Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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martes, 7 de marzo de 2023

A pesar de Camelot, Verónica Pazos | Reseña

Portada de A pesar de Camelot de Verónica Pazos

Sinopsis: Era una mañana de niebla cuando el merlín dejó a Arturo en la puerta de Kay. También lo era cuando vio la piedra y arrancó la espada. Cuando se la entregó a su hermano. Cuando dejó de oír al bosque. Cuando Camelot se diluía en las sombras del agua. Cuando Kay recogía la espada y la corte oculta también estaba mirando; el bosque, sus seres.
Siempre un Arawn en el trono, siempre un Lanzarote en el lago. Siempre Arturo y el destino.

Estoy obsesionada con Lanzarote en el lago, con Arturo y con su destino y en general con todo lo que rodea al mito artúrico y a la matería de bretaña. Eso me hace bastante propensa a buscar este tipo de libros (no que todos me gusten, pero los de Vero Pazos hasta el momento son de mis favoritos). Silvia Plato lo dice en su Breve Historia de la Fantasía (y ya lo dije en la reseña de Noche en Tintagel, libro conectado a este pero que se puede leer de manera independiente, un detalle que me parece espléndido en este mundo lleno de secuelas, precuelas e historias conectadas que a fuerza necesitas para entender algo):

Y es que quien sucumbe una vez a la leyenda artúrica, irremediablemente, sucumbirá mil veces más y no podrá evitar que terminen cayendo en sus manos todas las obras que resuenen con los ecos de la Dama del Lago.

No es una mentira. Cada que algo cae en mis manos donde resuenan los ecos de la Dama del Lago me siento en la absoluta necesidad de leerlo (y sufrir decepciones es, definitivamente, algo triste). A pesar de Camelot me consumió por completo y casi lo acabé en un viaje de siete horas en autobús. No podía hacer nada más que leer, así que no podía soltarlo; narra una de las historias más conocidas de la leyenda: Arturo sacando Excalibur de la piedra. Incluso muchos de los que no tienen ni idea del lore artúrico, han visto La Espada en la Piedra (adaptación de la primera parte de El rey que fue y será de TH White) y conocen a Grillo, a Merlín y a Kay.

Excalibur en la piedra
Excalibur; por Jeremy Paillotin

Verónica Pazos le imprime su visión, su prosa y hace una versión como nunca antes he leído una (y eso es lo bueno que tienen las palabras: podemos seguir reinventado los mitos y las historias y seguirlas contando y serán la misma y otra diferente a la vez). Agarré un par de temas sobre la novela para discutir. 

Lo féerico y el Otro Lado

Ya he hablado en varias ocasiones de cómo cierta tendencia a descubrir el lado oscuro de los cuentos de hadas, a recordarnos que los seres féericos no siempre son buenos (aunque se les sigue enmarcando en lo bueno y malo), etc., en realidad sólo está descubriendo que el agua moja. O sigue terca en tratar a lo féerico como si fuera humano. Puede que a las hadas las hayamos creado nosotros, escribiendo historias. Puede que el bosque lo hayamos ido poblando, poco a poco, contando historias. Pero los elfos, las hadas, nada de eso es humano. Vienen de las historias y de todas las voces que las han ido construyendo, poco a poco. 

Lancelot en la capilla, ilustración
Ilustración del libro The Book of Romance

Cuando yo leo fantasía me gusta que exista esa atmósfera que me permite recordar que estoy tratando con criaturas que no son humanas. Ese momento en el que el texto las vuelve reales para mí. Hay un montón de recursos y un montón de maneras. Incontables escritores se han dedicado a imaginar el Otro Lado, el Bosque, el Reino Peligroso, todos esos mundos secundarios a los que accedemos imaginando y moldeándolo a su gusto. 

 Hoy en día, de hecho, se puede ver hasta casi una obsesión por lo que llaman worldbuilding. Yo soy muy escéptica del fenómeno, porque aunque me parece una gran herramienta cuando estamos hablando de partidas de rol y juegos afines, encuentro que el foco del worldbuilding no es La Palabra, en mayúsculas, ni el lenguaje. Podemos construir un mundo, sí. Tan detallado como queramos o tan poco detallado como lo deseemos. Construir mundos así, hacer sus mapas, fichas, sus enciclopedias, todo eso me parece, en teoría, fascinante, porque además de fantasista y de lectora, y de escritora, fui rolera. Pero cuando quiero enfocarme en la literatura, soy escéptica.

Siento que si sólo nos enfocamos en escupir detalles sobre lo que estamos construyendo y no trasladamos eso a la prosa y al estilo, realmente no funciona. Podemos hacer todo el worldbuilding del mundo, si quieren, y nunca hacer un trabajo verdaderamente literario. Hay miles de manuales. Tipos de clima, cómo dibujar mapas, sistemas económicos, cómo hacer que tu historia medieval se vea legítima según en dónde la quieras ambientar (si es que tiene una conexión con nuestra realidad), armaduras, palabras. Todo está muy bien, pero de repente en un montón de estas obras lo que tienen es datos. 

Sólo datos. 

La dama del lado, en pintura
La dama del lago, por Speen Lancelot

Cuando hablo de mi fascinación por lo feérico de Verónica Pazos reconozco que es porque es alguien que hizo realmente un trabajo con el lenguaje y las palabras y la literatura no tiene más que eso. La lengua. Siempre sabes cuando los personajes de A pesar de Camelot se están enfrentando al otro lado o hablan con un ser que no es humano o descubren una parte de su naturaleza que hasta el momento no entendían. Te lo dicen sus palabras, cómo hila las oraciones, cómo se vale tan sólo del lenguaje para construir aquella atmósfera en su libro. Ya lo mencioné cuando hablé de Noche en Tintagel, el libro que precede a este (ambos se pueden leer sin leer el otro, pero leer ambos complementa muchas cosas de ambos). 

Aquello que se esconde en el otro lado es fascinante, sin duda. Ya lo puse en la cita al principio: aquellos que escuchen los ecos de la Dama del Lago no podrá escapar nunca. 

Arturo y el destino

Hay muchas versiones de la historia del rey Arturo, muchas visiones. Quizá una de las más famosas es La espada en la piedra, basada en la primera parte de El rey que fue y será de T. H. White (tengo ganas de hablar de ese libro porque tiene partes que me gustan mucho y grandes detalles, pero a la vez T. H. White era muy anticomunista y hay cosas que sólo me ponen los pelos de punta, pero bueno: su Lanzarote es de las cosas que más recuerdo con cariño). Hay películas, hay libros, hay pinturas, poesía. Hay toda una generación que vio Merlin en la BBC (hola, soy yo). Hemos oído el nombre de Merlín, de Morgana, de Arturo y Guinevere. Aun cuando mucha gente no tenga ni idea de todo el lore de la materia de Bretaña, al menos han escuchado sobre el rey Arturo y por qué es tan importante para Gran Bretaña. 

Arte conceptual de Camelot en los tiempos de Arturo.
Camelot en los tiempos de Arturo, por Kieran Belshaw.

Me gusta la visión de Verónica Pazos sobre él porque, desde luego, pinta una imagen muy interesante sobre él. Lo vemos a través de los ojos de Kay, el hijo de Sir Hector, el caballero que acoge a Arturo (Grillo, si vieron Disney o Verruga si leyeron a T. H. White). Nos encontramos con la Dama del lago, con el otro lado, con la magia, con el destino de Arturo, del cual él todavía no sabe nada. 

Una manera de simplificar al máximo a los personajes sería decir: sí y es que son personajes grises (¿acaso no lo son todos los personajes o al menos la mayoría, porque los humanos no nos definimos bajo el bien o el mal absoluto?). La frase no es una mentira, pero creo que no alcanzaría a hablarles de la relación entre Arturo y Kay, las mentiras, el destino. La mirada de Kay sobre Arturo y los pensamientos de Arturo, que no alcanzamos a ver hasta que la narración no nos lo permite. Me gusta mucho como la prosa de Vero Pazos va hilando poquito a poquito cómo están unidos los dos personajes y cómo están entrelazados sus destinos. Me inspiró a escribir cosas a mí y eso no es poco

También me gusta la mirada sobre el destino y lo inamovible que puede ser o parecer. Me fascina la narrativa en la que, a fuerza de evitarlo y huir de él, se va cumpliendo, poco a poco. Ver cómo los personajes son libres de elegir y van eligiendo aquello para lo que están destinados aun cuando saben que preferirían huir. Y es que, ¿por qué contaríamos historias, si creyéramos que no se puede cambiar algo tan inamovible como eso?

(Podría contarles, en un paréntesis cómo digo que escribir es destino: porque sé que yo no puedo hacer nada más, que escribir es como respirar, que al fin y al cabo es mi destino, sera buena para eso o no; podría intentar huir, pero siento que siempre volvería de nuevo, al principio, una y otra vez; pero no venimos a hablar de eso, sino de los personajes de Vero Pazos).

Conclusiones

El encantamiento de Merlín; Merlín indefenso ante Nimue
El encantamiento de Merlín, por Edward Burne-Jones

Al final, si buscamos libros del Rey Arturo y los personajes que lo rodean, encontraremos muchos. Películas, cómics, videos en internet, juegos de rol, fanfics, adaptaciones para todo tipo de narrativa. ¿Por qué un libro más o un libro menos sería diferente, sería bueno, sería imperdible? La verdad es que no lo sé. Yo puedo apuntarles hacia A pesar de Camelot y contarles por qué me devolvió el amor por el mito Artúrico (y a ustedes podría no causarles nada al final, pero al menos me quedaré con el cariño de haber escribo sobre él). Lo que sé es que todas las buenas historias inspiran a otros y luego esos otros siguen inspirando a otros y así hasta el infinito. Si seguimos escribiendo y contando sobre Arturo y Lanzarote (y sobre el caballero verde y Sir Gawain, sobre Tristán e Isolda, sobre Percival, sobre Blancaflor, sobre Igraine y Uther, y Merlín y el otro lado y Pywill y Sir Grummore, sobre el Rey Cuervo) es porque existimos muchos que seguimos escuchando el rumor del agua, de la Dama del Lago y escuchamos sus ecos en todas partes. 

Este libro es uno de esos ecos; pude escucharlo cuando lo leí. Por eso lo estoy poniendo aquí y lo recomiendo. A pesar de Camelot, de Verónica Pazos. Escuché a Lanzarote caminar en el bosque y corrí a buscarlo. Si ustedes también han escuchando un rumor que se le parezca, entonces este libro les puede gustar mucho y, por eso, se los recomiendo. Si lo leen, no duden en contarme. 

domingo, 24 de julio de 2022

La compañía amable, Rocío Vega (o de historias que se contradicen a sí mismas)

Sinopsis: No hay nadie que no haya oído hablar de la Compañía Amable y sus hazañas, desde Salazim al reino de Aimar. De aventureras se convirtieron en leyendas, pero las canas no perdonan y el tiempo las ha separado. Y aunque los achaques y las viejas heridas aún duelan, aunque apenas se vean, aunque ni siquiera hayan sobrevivido todas, siempre serán un equipo. Por eso se lanzan al ataque sin dudar un momento. Por eso acuden a la llamada sin importar el peligro. Porque son amigas. Y por una amiga es distinto.

Fue una pésima experiencia, no lo voy a negar. Creo que quizá me debí de haber planteado qué buscaba antes de entrar al libro porque al haberlo agarrado con poca expectativa, simplemente porque era un libro de fantasía que se desmarcaba un poco de lo que hoy es el mainstream contemporáneo que han impuesto, sobre todo, los gringos, encontré poco y nada de lo que parecía ser desde su sinopsis. Veo el libro, con sus relatos y me cuesta saber por dónde empezar a reseñar. Creo que aplicaré la idea de hacer una lista porque no tengo un tema concreto (pero sí mucho incisos que como lectora me gustaría remarcar) salvo que La compañía amable es un texto que se contradice así mismo y hasta parece que narrativamente se miente a sí mismo constantemente y es, por lo menos, frustrante. Se le asoman las costuras todo el tiempo. 

En fin, allá vamos. 

Dos notas antes, no más: la reseña es para los lectores nada más y me baso en mi derecho en opinar lo que se me da la gana de cualquier libro publicado que leo. Dicho eso, vamos por partes, como dijo Jack, el destripador (aviso de que algunos spoilers hay):

Al-Andalus, Pablo Mendoza Peces

1. Hay una insistencia de parte de varias reseñas y del libro mismo en contarte que es una novela con una estructura particular. A mí me gustan las estructuras no lineales, pero creo que tenerlas claras ayuda a desarrollarlas. El poner el hilo conductor con flashbacks relacionados intercalados no es descubrir el hilo negro de las historias no lineales, tengo que decir (por ahí si lograra su cometido me gustaría porque me resulta interesante pero yo no lo llamaría innovador). El problema es que más bien que novela es una colección de cuentos que va dando tumbos por allí y por allá y referencia a los anteriores queriéndote convencer de su estructura de novela, pero no dejan de ser cuentos que no comparten más que personajes. Sólo el penúltimo hace un intento por unir el rompecabezas y no sé yo si ya para entonces era demasiado tarde. 

2. La descripciones no fueron lo mío. No puedo decir nada positivo ni negativo de ellas porque a mí no me gusta el tono medio grotesco que tienen, aunque reconozco que no es la primera vez que las leo del tipo en el pulp o en espada y brujería (género al que obvio hace alusión la historia, que es muy rolera de por sí). Así que ese punto lo dejaré descansar.

3. Los personajes no tienen voces distinguibles, especialmente en su versión más adulta. A algunas se las puede distinguir entre jóvenes y viejas (pero mientras son jóvenes todas tienen voces y tonos parecidos y si no hubiera acotaciones sería imposible distinguir de alguna manera quién habla) y a otras, como Trig, no. Otros personajes no le importan ni a la autora, como Ava, así que no veo porque me tengan que importar a mí.

Córdoba, Ananda C. Arán

4. Se agradece la diversidad pero también se siente como una lista taxidérmica en la que uno va tachando cosas: listo, ya hay una mujer trans, una persona en el espectro no binario, listo, mujeres sáficas, etc. Es más orgánica que en muchas cosas más mainstream porque está por todas partes, pero también es víctima de su propia trampa. Por ejemplo: a pesar de que nos encontramos en un mundo en donde se hace referencia a distintas ciudades con distingas costumbres y, sospecho, formas del habla, la única vez que se hace una diferencia es usando acentos y siento que es muy patronizing al respecto (las protagonistas, después de escuchar hablar al chico que hablan con acento se ponen a exotizarlo en plan "es que habla muy mono"). A mí directo me incomoda que cualquier persona, sobre todo del primer mundo o en un estrato social por arriba del mío llegue y me diga "ay, que mono acento". Siento que ese tipo de detalles le hacen poco favor al libro, porque usualmente los personajes se enfrentan a las ideas preconcebidas que cargan... siempre y cuando la pluma de la autora las note y acabas en esta sensación de volver a estrellarse con una realidad cuyas reglas se desdibujan. (Como nota, que al final el acento sea sólo un recurso burdo para que las protagonistas brillen es... extraño). 

5. Hablando de diversidad aún más: está muy bien no dejar pasar la transfobia, pero con la acefobia te voy a poner excusas, dijo el texto del libro. Hay una escena en la que un personaje, por desconocimiento y porque es muy bruta al hablar, le dice algo a una mujer trans aludiendo a que quizá necesita transicionar completamente para ser una "mujer de verdad". El libro luego habla de que la transición es un proceso delicado (similar al mundo real, aunque allá hablemos de magia) y que no necesita cambiar sus genitales de esa manera para ser una mujer de verdad. Es una de las primeras escenas de ese personaje y dejando de lado que a mí no me gusta que los personajes trans siempre tienen que ser un mecanismo en el que los autores (especialmente fuera de lo trans) dan lecciones de esa manera (haciéndolos reafirmar su género mediante consignas para que el texto nos diga "mira, quien escribió esto sí es woke") es medio tramposo (no hay esa clase de escena en The Order of the Pure Moon Reflected in Water: el protagonista es un hombre y ya está y explica su historia con las palabras y la terminología que conoce pero nunca te rompe la cuarta pared para decir: soy un hombre de verdad).

En fin, aprendemos algo, la personaja que dijo las cosas entiende que debe disculparse y ni dos escenas más adelante leemos como alguien dentro del mismo grupo la agrede porque es asexual a sus espaldas. Considerando cómo trata el texto las palabras hirientes pasadas, esperas que llegue el momento en el que también hable de eso, pero no. Lo único que conseguimos es una disculpa de mala gana y una excusa de mierda: "es que ya sabes cómo somos, así nos llevamos, somos pesadas". (Se puede ser pesado sin hacer gaslighting, pero no se lo contaron a las personajas de este libro). Hay una disonancia tremenda porque el subtexto te dice que son buenas personas con una desesperación terrible, pero luego pasan esas cosas (que son una oportunidad para mostrar errores y matices) y el subtexto, subido en su burro de que son muy buenas personas todo el tiempo, en todo momento y en todo lugar, se contradice a sí mismo, peca de lo mismo que condena a otros y te saca del mundo en el que te metió

Córdoba, Ananda C. Arán

6. Sobre el mismo punto: ser woke o consciente socialmente en el subtexto y que el texto refleje otras cosas o se contradiga es... común. El mundo en el que viven las protagonistas es un mundo donde hay esclavitud. No me voy a poner a disertar sobre si era o no necesario (yo creo que si no vas a tocar al tema directamente y tú estás inventando el mundo completamente, a la mejor no es neceseario, pero ahí lo valora cada quien) porque todos los textos están escritos como deben ser (aunque se contradigan), pero sí quiero resaltar un punto que me pareció molesto. La esclavitud se cuestiona sólo cuando le viene bien a las protagonistas, sólo cuando las toca directamente o las amenaza directamente. Esto no me parece de entrada mal porque es algo que pasa en el mundo, pero el texto lo vuelve directamente incómodo al llegar a la historia de Nadeeha, quien se reencuentra con su antigua amante (ambas de familias ricas, la segunda venida a menos) quien le dice que tuvieron que venderlo todo: los muebles, sus pertenencias, los esclavos..., menos a una porque ya estaba vieja y nadie la iba a querer. Así. Tan deshumanizante. Yo dije: uhm, quizá deberíamos volver sobre esto (porque el tema ya había aparecido dos veces antes en el libro), quizá la deshumanización no sea tan gratuita. No: lo era. Y el subtexto convenciéndote de que la que la había hecho era una pobre desgraciada que merecía ayuda y empatía y yo ya estaba en el punto de u can choke

En mi comentario en goodreads dije que toda España debería plantearse como toca este tema (hello, colonialismo, my old friend) y si tuviera que ajustarlo diría que todo el primer mundo debería hacerlo. Sobre todo cuando las instituciones monárquicas (países con monarquías, let me laugh) lloran por que la gente les dice oye igual y pedir disculpas no es tan difícil, eh. Al final, es una cultura que sale desde más arriba y llega hasta lo más abajo y ni cuenta nos damos a veces, pero las deshumanizaciones siguen allí y siguen siendo incómodas.

The Meditation Garden, Eddie Mendoza

7. La compañía amable quiere convencerte activamente de que sacrificar a un tu propio nieto por una amiga es un acto de sororidad. No tengo comentarios. El falso dilema moral que el libro te quiere asegurar que existe es despreciable (y en lo personal, odio al personaje de Dalika y no creo que tenga que perdonarse ella misma, creo que su hijo es el único que puede determinar si merece perdón de ningún tipo). 

8. Me parece productivo que el libro exista como ejemplo del uso del lenguaje inclusivo (en el caso del libro, se usa la e) en la literatura. Ya por lo demás que lástima que sea tan malo, pero desde un punto de vista lingüistico seguro es interesante. 

9. ¿Lo recomiendo? Así personalmente, creo que es claro que no. Pero cada lector tiene su viaje y sus análisis y si creen que como lectores les puede reportar algo, pues a leerlo. 

Nos vemos en la que sigue. Prometo cosas más positivas.

PD: A todas las reseñas de goodreads que decían que era imposible encontrar fantasía así en España, que no se veía fantasía épica, que los gringos y los ingleses todos, les sugiero asomarse a Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute para reconocer que SÍ hay fantasía épica en España y que, aunque sea más invisible que en otras partes (las razones las explica Silvia Plató en Breve Historia de la Fantasía), sí existe. Esto como invitación a conocer el género que reseñamos, sobre todo si vamos a hablar de él tan categóricamente. Yo no podría, leo un libro y todavía me faltan cinco más.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Noche en Tintagel, Verónica Pazos | Reseña

Portada de Noche en Tintagel de Verónica Pazos

Sinopsis: Era una noche de lluvia cuando Uther Pendragon se enamoró de la esposa del conde Gorlois. También lo era cuando suplicó a Merlín que le diera el rostro de su enemigo por tan solo el espacio de una larga noche, aunque entonces no fuese consciente de cómo de larga sería. La lluvia siempre es más espesa en Tintagel, la noche siempre es más aterradora en la guerra, Igraine siempre es más bella cerca del mar. La batalla ya ha sido librada cien veces en los sueños del destino.

Podría no hacer sido una tormenta tan violenta, podría no haberse hecho de noche, Gorlois podría no haberla enviado a Tintagel, Uther podría no haber suplicado a Merlín hasta que su voz se hubo marchado, ya agotada, hacia el mar. Pero es una tormenta muy violenta, es una noche muy cerrada, Tintagel está sobre el agua y Uther está en Tintagel. 

Así empieza este libro que conseguí y empecé específicamente porque trataba algunas cosas que me interesaban del ciclo Artúrico. Como Igraine, la Reina, la mamá de Arturo, a la que Uther había violado (o no, depende de la versión de la historia) porque se había quedado prendado de ella en una obsesión muy poco sana para todos y muy beneficiosa para Merlín (puesto que el rey que estaba predestinado, o sea, Arturo, nacería de esa unión). El libro cuenta tan sólo la historia de lo que fue una noche en Tintagel (un castillo medieval que sí existe, situado en North Cornwall) y también para el Otro Lado, el otro mundo que muchos conocen como Faërie. 

Tintagel, en Gran Bretaña
Tintagel

Y hay dos cosas que quiero tratar especialmente en esta reseña, así que la voy a separar en dos, igual que el libro, que está separado en dos partes.

Igraine en este lado

—[...] Cada día, a partir de hoy, solo veremos amanecer, prohibiré la noche, cuando venzas a Uther y seas el rey de toda Bretaña y yo, tu reina... —dice, al fin mirándolo—. Entonces te pediré que prohíbas la noche, que ordenes a tus arqueros que apunten sus flechas hacia la luna y que no cesen sus disparos hasta que los primeros colores del arrebol rasguen el cielo como una tela barata.

En la materia de Bretaña, Igraine es conocida por ser la madre de Arturo (y creo que todos sabemos sobre el rey Arturo). Se convierte en la esposa de Uther Pendragon, el padre de Arturo, tras la muerte de su primer esposo, Gorlois de Cornualles. Y otras veces la historia se va por muchos lados, depende de qué versión se lea y que tanto detalle sobre Igraine se encuentre. Muchas versiones coinciden en que era considerada muy hermosa, capaz de hacer perder el aliento a los caballeros, lo que causa que incluso Uther se enamore de ella y acabe haciéndole la guerra a Gorlois con tal de tener una excusa de quedarse con su esposa. Así, pues, Gorlois deja a su esposa en Tintagel, un castillo que, se dice, es imposible de asediar, puesto que el agua lo rodea. Y este libro narra la historia de la noche en la que Uther consiguió entrar en Tintagel y engañó a Igraine creyendo que era Gorlois (ayudado por Merlín, a quien le interesaba mucho que Arturo naciera y había una profecía) para acostarse con ella y todas esas cosas que hacen los hombres pendejos que creen que una mujer les debe afecto. Y así, pues, lo vemos desde sus ojos.

—El destino es esta noche. —Uther no duda cuando responde, siente la verdad pegada a su lengua como el sabor de un asado bien especiado—. Que yo esté aquí, que tú estés aquí, que la luna esté hermosa, que tú lo estés más, que las sábanas sean tan suaves, que tú lo seas más. El destino es como esta noche. Esta noche está destinada a terminarse.

Tintagel Castle, por Karine Villete
Tintagel Castle, por Karine Villete

Muchas veces, cuando lo que importa es Arturo y su historia, Igraine tiende a volverse una figura desdibujada (ella no crió a su hijo, por ejemplo) a través de la materia de Bretaña. Es el nombre de una mujer, a veces, tan solo y nada más. Sin embargo, si he encontrado muchas escritoras (sobre todo ellas, aunque hay excepciones) que rescatan los nombres femeninos de la materia de Bretaña y construyen sus historias, re interpretaciones, re imaginaciones y lo que se les ocurra con ellos. Un ejemplo es Marion Zimmer Bradley, que recupera a Morgana y durante la primera parte de Las nieblas de Avalon (en español editado como un pequeño volumen llamado Experta en Magia), también a Igraine y elige escribir un romance con Uther que se repite a través del tiempo y las reencarnaciones, cambiando la leyenda y removiendo a Igraine del papel de la víctima. En su tiempo sí me pareció una reinterpretación interesante, debo decir (aunque debo terminar toda la historia), pero hoy vine a hablar de otro recuento de esa noche en Tintagel. 

Uther, con el rostro de Gorlois, se introduce en el castillo y pretende engañar a una Igraine muy lista, desconfiada, que no duda en cuestionar lo que ocurre en esa noche tan larga. Además, a través de Igraine me pareció que Verónica Pazos aprovechaba para explorar la vida de las mujeres nobles en esa época. Es interesante porque una cosa a la que siempre se enfrenta uno cuando se habla del Medievo es a todas las preconcepciones que la ponen como una época en la que se atrasó la ciencia, no existió ningún avance y es como un hoyo negro en la historia de Europa. Tan, tán. Las mujeres eran todas pobres desgraciadas sin nombre, partidas por el mismo molde (creo que esto ya se desmiente con recuentos de la historia de las mujeres tales como lo tiene Kollonati en La mujer en el desarrollo social o incluso Simone de Beauvoir en El segundo sexo); hoy todo lo que nos parece bárbaro e imposible es adjudicado sin más a la edad media y listo. Los clichés de la Edad Media son tantos y tan selectivos que ya hasta me río de ellos. No porque no fuera una época en la que no pasaran cosas malas, no: es que me da risa que existan autores rancios que justifiquen la violencia a la mujer que ponen por shock value en sus libros, sin sensibilidad alguna, como realismo porque "así eran las cosas" (y sólo se preocupan por ese realismo, nada más, nada de la higiene, nada de las enfermedades, nada, sólo la violencia; ese y no más) como también me da risa cuando se pone al supuesto "realismo" por encima de las historias (aunque esto me da menos). 

Castle on the rocks, Thomas Salonga
Castle on the rocks, Thomas Salonga

Redescubrí el medievalismo de la mano de muchas escritoras (por ejemplo, Verónica Murguía con El fuego verde) y le volví a abrir las puertas a algo que estaba lleno de señores de hoy peleándose por quién ponía más violencia gratuita nada más porque sí. Verónica Pazos también ha sido un pasito pequeño en todo el redescubrimiento que llevo y en mi obsesión a la materia de Bretaña (la cual he escrito, reimaginado, deshecho, convertido en millenial, movido y todo lo que a ustedes se les ocurra). Siento que especialmente las autoras contemporaneas que están escribiendo un poco al margen de lo que se impone en el mainstream gringo tienen cosas muy importantes qué contar y tienen cierta sensibilidad especial para hablar de los personajes femeninos y muchas veces salirse de a dicotomía de la guerrera fuerte vs la doncella débil y explorar otros arquetipos. Igraine no demuestra usando la espada como una guerrera y, aunque yo amo a las personajas que lo hacen, también me parece importante que existan ejemplos en los que el intelecto, la audacia y astucia demuestren la fuerza de un personaje.

Durante casi la primera parte observamos a Igraine desde los ojos de Uther que finge ser Gorlois. Tanto para él como para los lectores, forzados a enfrentarse a la mirada obsesionada y parcial de Uther, Igraine es un misterio. No es hasta después que ella misma se asoma hacia la narración y leyendo somos testigos de quién es realmente Igraine, fuera de ser la esposa de Gorlois o la obsesión de Uther, que intenta explicarla desde sus ojos, sin ser capaz de hacerlo. Me pareció una manera interesante de tratar el tema porque cuántas veces no hemos visto mujeres escritas y definidas a partir de las miradas de los hombres que las rodean. Aquí primero vemos a Igraine con un Uther terco por definirla así y luego tenemos que enfrentarnos a su figura de frente, sin ningún tipo de mirada masculina.

No deseo que me elijáis porque mi padre es rey o porque mi madre está muerta y eso os apena, o porque mis hermanas están prometidas, o porque este castillo está en la frontera de reino y eso os favorece, o porque mis hermanos varones son infantes y débiless [...]. O porque os parezca bella, como yo tampoco deseo elegiros porque así me lo parecéis. [...] Deseo que toméis entre vuestras manos mi líquida alma y de ella bebáis hasta notar el cuerpo pesado y la mente ebria. Deseo que, cuando mi sangre se haya mezclado con la viestra y ya no podáis distinguirla, entonces sostengáis mi corazón desnudo prieto entre nuestras manos hambrientas y que, devorándolo hasta la saciedad, deseéis que no haya podido ser de otra forma.

 Arawn en el otro lado

Merlín hace la noche más larga de lo que debe y el mundo debe pagar las consecuencias. El otro lado (Faërie, el País de los Elfos, el Reino Peligroso o como sea que lo conozcan) también se enfrenta a las consecuencias del hechizo que el merlín llevó a cabo para alargar la noche de Tintagel y que fuera concebido el hijo de Uther e Igraine. Aquel lado que no conoce la muerte porque tampoco conoce el tiempo, ni la empatía, donde los elfos y las hadas hacen fiestas y se deleitan convirtiendo a sus humanos favoritos en estatuas o devorando a los niños que cambian para que sus vástagos puedan sobrevivir protegidos en el lado que conocemos.

Forest of Fairies de Christian Harimuti
Forest of Fairies de Christian Harimuti

Sin contarles la trama, ese lado también aparece, con Rhiannon a la cabeza (una de las figuras más proponentes de los mitos celtas) y la historia de Arawn, dios astado, el rey del Otro Lado. Siempre me ha gustado una buena historia que sepa conectarse al folclore, porque toda la fantasía está parada un poco sobre él. Silvia Plato, en Breve historia de la fantasía (un libro sobre el que tengo pendiente hacerles algunos apuntes por aquí), habla sobre la materia de Bretaña y todo el mito que la rodea de una manera que me parece muy atinada (en mi caso, al menos, como lectora y escritora): 

Y es que quien sucumbe una vez a la leyenda artúrica, irremediablemente, sucumbirá mil veces más y no podrá evitar que terminen cayendo en sus manos todas las obras que resuenen con los ecos de la Dama del Lago.

Alrededor de la leyenda artúrica tenemos un montón de mitos y folclore que todavía nos rodean y que seguimos explorando. Sucumbiremos mil veces más leyendo, buscando, disfrutando, escribiendo. Este libro me gustó porque me da una provada de lo que estilísticamente es capaz Verónica Pazos y aunque por momentos pensé que no sabía a dónde iba a llegar (quizá uno de los únicos problemas, que sentí que al principio dio unas vueltas más de las necesarias; pero como la prosa era muy preciosa disfruté muchísimo el viaje de todas maneras). La segunda parte, por el contrario, me pareció mucho más vertiginosa al ver a los personajes enfrentarse al Otro Lado y a lidiar con las reglas de ese mundo y la magia. 

Rhiannon cabalgando en Arberth

—[...] Cuando un humano muere en vuestro Lado, su alma se convierte en un fantasma, todavía guarda la forma de su cuerpo. Sin embargo, cuando muere en Este Lado, en nuestro Lad, las fuerzas de la magia aplastan su contorno, lo reducen hasta hacerlo indistinguible, pierde toda humanidad porque este reino no conoce la humanidad, no conoce la muerte.
—¿Convertirlos en estatuas es un acto de piedad? —Uther apenas contiene la risa.
—No, es un acto egoísta. Los miembros de mi corte convierten en estatuas a sus amantes para poder observarlos siempre, mantenerlos vivos como ellos, tan inmortales. La gente blanca no puede morir por el paso del tiempo, porque en Este Lado no conocemos el tiempo.

Tolkien llamó a ese mundo, ese lado, ese otro lugar, el Reino Peligroso precisamente porque no era un lugar rosa pastel al que fueras a tomar té con las hadas. Sí, se puede hacer tratos con esas criaturas, pero a veces el precio del trato es mucho más alto que lo que sacarás a cambio (y todo este libro es prueba de ello). Últimamente he estado muy acostumbrada a ver libros que pretenden llamarse fantasía por tener uno o dos elementos de adorno (recordemos que el dragón no hace a la fantasía) y que me cuentan intrigas palaciegas nada más (nada contra ellas, me gustan mucho, pero el dragón no hace a la fantasía, repito; no me interesan las historias donde la magia no tiene consecuencias, tomamos tecito con las hadas y no hay nada peligroso en el Reino Peligroso...).

Amanecer en Tintagel (conclusiones)

¿Les recomiendo este libro? Sí. Fin.

No es cierto, me voy a extender más. Creo que es una buena obra para ver qué es lo que puede ser la fantasía hoy y cuál puede ser el panorama del momento, sobre todo en español, donde sigue siendo un género mal entendido, despreciado y que todavía no tiene el auge que en este momento tienen el fantástico, la ciencia ficción y el terror (que sí, hay hibridaciones que me resultan muy interesantes, pero pongámonos por un momento en el papel de la fantasía solito). 

Me dejó deseosa de leer más a Verónica (que además si se dan una vuelta por su tuiter verán que tiene más proyectos de fantasía y medievalismo; editoriales, denle casa) y seguir conociendo sus letras. Noche en Tintagel lo encuentran en Onyx Editorial (lo que significa que para este lado de charco sólo está en digital y a estándar de euros, la buena accesibilidad...) por si esta super reseña conseguió hacerlos que se interesaran un poco más por él.

Ahora sí no me extiendo más, nos vemos en la siguiente reseña.

domingo, 17 de enero de 2021

Olvidado Rey Gudú, Ana María Matute | Reseña

Olvidado Rey Gudú

Sinopsis: Olvidado Rey Gudú es una de las grandes novelas de este siglo. Repleta de fábulas y fantasías, narra el nacimiento y la expansión del Reino de Olar, con una trama llena de personajes, aventuras y un paisaje simbólico: el misterioso Norte, la inhóspita estepa del Este y el rico y exuberante Sur, que limitan la expansión del Reino de Olar, en cuyo destino participan la astucia de una niña sureña, la magia de un viejo hechicero y las reglas del juego de una criatura del subsuelo. Tejida de realidad y leyenda, de pasado y presente, Olvidado Rey Gudú constituye también una gran metáfora del alma humana y su historia, alentada por los deseos y las inquietudes que desvelan al ser humano desde hace siglos.

Ocurre que hasta ahora puedo sentarme con el cerebro suficientemente en calma (pasa que el mío nunca se calla y por eso escribo y borro en cantidad) para hablar de este libro. Fue uno de los favoritos del año pasado, tal como pudieron ver en los Oscars Literarios. No me cuesta entender cómo es que Ana María Matute decía que quería ser recordada por este libro. También me gustaría ser recordada por una obra de este tamaño, es la clase de libros con la que me gusta dialogar al escribir (y justamente ya me descubrí haciéndolo, porque no escribimos en un vacío, sino que estamos llenos de influencias y referentes).

Entre el marketing y los referentes de fantasía

«Para cuidar y atender su educación —respondió el Conde Olar con voz reventante de orgullo, y una chispa de maligna socarronería—. Para adiestrarlo en el arte de la caza y de las armas». Era la primera vez que Sikrosio oía llamar a su padre arte a aquella suerte de desesperación colectiva que les obligaba a lanzarse unos sobre otros, espada en mano, en defensa de un palmo de tierra.

Empecé leyendo este libro como parte del club de lectura del foro de La Noble y Ancestral Casa de los Black. Merece una mención porque es el club de lectura al que le he sido más fiel en mi vida (a pesar de reiteradas ausencias) y porque siempre ha sido un lugar para comentar libros. Gustó y no gustó, por supuesto. Leyendo un compañía uno aprender que a veces los libros no le gustan a todo el mundo porque no todo el mundo tiene los mismos intereses, referencias o trayectos lectores; es el riesgo de leer en proyectos comunitarios. Incluso cuando son tan cerrados como un foro de fanfiction. De los comentarios de este libro (en goodreads, entre mis propios amigos, en otras reseñas) me llamó la atención especial uno: las reiteradas menciones a George Martin y las comparaciones con Canción de hielo y fuego, pero no sólo eso, sino el "es que esto el Canción de Hielo y Fuego Hispano". No puedo expresar cuanto odio eso. "El señor de los anillos latinoamericano", "el Martin mexicano o cualquier nacionalidad que ocurra", "el Tolkien asiático" y así, eternamente, con cualquier referente famoso de fantasía. En este mundo obsesionado con las ventas nada se sostiene por lo que es, sino que siempre tiene que ser algo más.

Ana María Matute
Ana María Matute

Entiendo las comparaciones a un nivel más literario: cómo abordan dos autores diferentes un mismo tema o género, entendiendo que son diferentes aunque compartan referentes, pero no puedo con la estrategia de marketing (porque no es otra cosa) desde nombrarse y legitimar (no me gusta este verbo, pero creo que es adecuado en este contexto) desde algo más. Olvidado Rey Gudú es una novela de fantasía que sí, dialoga con muchos referentes (especialmente con los cuentos populares y los personajes arquetípicos de estos) en su prosa, pero que no es el *insterte aquí obra famosísima o autor famosísimo de fantasía* español. Es una obra que se sostiene por sí misma.

No es una historia de personajes y la trama es la historia misma del Reino de Olar. En él se enmarca la historia y este sirve de una suerte de columna vertebral para que Ana María Matute habla de muchos temas. Seguro, si fuera yo aquí otra persona, me detendría un poco a hablar del worldbuilding y de todos esos detalles históricos y políticos que se atisban sobre Olar, pero no estoy tan interesada en ese tema. Me gustaría más compartirles más bien lo mucho que me maravilló el lenguaje de Ana María Matute para crear los cimientos de Olar y el ambiente del libro. Es muy claro, desde el principio, que estamos presenciando la historia de un reino y los personajes están en él, sujetos o hacedores de sus destinos. 

Mapa de Olvidado Rey Gudú

No importa tanto, en este caso, imaginarme cómo y dónde está Olar o situarlo en un mapa, como sentir las palabras que Ana María Matute hila para construir la historia de Olvidado Rey Gudú y sus múltiples temas. (Lo digo porque recuerdo hablar de él en conjunto, porque fue leído en un club de lectura y que fuera una pregunta común: ¿dónde está Olar? que me sacó un poco de onda, porque aunque sí puede ser un dato curioso interesante, para mí no pasaba de eso, porque lo importante era todo el lenguaje de la autora para hablarnos del olvido, de las historias populares, de la pérdida de la infancia).  

Entonces pues, quiero hablar de Olvidado Rey Gudú partiendo desde el mismo libro. Así pues, vamos tema por tema.

Tontina y la pérdida (olvido) de la infancia

—Me sorprende que no lo supieras, Ardid. Es del todo natural que así sea: aunque, por supuesto, sólo pude verme un instante antes del sueño. Una vez despierta, me olvida hasta el próximo sueño.
—¿Y cómo es eso? [...] Ha estudiado, como yo, en el libro de algún sabio maestro, y tiene así contaminado sus ojos, como yo?
—No —dijo el Trasgo—. No es extraordinaria, es de una especie corriente. Sólo antes del sueño, hasta el despertar: y olvida, hasta el próximo sueño. Además, algún día también dejará de verme aun antes del sueño, y nunca más nos recuperará: ni a mí ni al Sueño.

Uno de mis temas favoritos durante todo el libro fue toda la parte que le corresponde a la princesa Tonita, destinada a casarse con Gudú. Perdón si no hablo en orden de algunos sucesos particulares de la trama (nada que pueda considerarse spoiler chungo, más bien hablo de los temas y cómo se tratan, así si lo leen quizá tengan una percepción cercana a la mía o me pueden contar de sus lecturas). El arquetipo de Tontita es uno de los más recurrentes en muchos cuentos populares. Las tontinas pagan por sus pocas luces, por su ingenuidad. Me encanta como Ana María Matute usa este arquetipo justamente para mostrarnos que Tontina sí es perceptiva, imaginativa, entregada a su infancia y a sus juegos y no comprende el mundo adulto tanto como los adultos no la entienden a ella. 

Ilustraciones de fantasía de John Bauer
Artista: John Bauer

Cuando aparece, contrasta con Ardid, Reina de Olar, quien siempre fue un ser humano brillante y quizá hasta podríamos decir que adulto. Ardid, por sus circunstancias particulares, no tuvo tiempo de entregarse tanto al juego o a la imaginación tan desmedida (aunque tampoco es que la rechace, tiene una relación con un trasgo y con cosas mágicas, de hechicería) y no entiende que Tontina no vea las cosas con la misma seriedad que ella. Me encanta cómo está manejado el tema justamente porque en la princesa vemos la pérdida gradual de la infancia y cómo se ve desde afuera. Los adultos alguna vez olvidaron que fueron niños y tienden a glorificar esa época o a desdeñarla. Por eso me gusta ese subtexto de que las Tontinas no son tan tontas, aunque todos los personajes se esfuercen en que ella cumpla un arquetipo ya dado ("todo pasará como tenga que pasar").

—¡Oh, ahora atino! No nos hemos conocido: es que tenemos que conocernos mucho, que no les lo mismo. Por eso, también yo guardaba en mi memoria vuestra persona y vuestra voz.

Justamente en toda esta parte es que Ana María Matute rescata los cuentos populares de la memoria y me parece muy bien como los va hilando en su narrativa. Desde ahí habla del olvido, cuando aparece el Príncipe Once (de el cuento Los Cisnes Salvajes, que me encanta) y sólo unos pocos pueden reconocerlo. Cuando habla del tiempo, que para estos personajes no se mueve lineal (cosa muy interesante y que como escritora me gusta mucho: la idea de que alguien te resulte conocido porque lo vas a conocer o historias que salen del tiempo para instalarse en otro). La historia de Tontina y Predilecto es probablemente de mis favoritas de la historia y por eso quiero resaltarla en primer lugar. Porque además se puede hablar mucho de las personajas de Matute.

Ardid, Ondina y las mujeres de Olvidado Rey Gudú

—Querida, no olvidéis que ésta es una isla, y una isla mujer: y que si bien nadie puede dudar que los hombres son extraordinarios conquistadores, además de otras cualidades bien conocidas, en definitiva las mujeres somos la civilización. 

Uno de mis intereses (no tan recientes, pero sí recientes) es ver cómo las escritoras retratan a las mujeres. Otro es ver los retratos de las mujeres en la fantasía. Existe la idea de que las mujeres en la fantasía son las damiselas en apuros que carecen de agencia y que sólo existen para ser salvadas; diría, sí, que esta ya no es la idea que prevalece en en género, pero está allí. Existen también las mujeres que son sólo sanadoras, cuidadoras y secundarias porque, obviamente, ese es un trabajo femenino y como femenino que es, es mal visto. Hablando de ello, existe una dicotomía muy clara en obras recientes: las personajas enmarcadas en los cuidados y las guerreras. Parecería que estas dos cosas no se juntan y que reivindicar los cuidados (¡tan importantes y no reservados a lo femenino, por más que el mundo insista!) está más mal visto que presentar mujeres fuertes, guerreras, desapegadas, que siguen y repiten patrones masculinos y desprecian la feminidad. Y digo dicotomía porque pareciera que no se mezclan y tenemos arquetipos rígidos, como una lista que palomear a la hora de crear un personaje. Eso debería ser más libre por supuesto. Adoro a las mujeres cuidadoras y a las guerreras, a las viajeras, a las que cuentan historias y a las que lo hacen todo también.  

Ilustración medievalista de Warwick Goble
Artista: Warwick Goble

Tengo planeado hablar de ello pronto con más extensión, pero sí es algo que me llama la atención. Por eso me gustan las mujeres de Olvidado Rey Gudú. Recuerdan constantemente que las mujeres no son una masa homogénea y que puedes escribirse con infinitos ángulos y matices (vamos, como los señores escriben a los señores, harta estoy de listas de "cómo escribir mujeres"). Ardid es probablemente la personaja que se alza más alta sobre todas, por su permanencia en la trama, quizá, pero todas tienen una gran presencia en la historia. Ya hablé de Tontina, pero quiero también resaltar a Ondina y sus amores, esa visión tan profunda que ofrece Matute sobre los amores imposibles y románticos que acaban con todos los implicados y como es eso lo que da nacimiento a la tristeza (y recuerda mucho a como asociamos el azul a la tristeza, además de a la calma, y como los grandes cuerpos de agua nos causan nostalgia). 

También está Leonia y su isla, el último reducto de los sueños; Urdska, mujer guerrera y salvaje; Gudrilkja, la niña que grita "¡Yo soy el rey!" y que además protagoniza, junto a Lontananza, su madre, uno de los pasajes que más me gusta de este libro.

—Nunca te acerques a ellos, Gudrilkja —dijo—. Nunca, hija mía.
—¿Quién es? —preguntó la niña, en su media lengua. Y vio Lontananza que sus ojos azules tenían la misma expresión colérica y centelleante que los ojos de Gudú.
—El Rey —dijo Lontananza—. Vámonos, el rey siempre está lejos, y nadie le puede alcanzar.
—Yo seré Rey —dijo la niña.
Al oírla, la madre se estremeció, y le tapó la boca con la mano.
—Las mujeres no son Reyes —dijo—. ¡Y creo que es suerte para nosotras!

Me gusta porque no entiendo el ansía en este mundo real por acaparar los puestos de poder o romper el techo de cristal para volverse opresor de otro. Así que estoy con Lontananza: las mujeres pueden encontrarse en otros lugares y configuraciones lejos de esos puestos, con más horizontalidad y más sensibilidad: ¡y qué suerte para nosotras!

Las personajas de Matute me gustan también por su gran dimensión. No trata a las mujeres como seres perfectos de luz ni como receptáculos de maldad y pecado, sino que retrata matices. ¡Y no lo hace sólo con las mujeres! Ahí están personajes como Gudú, Almíbar, Volodioso, Predilecto, Lisio y no quiero hacer una lista de todos, pero se dan una idea. Me maravilla muchísimo ver a escritoras tratar tantos matices en sus obras.

Conclusiones

El viejo sueño llegaba hasta él revestido de un deslumbramiento que si hubiera sido capaz de sentirlo, hubiera podido llamarse amor, pero que no era más que otra manifestación de su única pasión: la estepa.

Creo que podría hablar de muchos otros temas que Ana María Matute trata en su obra. Por ejemplo, del tono antiépico que tienen algunas partes y de ese retrato crudo de la guerra (que nos arranca de un tajo de esta idea del amor a la guerra), de la sangre y las batallas, siempre con una sensibilidad increíble (sensibilidad que, sinceramente, ya querrían autoros de "grimdark"). El gran tema del libro es el olvido y está presente siempre. Como trata el miedo. Sólo alguien sensible podría hacerlo como lo hace ella. Sin embargo, aspiro que a mis reseñas no sean eternas, así que, por hoy, me quedo con esto de lo que les he hablado.

Ana María Matute
Ana María Matute

Olvidado Rey Gudú es un gran libro de la fantasía y de la literatura española. Es un libro gordito que exige atención, lleno de prosa poética (y esto para mí es un punto a favor) que es mejor si se disfruta y se lee con calma (ojo, no lento, con calma, cada quien sabrá cómo es su leer con calma). Se los recomiendo si son especialmente amantes de la fantasía. No me consta que se consiga en México o en América Latina (y en ese caso saben que estoy disponible en mi correo si lo andan buscando), pero si tienen la oportunidad de leerlo, lo recomiendo muchísimo. No se lo pierdan. Si lo leen siempre pueden comentarme qué les pareció

jueves, 19 de marzo de 2020

Releyendo Memorias de Idhún: La resistencia

Sinopsis: El día en que se produjo en Idhún la conjunción astral de los tres soles y las tres lunas, Ashran el Nigromante se hizo con el poder allí. En nuestro mundo, un guerrero y un mago exiliados de Idhún han formado la Resistencia, a la que pertenecen también Jack y Victoria, dos adolescentes nacidos en la Tierra. El objetivo del grupo es acabar con el reinado de las serpientes aladas, pero Kirtash, un joven y despiadado asesino, enviado por Ashran a la Tierra, no se lo va a permitir…

Esta no es una reseña. Es más bien una entrada con muchos chistes, quejas y alguno que otro meme. Es algo que parece una reseña de lejos. Si no se fijan mucho. Bueno, vamos a dar un poco de contexto primero. Memorias de Idhún es la trilogía más famosa de Laura Gallego (bueno, lo era cuando yo la leí, ya no sé que les gusta a los niños en esta época) y era un referente de la literatura fantástica juvenil en español porque era un best-seller y todo el mundo más o menos la conocía. Lo protagonizaba un trío de adolescentes medio pendejos (que a mí me parecían maravillosos y listísimos en esa época), los tres muy guapos. Además el mundo en esos entonces era muy heterosexual todavía y la gente se la pasaba que si Team Kirtash o Team Jack (prefiero a Kirtash, si quieren saber). La historia trataba de que Idhún era un mundo fantástico en donde un nigromante aprovechó una conjunción astral y se hizo con el poder. Mató a dragones y a unicornios, pero quedaron dos supervivientes que fueron enviados a la tierra y luego la resistencia a buscarlos para que puedan cumplir la profecía de derrotar a Ashran. Y ahí empieza el libro. Les juro que pensé muchísimas cosas mientras lo leía.

Cuando tenía trece años decía que eran mis libros favoritos (tenía el gusto en el culo, no me critiquen demasiado) porque obviamente no veía todos sus defectos. Ahora lo leí y puedo decir que tiene cosas muy innovadoras para su época pero que la narrativa de Laura Gallego es criminal en muchos casos, que hay varias oportunidades desperdiciadas y que, bueno, me divertí muchísimo porque hice muchos memes sobre la historia. Acá les va una lista de todo lo que pensé. Aviso de spoilers no muy grandes, tengan en cuenta que esta saga se publicó hace añísimos y todos en tuiter España (especialmente) la han comentado y desmenuzado.


1. Me parece una lástima que Victoria sea tan carente de... todo. No es su culpa, pero para ser un personaje tan importante como dice el libro, la voz narrativa la trata muy mal. Es más un aluminio en el que se reflejan Jack y Kirtash, la healer del equipo y la chica compasiva. Lo último no es un problema si no fuera porque fuera de unos pocos momentos (sobre todo cuando se relaciona con Shail) no existe fuera de lo que significa para Jack y para Kirtash (o de lo que ellos significan para ella). Es frustrante porque es un personaje con un potencial super OP y verla sólo danzar entre dos chicos muy pendejos es ver a la narración desperdiciar su potencial (que no me lo tomen a mal, me encanta el romance en estos libros, pero quiero más).

2. Jack me cae mal. Lo recuerdo muy vívidamente. Lo odio. Le hago bullying a cada oportunidad. Es más, en el chat de la lectura conjunta ya me conocen porque odio a Jack. El caso es que cuando estaba en la secundaria era muy visceral mi odio y ya por fin pude ponerle razones: es que es un idiota. La resistencia se compone de un paladín, un mago, una healer y un pendejo. Adivinen cuál es el papel de Jack. Eso es culpa de la narración, por supuesto. Fuera de ser una cara bonita, Jack siempre toma las peores decisiones de la vida y aunque algunas le explotan en la cara de manera muy satisfactoria, otras nunca lo hacen y de repente la gente le dice que es listo. PERO QUE NO ESTÁN VIENDO LO QUE YO, SI ES QUE LA NARRACIÓN LO TRATA COMO IMBÉCIL. Ya, ya me calmo.



3. Kirtash es un adolescente emo rebelde lleno de bullshit que se dedicaría a shitpostear en tumblr si no tuviera que matar idhunitas. Es algo ridículo, se los juro. Lo quiero mucho, pero el niño me hace preguntarme demasiado seguido si no es demasiado edgy. Entiendo la idea de hacerlo como es y por qué me fascinó tanto a los trece años, pero ahora además de todo me hace reír. Soy incapaz de tomármelo en serio, a pesar de lo en serio que se toma él y eso es un punto bueno a favor del libro. Me hace reír muchísimo porque lo reconozco como el adolescente que es y no como el mini adulto que cree que es. En fin, eso de los tres protagonistas.

4. A Laura le pasa un poco lo que a los escritores de shonen frustrados por lo gay de sus mangas. Las interacciones entre sus personajes masculinos, amigos o enemigos, son tan pero tan pero tan pero tan profundas y viscerales y más desarrolladas que otras (que las que tienen con las mujeres, especialmente si no son Victoria, porque los personajes femeninos relevantes de La Resistencia los cuento con los dedos de una mano y me sobran) que yo me dediqué a shippearlos a todos para desgracia de los señores que se quejan de que lo hago. Lo cual me lleva a que es muy cobarde no haber hecho al trío realmente un trío, si Laura tenía el material ahí. El fanfic Jack/Kirtash se escribe solo. (A pesar de todo, Memorias de Idhún sigue siendo una saga juvenil que presentó otras formas de romance lejos de la monogamia y más o menos le funcionó, puntos de innovación ahí).


5. Laura Gallego no sabe usar los puntos suspensivos. No es su único problema narrativo, pero es el que más odio. Me cagan los puntos suspensivos. Yo tengo un odio especial contra ellos porque la gente no sabe usarlos en la voz narrativa (y es que, si tienes un narrador omnisciente y luego lo haces dudar con puntos suspensivos y lo cortas, pues no queda muy omnisciente, funciona mejor para testidos o narradores con un sólo punto de vista). Yo no los uso nunca con mis narradores, no me gusta, pero sí me resultan muy útiles para los diálogos y las peleas, pero es que Laura Gallego ni allí. Sus diálogos suenan forzadísimos, cero naturales y las pausas que marca con los puntos suspensivos están mal. Les prometo que voy a hacer una entrada sólo sobre ellos porque me la pasé el libro gritando que estaban mal puestos todos.



6. Si lo leyera ahora mismo por primera vez, no me gustaría. Me haría reír (como me hace reír Hush Hush u otros libros malos que me entretienen pero no me enojan) pero fuera de eso nada. Me encantaría la tensión sexual entre Jack y Kirtash de la que Laura Gallego nunca parece darse cuenta. Pero no más. Creo que haberlos leído en la adolescencia fue una experiencia totalmente diferente porque, en parte, me abrieron los ojos a otro tipo de relaciones fuera de la monogramia (y los fanfics se encargaron de enseñarme otras cosas sobre representación). Así que si ahora lo leo por las risas y me divierto es porque lo conocí de adolescente.

7. Shail y Alsan están casadísimos. El segundo, por otro lado, me cae mal. Sin explicaciones, sólo no me da buena espina.

8. Allegra d'Ascolli y Gerde merecen más atención. Sé que en el siguiente libro se las dan, pero si en este apenas hubo espacio para Allegra, lo de Gerde es penoso. Lo único que sé de ella es que es una cabrona seductora y es una hechicera poderosa a la que le gusta Kirtash, pero nada más. De nuevo, me da un poco de rabia que tantas mujeres en estos libros empiecen definiéndose con base en sus relaciones con los protas masculinos (que lo de Gerde luego es maravilloso, evoluciona increíblemente, pero de todos modos como empieza no deja de hacerme rodar los ojos porque a los veinticuatro años ya no tengo tiempo para estas tonterías). En fin, sobre las mujeres de Idhún hablaremos un poco en Triada y en Panteón, donde tienen más espacio para desarrollarse según recuerdo. Aquí sólo dejo ese apunte.

9. La resistencia está lleno de milagros convenientes para la trama. Tantos que al quinto yo sólo estaba rodando los ojos al infinito. No me queda claro como funciona la magia porque cambia según la conveniencia de Laura (detalles menores, pero que de todas maneras me irritan porque es muy obvio que es a conveniencia de la traman y costaría menos de dos líneas poner cualquier explicación pendeja de por qué funciona así).


Nos vemos en la lectura de Triada. En un mesesito y algo, no sé. Vamos de a tres o cuatro capítulos por semana y lo agradezco porque la verdad es que no tengo muchas ganas de soplarme estos libros a velocidad. Mejor con calma para ir admirando su ridiculez.

domingo, 18 de febrero de 2018

La guerra de las brujas, Maite Carranza | Reseña

Esta reseña se publicó originalmente en Plusbits.mx, pero como la página ya no existe, la estoy republicando aquí.


Sinopsis:  Desde tiempos inmemoriales, los clanes de las brujas Omar han vivido ocultándose de las sanguinarias brujas Odish y esperando la llegada de la elegida por la profecía. Ahora los astros confirman que el tiempo está próximo. Anaíd, que ha vivido durante sus catorce años de vida apartada en un pueblo del Pirineo, ignora los secretos que atañen a las mujeres de su familia... Hasta que la misteriosa desaparición de su madre, Selene la pelirroja, la enfrenta a una verdad tan escalofriante como increíble y la obliga a recorrer un largo camino cuajado de peligros.

Sin temor a equivocarme, puedo decir que esta trilogía de Maite Carranza me hizo sobrevivir entre un libro de Harry Potter y otro. En aquella época, antes del 2007, parecía que yo necesitaba mi dosis de libros fantásticos para mantenerme en paz y no pedir más libros y mi mamá acabó comprándome, uno tras otro, los tres libros que conforman La guerra de las brujas: El clan de la loba, El desierto de hielo y La maldición de Odi. Los leí de cabo a rabo, maravillada por el mundo que había creado Maite Carranza, pero no les presté mucha atención porque se atravesó un libro de Harry Potter. Los olvidé en un librero por unos años hasta que, muchos años después, Maite Carranza fue premiada por una novela más reciente, Palabras Envenadas, vino a México, firmó libros y al conocerla me acordé de esa trilogía que había leído mucho antes del boom de la literatura juvenil. Y volví a leerla.



La guerra de las brujas empieza abruptamente, con la madre de la protagonista desaparecida. Anaíd Tsinoulis es bajita, de esas chicas que no voltearías a ver dos veces y que además, tiene catorce años y no se ha desarrollado aún, lo que la convierte en el patito feo de la clase. Vive en un pueblo perdido en España, por el área de los pirineos y no tiene ni idea de que es una bruja del Clan de la Loba. Cuando su madre, Selene, desaparece y queda al cuidado de las demás brujas del clan, todo el mundo se pregunta porque Selene nunca le contó sobre su linaje o por qué no lo hizo su abuela, Démeter, que fue una de las brujas más poderosas de su generación. Y ahí empiezan los problemas.

gMaite Carranza crea un mundo de brujas maravilloso. Cuenta como en los albores del mundo, O concibió dos hijas, Om y Od, que se enfrentaron después de que Od planeara sacrificar a la hija de Om, Oma, para conseguir la juventud eterna. De las nos nacieron las dos estirpes enfrentadas en el libro: las brujas Omar, que viven en las sombras y usan la naturaleza para obtener sus poderes, mientras transmiten de generación en generación sus conocimientos y las brujas Odish, eternamente jóvenes e inmortales, que sacrifican a las jóvenes brujas Omar en su paso de niñas a mujeres para seguir siendo inmortales y jóvenes eternamente. El libro empieza justo cuando la profecía de O sobre la elegida que acabará con las disputas empieza a cumplirse.



A simple vista, parece un argumento muy típico. Las profecías realmente no dejan mucho margen de acción. Pero Maite Carranza sabe cómo jugar no sólo con la profecía que conduce todo el libro, sino con otras profecías e incluso maldiciones. Crea su mundo ayudada por el folclore común de las brujas en Europa y mitología de diversas partes del mundo, además de diversas leyendas de todas partes del mundo. De España, Anaíd salta a Italia, donde conoce a Clodia, una bruja de su edad que puede leer las visceras de los conejos para predecir el futuro y Aurelia, una luchadora que la entrena para que pueda defenderse de los peligros. Más tarde, Selene, su madre, le cuenta la historia que la llevó de Barcelona a Islandia y hasta el mismo corazón del Polo Norte. Anaíd pasa por Hungría y hasta por México. Tanto viaje, como supondrán, hacen que los tres libros sean increíblemente dinámicos.


Sin embargo, no hay acción sólo por el placer de escribir escenas que sorprendan al lector. Incluso escenas que parecen insertadas con calzador, como conversaciones de messenger de Anaíd, acaban teniendo un sentido. En libros tan llenos de relleno como los juveniles más recientes que he leído, se aprecia que Maite Carranza no meta escenas innecesarios en La guerra de las Brujas, aunque a simple vista no todo parezca tener un propósito.

La gran variedad de personajes también es increíble. Que todas ―o casi todas― las brujas sean mujeres, muestra una diversidad que no he visto en otros libros. Hay mujeres de todos tipos: buenas, malas, guapas, feas, torpes, avispadas. Anaíd es el patito feo de su generación, no sobresale por absolutamente nada e incluso siendo una bruja comete errores. Es un personaje sin duda humano y lleno de contradicciones, con gran profundidad incluso aunque represente a una adolescente muy típica: no tiene ninguna clase de backstory trágico, ni es huérfana, ni ha visto morir a nadie cercano a ella. Todos los demás personajes tienen algo que aportar, desde su torpe tía Griselda, hasta sus abuelas o su caótica madre que parece demasiado inmadura a sus treinta y seis años y aún así se vuelca sobre Anaíd para protegerla.


La narración es muy natural, yo incluso la llamaría desenfadada. Los diálogos están llenos de modismos españoles o del lugar de origen de los personajes, lo que de algún modo los ayuda a parecer más reales y menos robots. La unión entre el mundo más normal y el fantástico es perfecta. Anaíd es una adolescente y se preocupa por la música de moda al mismo tiempo que por las brujas que la persiguen a ella y a sus amigos. La mitología ayuda a lo largo de todo el libro: Odín, de la mitología nórdica, se da cita como Baalat, una de las tantas caras de Astarté, la diosa fenicia que acompañaba a Baal, o de Tanit, la versión que era adorada en Cártago. Incluso la Condesa Sangrienta, Erzebeth Báthory, que asesinó a más de seiscientas muchachas en la creencia de que la sangre de vírgenes la haría permanecer siempre joven, se da cita entre las páginas de este libro.




Definitivamente estos libros son para los aficionados a la fantasía, también para aquellos que busquen grandes personajes femeninos que no encajen en un sólo patrón, sino que sean presentadas con la variedad que las mujeres merecen. La guerra de las brujas es una historia que vale la pena en todos sentidos, entretenida y que, si no pude apreciar correctamente la primera vez que la leí, lo hago ahora, recomendándola, muchos años después de su publicación para que la gente la siga leyendo, una y otra vez.

miércoles, 24 de junio de 2015

Palabras envenenadas, Maite Carranza | Reseña

Sinopsis: ¿Qué pasó con Bárbara Molina? Nunca se encontró su cuerpo ni se consiguieron pruebas para detener a ningún culpable. Una llamada a un móvil pone patas arriba el destino de muchas personas: el de un policía a punto de jubilarse, el de una madre que ha perdido la esperanza de encontrar a su hija desaparecida, el de una chica que traicionó a su mejor amiga.Palabras envenenadas es una crónica de un día trepidante, vivido a contrarreloj y protagonizado por tres personas cercanas a Bárbara Molina, desaparecida misteriosa y violentamente cuando tenía quince años. Un enigma que, después de cuatro años sin resolverse, va a verse sacudido por nuevas claves. A veces, la verdad permanece oculta en la oscuridad y sólo se ilumina al abrir una ventana. Una historia de mentiras, secretos, engaños y falsas apariencias que pone el dedo en la llaga sobre mitos incuestionables. Un relato escalofriante que disecciona la hipocresía de la sociedad española moderna. Una denuncia valiente de los abusos sexuales infantiles, sus devastadoras consecuencia y su invisibilidad en este mundo bienpensante nuestro.
Gracias a este libro conocí en persona a Maite Carranza. Ya conocía su gran trilogía La guerra de las brujas, cargada de mitología y me había gustado (aunque el final me desencantó un poco). Sin embargo, considero que este, Palabras envenenadas, es el mejor libro que tiene. De temática realista, es engañoso, porque no puedes confiar en los narradores; tiene un poco de policíaco, pero creo que, en todo el sentido de la palabra, no es realmente policíaco.

Palabras Envenenadas ahonda en la miseria de una familia medio deshecha desde que secuestraron a la hija mayor. Su madre se ha volcado en los tranquilizantes y se ha vuelto casi una momia viviente. El inspector encargado del caso, de cara a su jubilación, se enfrenta cara a cara a todos aquellos casos que nunca podrá resolver y este es uno que, de hecho, lleva bastantes años en su escritorio. Y la mejor amiga de la chica secuestrada de repente se ve envuelta en todo el asunto de nueva cuenta porque recibe una llamada y oye, claramente, una voz que le dice: "Soy yo, Bárbara. Ayúdame."


Desde allí, la acción de desarrolla vertiginosamente en menos de veinticuatro horas, narrándonos desde el punto de vista de Eva, la mejor amiga, Nuria, la madre de Bárbara, Salvador Lozano, el inspector encargado del caso y la misma Bárbara —que es, de hecho, la única que lo hace en primera persona—. La novela está narrada en presente y considero que es un acierto. Te pones en la piel de los personajes mucho más fácil gracias al estilo de Maite Carranza, que no es nada complicado ni adornado. Escribe muy directo, parco, seco, no hay descripciones para las cosas que no hace falta describir, ni se detiene mucho tiempo en detalles apenas importantes. Eso, por supuesto, puede volver loco a más de uno, porque uno tiende a intentar resolver el misterio y cada detalle parece una pista que la escritora va dando para que lo hagas. Sin embargo, como nos encontramos dentro de la cabeza de los personajes, algunas cosas son pistas, algunas son simples cabos sueltos. 

Maite Carranza
La resolución del misterio es una de las resoluciones más impresionantes que he visto. Inteligente, con toda concordancia con cada uno de los detalles que se soltaban allí y allá, y una perfecta explicación a todos los porqués que aparecieron en el libro. Palabras envenenadas es un libro con muchas interrogantes, muchísimas, y las suelta a la misma velocidad que alguien podría pensarlas, así que no te puedes dormir ni un momento mientras estás leyendo. Sin embargo, no aumenta el misterio de manera gratuita nunca, no alarga lo inevitable. La autora supo manejar perfectamente un misterio que de otra manera se hubiera convertido en un monstruo. 

El libro es vertiginoso, sí, pero por su género, más le vale serlo. Un libro mucho mas largo o lento se hubiera vuelto aburrido, pero con este, en apenas dos o tres capítulos (narrados siempre desde el punto de vista de un personaje diferente), ya tenemos el panorama principal de todos los personajes, un vistazo a su rutina. No desperdicia capítulos mostrándonos banalidades, ni suma páginas de manera gratuita. Maite Carranza va al grano: un inspector se va a jubilar, atormentado por todos los casos que deja sin resolver y el mismo día, la mejor amiga de Bárbara recibe una llamada. Se empieza a poner en marcha, muy rápido, la carrera por adivinar el final, por adivinar dónde está Bárbara y con quién. Por qué la secuestraron y por qué su captor la mantiene a salvo.


La narración apenas tiene diálogos, pero no los necesita para ser amena. Los narra de manera indirecta. Quizá eso asuste a más de uno, pero debo decir que no tienen nada que temer: están ante un libro bastante entretenido, de misterio, con un misterio que puede engañar a cualquiera. Recomendado, por supuesto. Quizá sea un libro ligero y no muy trascendente (aunque, leyendo entre lineas, se pueden adivinar frases lapidarias sobre la naturaleza humana), con personajes bien perfilados aun para la manera vertiginosa que tiene el desarrollo, con una prosa amena, cuidada, y muy directa. Un libro que me hace tenerle fe a lo juvenil, además de todo y si han visto mis reseñas sabrán que este tipo de libros no son nada frecuentes.

En fin, los invito a leerlo y formarse su propia opinión sobre él.