Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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viernes, 17 de julio de 2020

Insólitas: Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España | Reseña

Sinopsis: Dice el diccionario que lo insólito es lo raro, lo extraño, lo desacostumbrado. Lo insólito nos permite observar el mundo desde el otro lado del espejo y deformar las imágenes de la realidad para mostrar su verdadero rostro. En esta antología, lo insólito es todo aquello que resulta extraordinario. Lo que se sale de lo común: lo inusual, lo fabuloso o lo inexplicable. Lo que aspira a ir más allá de la realidad.
Pero quizá lo verdaderamente insólito es que no se hubiera publicado antes ninguna antología de género fantástico escrita por mujeres en Latinoamérica y España. Y era necesario. Importante. Por eso reunimos a casi una treintena de autoras de al menos dos tercios de los países hispanohablantes, de diferentes generaciones y temáticas, con la representación de sus mejores relatos. Insólitas serán las lecturas que se agazapan entre estas páginas.

Lo leí por las latinoamericanas, no me escondo. El resto fue un bonus. No escondo nunca jamás mis preferencias lectoras. Las mujeres tienen preferencia en casi todos los ámbitos (no las leo exclusivamente, pero me tiro temporadas largas sin agarrar ficción de algún vato) y de allí, prefiero leer a las de este lado del planeta, de México para abajo. Digo, seguro ya están acostumbrados, considerando la lata que doy con el tema, pero por si acaso.

Y hablando de las narrativas de lo insólito, la introducción aborda como en América Latina no son corrientes al margen de la literatura general. Aquí lo insólito siempre ha formado parte de nuestro canon. Por otro lado, se reconoce a diversidad de narrativas en América Latina porque:
Son diecinueve los países latinoamericanos en los que se habla español, y cada uno está caracterizado por procesos histórico-políticos, raciales económicos y culturales de diferente índole, por lo que estaríamos hablando de una gran heterogeneidad entre las zonas del Cono Sur, la zona Norte o el Caribe.
Si tuvieran que definir lo que es ser latinoaméricano, ¿podrían? Es un asunto muy complicado. Latinoamérica comparte el pasado colonial y, como bromeaba una amiga, la tendencia a tener gobiernos bananeros; además de, por supuesto, la necesidad de Estados Unidos de meterse en nuestros problemas. Los latinos en Estados Unidos también pasan por procesos diferentes (y el color de su piel y su clase influyen mucho ahí) que los hacen ser o no ser parte del status quo. Lo mismo con el exterior. La identidad chicana ha sido explorada por muchas escritoras, los inmigrantes. En latinoamérica hay quien pretende borrar el racismo con "todos somos mestizos/latinos", fuera de aquí hay quien asocia latino a ciertos fenotipos (la piel morena, por supuesto). ¿Qué nos hace latinos? Voy a acabar creyendo que lo que nos vuelve latinos es que España nos explique que vinieron a civilizar como si no supiéramos historia y que Estados sea incapaz de dejarnos en paz.
 
Mariana Enriquez
Cuando publiqué en Infiltradas (ese libro de ensayos donde hay un ensayo mío), hable de cómo en Latinoamérica las escritoras usaban la literatura de género (entiéndase: fantasía, ciencia ficción y terror) para hablar de las realidades de América Latina (tan variadas como el continente); si les interesa saber yo analicé La saga de los confines de Liliana Bodoc (respecto a colonialismo), Frecuencia Júpiter de Martha Riva Palacio (respecto a feminidicio; en México hay diez al día) y el cuento Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez (respecto a violencia doméstica), escritora que también aparece en esta antología. Los cuentos de las autoras que aparecen en Insólitas hacen lo mismo. Rescato mucho este pedazo del prólogo (que sigue casi inmediatamente a lo anteriormente citado):
La prescencia indígena en los países andinos, la violencia de las dictaduras, así como las consecuencias del proceso colonial, hacen de panorama cultural latinoamericano un crisol mestizo con grandes variantes y diferencias, tanto en los procesos comercial editoriales como en la tradición de la prescencia de escritoras en el canon latinoamericano [...]. Lo mismo ocurre en cuanto a la narrativa testimonial, la representación de la violencia y el conflicto armado, la pobreza y la represión política, la preocupación por el medio ambiente (característico de algunas zonas de América Central) o la preseencia del conflicto con Norteamérica [...]. Las modalidades de lo insólito en el continente americano son proteicas y en su mayoría están caracterizadas por mensajes políticos y de crítica social [...].
¿Por qué menciono esto? Se me quedó muy grabado por dos cosas. Leí este libro con un club de lectura y al analizarlo alguien dijo que no le había parecido a simple vista que reflejara la realidad de las mujeres, cuando para mí había cosas muy obvias, sobre todo en los relatos de este lado del charco. Me pareció un comentario curioso pero definitivamente válido porque todos tenemos procesos de lectura diferentes y lo que ocurre entre el libro y nosotros es nuestro pedo, pero sí me di cuenta de que en España quizá puede ser no tan común como aquí (aunque no falta, tampoco, el cuento de Elia Barceló es prueba). La segunda cosa es por la cantidad de veces que he oído a alguien de otro lado del charco decir: "entiendo perfectamente la situación de Latinoamérica". No, para, ahí, pon el freno. Ni nosotros la entendemos porque no somos un cúmulo homogéneo de gente. Tenemos burguesía, gente privilegiada. Pueblos originarios (cuyas realidades dependen mucho de dónde estén ubicados). No es lo mismo hablar de México que de Argentina y dentro de México no es lo mismo hablar del centro que del sureste. Cuando me dicen que entienden la situación de latam, ¿de dónde me están hablando? ¿México, Venezuela, Colombia, El Salvador, Honduras, Cuba, Rep. Dominicana, Puerto Rico (que como colonia Americana tiene otra realidad concreta), Argentina, Chile y todos los países que se me están olvidando? Los cuentos de esta antología muestran todas esas diferencias a través de lo insólito, son la prueba viviente de que no somos una masa toda igual. Y por eso quiero tanto a esta antología.

Antes de meterme de lleno con los cuentos, quiero mencionar otro detalle que me pareció muy importante, esta cita:
Es importante mencionar que un factor fundamental para que se produjera esa normalización de lo fantástico en España durante los ochenta fue la llegada del boom de la narrativa latinoamericana a Barcelona en los sesenta y setenta.
Nada más que comentar su señoría, nuestra narrativa rifa.

Ahora sí, los cuentos. Me encantaría mencionarlos uno por uno, pero no acabamos nunca, así que voy a resaltar algunos y luego a hablar de varios temas que me parece importante resaltar. Para darle algún sentido a la reseña y que no se me saquen de onda.

Jacinta Escudos
La antología abre con Yo, Cocodrilo, de Jacinta Escudos (El Salvador), que aborda la mutilación genital femenina desde la perspectiva de una niña que se convierte en cocodrilo. "Me pareció curioso. Ser animal y ser persona. No me preocupaba, me parecía divertido". No lo he visto nunca como el cuento favorito de nadie, pero me llamó mucho la atención y me gustó. Sobre todo por la frase del final. Léanlo y me chismean que piensan. De Mariana Enríquez (Argentina) viene La casa de Adela; a mí no me parece su cuento más terrorífico, tratándose de ella, pero mientras comentaba el libro en internet hubo varios comentarios de que da miedo (como nota aparte, mis favoritos de los que he leído de ella son Las cosas que perdimos en el fuego y Chico sucio). La casa de Adela me gusta mucho por cómo recupera la narrativa de las casas encantadas y, de nuevo, acude a las voces de las niñas (pre adolescentes) para contar historias. Creo que esos dos cuentos, si bien no son mis favoritos, son muy representativos.

Ana María Shua (Argentina) es una de las autoras más renombradas cuando se habla de fantasía en América Latina. Vida de perros es un relato divertidísimo donde el protagonista (Juan Domingo Benjamín, nombrado así en honor a Perón y porque es el séptimo hijo y es el mejor) se convierte en un lobisón todos los viernes a la noche y algunos martes. De la talla de la anterior autora también viene el cuento El huésped de Amparo Dávila (México) que es uno de mis cuentos fantásticos favoritos de la vida. Todavía hoy escucho respuestas originales e ingeniosas cuando alguien pregunta "¿y quién era el huésped?", creo que es un cuento que nunca va a dejar de dar de que hablar. Además de que retrata la vida de una mujer casada, ama de casa, de cierta posición en México.
Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños  y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la menor impresión.

Amparo Dávila
Siguiendo más o menos por los mismos temas quiero mencionar el cuento de Angélica Gorodischer (Argentina): Una mujer notable. La autora es una de las indispensables de la ciencia ficción y la fantasía en América Latina (¡al inglés fue traducida por Ursula K. LeGuin); yo acabo de leer Kalpa Imperial y lo único que puedo decir al respecto es que es maravilloso. Pero vamos a hablar de Una mujer notable. Es un cuento espectacular. Desde ya me fascina meter elementos fantásticos en relatos de la vida doméstica de las mujeres, como es este caso; las historias domésticas suelen ser encasilladas en "cosas aburridas" y este cuento demuestra que no tiene por qué ser así.

Angélica Gorodischer
Quiero reconocer también a Cristina Peri Rossi (Uruguay) con su cuento Un ángel caído. Tiene una prosa que abraza y me encantó. Se me quedó bien grabada la frase: "Lo que no ocurre en millones de años ocurre en un día, decía mi madre. Y fue a ocurrirte precisamente a ti". Ella completa esta pequeña lista de autoras que creo que uno se va a topar tarde o temprano cuando se habla de fantasía en América Latina.

Bueno, ya me fui suficiente en desorden. Así que vamos con más cosas que quiero mencionar. Siempre me ha parecido magnífico la manera en la que las autoras de este lado del charco hablan de la migración. El cuento de Anabel Enríquez (Cuba), Nada que declarar, es uno de esos que rompe el corazón. En medio de una odisea espacial nos cuenta una historia como muchas otras que se oyen en este continente día a día.
La Tierra, nostalgia delirante del bisabuelo, la que abandonó por una quimera de prosperidad. A nosotros solo nos quedó por herencia la continua lucha por sobrevivir en un mundo que se deshace constantemente bajo los pies. Y la misma nostalgia.
Liliana Colanzi
Alfredito lo leí originalmente en Nuestro Mundo Muerto. Es el cuento de Liliana Colanzi (Bolivia); fue un libro que leí con Librosb4tipos y en la transmisión en vivo muchas personas coincidieron con que fue de sus favoritos. Se mencionó varias veces que toda la atmósfera de los funerales muchas veces nos conducía a experiencias propias o experiencias que tenían muchas similitudes. (Además de que tengo la idea de que en México la narrativa de la muerte y los fantasmas y las apariciones atrae mucho y por eso nos jala).

Quiero tomarme el tiempo también de mencionar La densidad de las palabras de Luisa Valenzuela (Argentina), que imagina la continuación posible de un cuento clásico que yo conocí como Las hadas de Perrault. La historia de dos hermanas en la que la menor, odiada por su madre, recibe el don de a cada palabra escupir una piedra preciosa y, la mayor, escupe reptiles. Espero que más o menos sepan de qué cuento hablo ya porque no sé explicarme. Perdón. El caso es que me gustó este cuento porque adoro el reimaginar las historias clásicas (el mundo de posibilidades...) y las historias que hablan del lenguaje mismo (usar la lengua y la ficción para hablar de ella misma: me tienen comprada); también porque está historia habla de la libertar de una mujer al hablar. Por ejemplo, este fragmento:
Las palabras son mías, soy su dueña, las digo sin tapujos, emito todas las que me estaban vedadas; las grito, las esparzo por el bosque porque se aleja de mí saltando o reptando como deben, todas con vida propia. 
Y justo lo usa para hablar del silencio de las mujeres. Me encanta:
Antes de mandarme al exilio en el bosque debo reconocer que hicieron lo imposible por domarme. Calla, calla, me imploraban. El mejor adorno de la mujer es el silencio. En boca cerrada no entran moscas. ¿No entran? ¿Entonces con qué alimento a mis sapos?, pregunté alarmada, indignada más bien sin admitir que mis sapos no existen antes de ser pronunciados. Triste es reconocer que tampoco existiría yo son pronunciarlos.
Luisa Valenzuela
De verdad que me quito el sombrero ante ese cuento. Me encanta como cualquier tema es buen pretexto para habar a la invisibilidad que muchas veces se condena a las mujeres (porque "en boca cerrada no entran moscas" y "calladitas nos vemos más bonitas"). A todo aquel que diga que en a fantasía no caben los mensajes políticos (suelen ser vatOs) le voy a lanzar este libro a la cabeza. Igual si no aprenden nada pues ya leyeron un libro chingón.

Ya no quiero extenderme tanto pero sí hay otro cuento que quiero rescatar que es La dama del ciervo de Daína Chaviano (Cuba). Es un híbrido muy bueno entre la ciencia ficción y la fantasía, tiene ese momento "oh" en el que te das cuenta de lo que está pasando y sí se lo lanzaría a la cabeza de quien me dijera que no existe un híbrido de los dos géneros. (No soy agresiva en la vida real, sólo que de repente veo esas categorizaciones muy cañonas y gatekeeping de lo que es la literatura de género y pues me entra el instinto).

Daína Chaviano
Otras menciones de cuentos que me gustaron es La coleccionista de Tanya Tynjälä (Perú), es un cuento con muy buen ritmo y misterio; Savitri de Lola Robles (España), porque recupera cosas de la mitología de la India y esos temas siempre me llaman la atención y El libro pequeñito de Sofía Rhei (España) porque me encantan las historias con muñecas. ¿A qué tienes miedo? de Raquel Castro (México) me llevó a escenarios conocidos, cosa que destaco mucho, además de que su prosa me gusta mucho; Sin reclamo de Cecilia Eudave (México) me hizo reír y La segunda muerte de Cristina Jurado (España) me pareció muy interesante. Me gustaría detenerme aún más en cada cuento pero haría la reseña inmensa y no creo que ustedes se queden tanto tiempo para leerla.

Sí, no todos los cuentos me gustaron. Aprecio la idea detrás de Loca de Elia Barceló (España), pero el cuento me incomodo (por la manera de escribir o de tratarlo, no sé, con ese tipo de violencia siempre que leo a las latinoamericanas me parece que escribimos de la violencia sexual de otra manera, no necesariamente menos cruda, sólo... diferente), Balneario de Pilar Pedraza (España) me dejó medio aburrida y Paulina de Laura Ponce (Argentina) me pareció muy común, no malo, sólo..., quizá tenía más expectativas. Eso es mi culpa. Pero a pesar de todo, creo que es una compilación muy buena de las narrativas de lo insólito en español y que leer este libro ayuda a conocer un poco el panorama literario en el género. No sólo en la parte mal llamada "literatura femenina", como si lo que escriben las mujeres fuera cosa aparte y fuera menor a lo que escriben los escritoros, no, al género fantástico en general.

Gracias por leer la reseña y aguantarme hasta acá. Lean Insólitas.