De tinta…
Primer
tiempo
La
elegida de la muerte de Virginia Pérez de la Puente.
Keyen
la rodeo con el brazo y la obligó a apoyar la cabeza sobre su hombro. Ella se
resistió un instante, pero después dejó descansar los músculos de su cuello y,
sin poder evitarlo, lloró silenciosamente.
—¿Mejor? —preguntó él con voz amable un
rato después. Ella asintió. Keyen bajó la mirada hacia ella y después posó
suavemente los labios sobre su frente—. Cuando te pica una serpiente —dijo, sin
esperar una respuesta por parte de Issi—, tienes que sacarte el veneno cuanto
antes. Tú llevas años dejando que ese veneno te corra por la venas, Issi. Y eso
te está matando.
Segundo
tiempo
Ciudad
de Ceniza, de Cassandra Clare
—Puedes
cerrar los ojos y pensar en Inglaterra, si quieres —sugirió él.
—Nunca
he estado en Inglaterra —repuso ella, pero bajó los párpados.
Sintió
la húmeda pesadez de sus propias ropas, frías y picantes contra la piel; el
empalagoso aire dulce de la cueva, más frío aún, y el peso de las manos de Jace
sobre los hombros, lo único que resultaba cálido. Y entonces él la besó.
Tercer
tiempo
El
Alquimista, de Michael Scott
—Soy
mayor, muy mayor —respondió Flamel con voz tranquila y calmada—. ¿Sabes a
cuántos amigos he enterrado a lo largo de los siglos?
—¿Y
sentiste su pérdida? —preguntó Hécate. En su voz se percibía una nota genuina
de curiosidad.
—La
de cada uno de ellos.
—¿Todavía
la sientes?
—Así es, cada día que pasa.
—Así es, cada día que pasa.
La
diosa alargó la mano y la colocó sobre el hombro de Nicolas Flamel.
—Entonces
aún eres humano, […]
Postre
Delirium
de Lauren Oliver
[…]
en ese momento recuerdo lo que contesté hace meses […] cuando me preguntaron
por Romeo y Julieta, y lo único que se me ocurrió decir fue que me parecía «bello». Entonces no pude explicarlo, pero
quise decir algo sobre el sacrificio.
La camiseta de Alex es roja y por un
momento me parece una ilusión óptica, pero luego me doy cuenta de que esta
mojada, empapada de sangre. […] Esta de pie, inmóvil y blanco, petrificado en
el rayo de luz, y creo que nunca, en toda mi vida, he visto nada más bello que
él.