Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain

miércoles, 16 de marzo de 2011

Fauna variada II: Los profesores


Vengo con otra clasificación, sí, otra. Ahora de los profesores. Es que son tan variados que es imposible no clasificarlos, imitarlos, pintar caricaturas de ellos o desear tirarlos por las escaleras todos los días. Así que después de clasificar a compañeros de clase, vengo a clasificar a los profesores, basándome, por supuesto, en esos profesores que me han tocado a mí… y en mi propia experiencia. Pueden faltar, pueden sobrar, pero recuerden que esto se hace a mi criterio.

a) El más malo de todos. Su asignatura a veces es complicada (y si no lo es, el mismo profesor la vuelve), sabe muchísimas cosas y puede enseñar muy bien, pero deja demasiada tarea, nadie –ni el más matado- saca diez con él y sus exámenes provocan pánico, estrés y todos esos trastornos nerviosos que te entran cinco minutos antes de su examen.
b) El malo que no sabe nada. Es un maestro como el anterior, con la única diferencia de que no sabe nada de nada y no consigue enseñarte nada en su clase. Obviamente, el pánico te entra antes de su examen porque no sabes nada de nada del tema porque el maestro NUNCA te lo pudo explicar bien.
c) El que quiere parecer malo y es un pedazo de pan. Sí, quieren parecer muy malos, pero la verdad es que… no lo son.
                                                                           
d) El típico barco. Nunca falta. Y puede ser cualquiera, tanto mejor si es en las asignaturas de ciencias y todas esas. Puede saber mucho, y ser un genio, pero de que las cosas se las pueden entregar mil años después y mal, no hay duda. El que no aprueba con ellos, es porque simplemente, NO asistió a sus clases.
e) El barco que no sabe nada ni controla al grupo. No sabe nada, no sabe explicar, no consigue que te intereses en su clase y, por eso, por supuesto, tú buscas una cosa más interesante que hacer: como platicar, lanzar bolitas de papel, ligazos (hace poco estuvieron de moda en la escuela…), burlarse de los maestros en su clase o dormir. El grupo entero logra desesperarla, y con grupos verdaderamente crueles, puede acabar casi llorando y amenazando con renunciar (no, eso no es una amenaza para los estudiantes, pero ya se sabe… ellos creen que sí).

d) El genio que va demasiado rápido. Explica muy rápido y nadie entiende. Cuando acaba, por supuesto, cree que todo el mundo aprendió y se sigue y se sigue. El resultado es que, por supuesto, ¡nadie aprende nada! Lo que sí es que cuando se da cuenta no se pone muy contento.

e) El que cuenta chistes malos. Y cuando los cuenta, nada más se ríe él; obviamente, cuando nadie se ríe, tampoco se pone precisamente feliz.
f) El que inconscientemente da risa. No lo sabe –y tampoco se lo digan, por supuesto- pero da una risa tremenda cuando da clase o hace chistes inconscientemente. ¿A quién no le ha tocado uno así?

g) Al que todo el mundo odia. ¡No falta, jamás falta! Y no, puede que no sea el malo malísimo, pero aunque sea barco, más barco que nada, es imposible que a alguien le caiga bien. Parece que tiene algo que hace que a todo el mundo, sin excepción posible, le caiga terriblemente mal. Y sí no niego que dan ganas de tirarlos por las escaleras algunas veces.
h) El que a todo el mundo le cae bien. Totalmente opuesto al anterior. No hace falta más explicación.

¿A quién reconocieron? Cuente, cuenten sus experiencias.

Nea.

martes, 15 de marzo de 2011

El gusanito de la nostalgia


Hace poco me ha entrado. ¿No les pasa que de repente les da por contar su vida entera. ¡Pues a mí sí! Hoy precisamente me ha dado y no sé si ha sido agradable o no. Acabé sintiéndome un fósil, pero eso ya es otra historia realmente muy diferente que a nadie, absolutamente a nadie, le interesa (?)…

Pasando al tema… sí, la nostalgia es sumirse en los recuerdos. Preguntarte si has hecho todo lo que querías, lo que no querías. ¡Todo! Hoy me ha dado con Potterfics, porque, a pesar de no llevar allí una eternidad (dos años y tres meses), he hecho de todo: pase por el equipo, fui parte del staff de los Beta Readers, fui jueza en dos concursos, gané un quinto lugar, fue spammer, fui critica de foro de fuera, despiadada y mala, fue flammer, al dejar comentarios nada bonitos, de los que no me arrepiento, en el perfil de Perla Shumajer (que se merece un homenaje, no todos los días uno se topa con la persona que PEOR escribe en la historia del fanfiction), y he hecho de todo.

He conocido a la crema y nata, al equipo, ¿he estado en la crema y nata? No lo sé, tal vez sí. Mi Nick lo puedo encontrar en los lugares más insospechados… ¡dónde ni siquiera soñé con que me conocieran! He estado en medio de habladurías, de huelgas, de sec…religiones –hay que mencionarlo, yo estuve allí cuando se creó el Gabinismo, y estuve allí cuando murió, y no manchen, se extraña-. He visto pasar gente y la he visto ganar fama. La he visto caer desde la cúspide y no volver.

He leído a los “grandes”, a los “famosos” de la página, y podría decir que me codeo con ellos. Me he dado un lugar en una web tan enorme y aunque un montón de usuarios ni me conocen, yo estoy satisfecha con ese lugar, que poco a poco, y con mucho tezón he ido logrando. Gracias a él tengo recuerdos tan preciosos, como el día que conocí en persona a Sandy Yalek o a Frambuesa Potter… ¡TODO!

Me ha entrado ese gusano de la nostalgia y me he quedado sumida en recuerdos, sintiéndome más vieja que antes, preguntándome qué es lo que no he sido en la página.

Nea.

domingo, 13 de marzo de 2011

Del por qué no aguanto a Murakami

Hará poco más de un año que mi papá compró un libro llamado Tokio Blues, de un tal Haruki Murakami, ademas de After Dark, del mismo autor. Tenían muy buenas críticas, y la gente los recomendaba mucho... así que yo me leí uno: Tokio Blues. No me pareció demasiado mal, dejando de lado ue Toru Watanabe, el protagonista y narrador, me pareció un tío estúpido, todo estaba bien... Pero aún así, el libro me dejó un amargo sabor de boca.

No contenta con eso, leí After Dark. Me pareció un libro muy lento, y en algunas partes, hasta tedioso. Pero aún soportaba a Murakami. Aun así... dije que no volvería a leer algo de semejante autor.

Y nunca digan de esta agua no beberé, porque a más de un año, rompí mi palabra de no volver a tocar un libro de Murakami. Mi maestra de lengua nos pidió que leyeramos Al sur de la frontera, al oeste del sol”. Y esta vez, en serio, me decepciono demasiado el autor. No me causa intriga, no me causa emoción, no me interesa. Shimamoto es muy enigmática, sí, nunca sabes por qué viste esas ropas tan caras... o por qué muere su bebé, o porque amenazan a Hajime cuando lo descubren siguiéndola. Por qué nunca sabes nada de ella. Yo no me pregunté nada de eso: no me causo intriga. Me limité a leer mecanicamente hasta llegar a final -bastante flojo y nada sorprendente-

No contenta con esa decepción, leí Sputnik, mi amor. Salió peor. Nunca me pregunté acerca de la desaparición de Sumire, porque no me interesaba, no me causaba intriga, ni ganas de seguir leyendo. Nada. Llegué al final, flojo, lento. Y ahora sí, ni tengo ganas de volver a leer a Murakami. No.

Puede tener prestigio, pero a mí, simplemente, sus tramas no me causan esas curiosidad por saber más, por conocer el final. Nada.

Nea.