que haces cuando te declaras. Y poco a poco, después de eso, aunque seguimos en lo mismo, dejo de hablarme, y cuando me di cuenta, a mí ya no me importaba el tipo en lo más mínimo.
Si, no pasó nada.
¿Interesante, no? –sarcasmo-
Pero él es importante para el que viene.