Jonás vive
en una comunidad perfecta. No hay guerra, no hay conflictos, no existe la
muerte, ni la desgracia, no hay hambrunas. Pero tampoco hay colores, o música,
o arte… En esta sociedad todos son iguales, no hay posibilidad de elección. Es
una sociedad repleta de normas sobre absolutamente todos los tópicos. Y esa
sociedad es aun peor que la que creo Lauren Oliver, en Delirium, alimentada por
el miedo; o la sociedad de Suzanne Collins, que peca de indiferencia y de
miedo. No, en esta sociedad no hay miedo, no hay paranoia. Todo parece
perfecto, todo parece está en el lugar correcto en el momento correcto, y todos
parecen estar felices con ellos.
Y da miedo.
Sinopsis:
La sociedad en la que vive Jonás es la perfecta descripción del
mundo perfecto. Todo está bajo control; no hay colores, ni música, no hay
guerra, ni posibilidad de elección. Cada persona se ajusta a las Normas de su
Comunidad. Cuando Jonás cumple los 12 años y debe ser asignado a una profesión;
es elegido para una función muy especial y única en su comunidad. En su
formación descubrirá las verdades que subyacen bajo la frágil perfección de su
mundo.
La autora va
soltando la información sobre esa sociedad perfecta tanto que parece ser una
comunidad ideal, sin embargo, poco a poco esa utopía se convierte en distopía,
mientras Jonás va descubriendo los recuerdos que vuelven tan frágil la perfección
del mundo donde ha crecido y que le parecía tan agradable. No hay odio, no hay
amor, no hay ira, ni sentimientos.
Los
sentimientos que los personajes dicen sentir son sólo un vago espejismo de lo
que son los sentimientos en realidad. Tampoco hay posibilidades de elección: a
los doce, a cada persona se le asigna la misión que cargará el resto de su
vida.
—Este es el momento —dijo mirándoles directamente— en que reconocemos diferencias. Vosotros, Onces, habéis pasado hasta ahora todos vuestros años aprendiendo a adaptaros, a igualar vuestro comportamiento, a dominar aquellos impulsos que pudieran apartaros del grupo. Pero hoy hacemos honor a vuestras diferencias, porque ellas han determinado vuestro futuro.
No hay amor.
No hay odio. No hay elecciones. No hay colores, no hay música, y los libros
están prohibidos. Todo parece perfecto, todas las personas, cordiales y
amables. No hay guerras, ni conflictos… pero, ¿no son los sentimientos un
precio demasiado alto a pagar por la paz?
Considerado
un libro prohibido que ha estado censurado muchos años en Estados Unidos hace
que te plantees las cosas de un modo diferente.
Si todo es lo mismo, no podemos elegir.
Nea