Igual me siguen en twitter y saben qué series veo y mis obsesiones cuando las veo. Igual tienen la mala suerte de seguirme en Tumblr y sufrir en carne propia mis obsesiones y mi fangirlismo. Igual y no. Si me siguen y me prestan más atención que al promedio, sabrán que un día decidí ver The Musketeers porque estaba toda completa en Netflix latinoamérica y lo le había echado el ojo desde hace dos o tres años, cuando estaba terminando de ver la tercera temporada de Skins y tenía un crush muy fuerte con Freddie, interpretado por Luke Pasqualino... que en The Musketeers es D'Artagnan. Y pronto caí en la obsesión total y completa por la serie; tanto, que me fumé sus treinta capítulos en más o menos un fin de semana.
The Musketeers es una adaptación muy libre de la obra de Dumas. Tan libre que podríamos decir que es un fanfic, aunque conserva a los personajes casi intactos, algunos guiños y algunas tramas al libro original, además de que le da mucho más desarrollo a las mujeres de Dumas y aborda otros temas interesantes. Por lo mientras, aquí les van mis cinco razones para ver The Musketeers (que pueden o no pueden tener spoilers menores del libro).
1. Los mosqueteros son, de hecho, mejores personas de lo que recuerdo
Tengo en mi mente a los mosqueteros como buscapleitos al servicio del rey. Incluso en la versión para niños que leí hace mucho mucho mucho mucho tiempo, como en la página veinte más o menos, se ganan unas monedas por ganarle un duelo a la Guardia Roja del cardenal Richelieu cuando estos intentaron detenerlos porque estaban quebrantando la ley. Y lo festejan. No sé que tan acertada sea o no sea esa imagen, pero aquí de veras sentí que los mosqueteros ―los cuatro, D'Artagnan incluido― intentan ser buenas personas que buscan la justicia y hacer el bien aunque a veces les salga con las patas, al revés y acaben teniendo crisis existenciales porque por un lado esta su rey y por otro lado la población oprimida de Francia.
Me gusta esa parte de los mosqueteros. También la de buscapleitos retándose a duelo con un guardia rojo usando de arma un tenedor, pero sobre todo la de intentar ser buenas personas ―aunque fracasen mil veces― por proteger al débil y buscar justicia. Los mosqueteros de la serie tienen dilemas morales y contradicciones humanas. En los libros no recuerdo a D'Artagnan con demasiados escrúpulos a la hora de «seducir» a Milady o coquetear con Constance ―en la serie la verdad es que desde algún capítulo donde le brota el descaro... tampoco tiene muchos escrúpulos por meterse en la cama de una mujer casada―. O no recuerdo a Athos con un ápice de piedad por su esposa.
Lo que se mantiene de libro a serie es el sentimiento de hermandad que hay entre ellos. Ya saben, el que todas las adaptaciones han popularizado como «todos para uno, y uno para todos». Y es de las cosas más hermosas de la serie.
Y estos cuatro mosqueteros tienen además la virtud de estar de muy buen ver. Por si les interesa saber, Luke Pasqualino es D'Artagnan, Santiago Cabrera es Aramis, Howard Charles es Porthos y Tom Burke es Athos. (El más guapo es Cabrera, pero mi favorito es Athos por siempre, siendo ese arquetipo de personaje trágico).
2. La representación de las mujeres en la serie
Yo siempre soy una fijada que que quiere saber como están representadas las mujeres en los medios y la verdad es que The Musketeers hace muy buen trabajo con ello. Estamos en una época donde las Katniss Everdeen se volvieron la norma y las mujeres fuertes predominan por encima de las mujeres reales o interesantes. Por eso, la variedad de The Musketeers me resultó tan importante y, sobre todo, como se hace hincapié en que ellas viven en un mundo de hombres. Mi favorita es, por supuesto, Constace Bonacieux, la amada de D'Artagnan. Me encanta cómo le pide que le enseñe a disparar y a pelear con una espada mientras D'Artagnan se muestra sinceramente sorprendido de que una mujer quiera aprender eso. Hay por ahí una escena donde Constance le reclama que sea tan inconsciente al pedirle que deje a su marido porque no sabe lo que eso significa a una mujer en la época.
Milady, villana icónica de los tres mosqueteros, recibe un mejor trato en la serie. Al menos como personaje, porque yo no hubo momento en que no deseara acabar lo que había empezado Athos. «Mujer fuerte», quizá, pero definitivamente en un mundo de hombres, por y para hombres. La reina Anne, por supuesto, también es un buen personaje, aunque aquí debería decirles que encuentro muy difícil empatizar con la realeza en los trabajos de ficción. Quizá no sean del todo libres o no puedan amar a quien quieran, pero en cierto modo son privilegiados y cada que dicen algo así no dejo de pensar en la población que se les está muriendo de hambre (aunque Anne finalmente resulta con una consciencia social que quizá no solucionará los problemas, pero sí mejorará un poco la situación).
Uno de mis episodios favoritos es en donde sale Ninon de Larroque, imagen de arriba, todo a la derecha, que aboga por la educación de las mujeres. No les cuento más, porque el capítulo además se esfuerza por ser realista a la época y retratar los problemas de las mujeres. La siguiente es Sylvie, de la tercera temporada, que es pobre, refugiada y habla de la educación para los pobres y la igualdad de oportunidades (lo que más tarde llevaría a la revolución francesa que, lamentablemente, terminó con la burguesía en el poder y todo igual).
En fin, una visión realista de las mujeres, aunque sí con algunas licencias y definitivamente, mucha más variedad de la que estoy acostumbrada.
3. Se habla de esclavismo y, bajita la mano, de la cara fea de la monarquía
Una de las primeras cosas que notas es que Porthos tiene ascendencia negra. No es la primera vez que la BBC hace esto, en Merlin, Genevieve era de raza negra, pero ese detalle nunca se puso por explícito en la serie (lo que, a su modo, era maravilloso, porque ya que hablamos de mundos un poco fantásticos, ¿por qué no eliminas el racismo de un plumazo?). Pero con Porthos el tema sí que se trata y en uno de los primeros capítulos. No sé que tan bien o que tan mal visto estaba el esclavismo en la Francia del siglo XVII, pero, como Athos deja en claro: «es horrible, pero no es ilegal». Vamos, que podías ver mal a un vendedor de esclavos pero si lo llevabas al juez te iba a mirar con cara de que esa era una manera respetable de ganarse la vida. ¿Y saben qué es lo mejor? ¡Que no lo hace con la condescendencia de «que cosas tan feas tenían que vivir los negros, vamos a lamentarnos y a sentirnos culpables y luego a decir: ¡qué bueno que ya no pasa ahora» ni tampoco con la de «¡oh, miren, soy el hombre blanco que va a salvar el día!».
Musketeers toca el tema y también deja en claro el racismo latente en Francia. Según lo que dice la historia, no era raro encontrar mestizos, hijos de antiguos esclavos, etcétera. Aunque mucha gente se empeñe en quejarse porque... oigan, Porthos es negro.
También, a veces, cuando la serie tiene sus mejores momentos, muestra la cara fea del absolutismo. No la más fea, porque, ante todo, es una serie que deja muy bien parados a los reyes (para lo que los absolutistas se merecen, en realidad). La serie quizá podría haber ahondado más en eso, pero bueno, eso sólo es queja mía que quiero justicia en todo el mundo y esas cosas.
4. Los villanos son personajes interesantes
¿Nunca han oído de cómo los mosqueteros se tragaban el orgullo cuando había que trabajar con sus rivales? En especial el Cardenal Richelieu. De hecho, D'Artagnan y Rochefort llegaron a trabajar juntos. Las adapaciones más dulces del asunto suelen ignorar ese pequeño detalle, pero la serie no y eso es muy divertido, además de que permite que conozcamos a los villanos fuera de ese «soy muy malo, quiero muertos a los mosqueteros». Richelieu ama poderosamente a su país y no quiere nada más en este mundo que verlo triunfar por encima de España ―que, con sus colonias, en esos tiempos era una potencia―. Rochefort tiene intereses más egoístas y también más creepys, pero acaba dando lástima ―básicamente porque terminar odiándolo sería desperdiciar el tiempo, la verdad― y el marqués de Feron, bastardo del rey Henry, de hecho acaba cayéndote bien, a su manera. Hay más villanos, como Marchaux, líder de la guardia roja y Grimaud, oportunista al que de veras uno sí odia, pero mis preferidos son los de la imagen.
5. Nunca falta la acción ni el misterio (y sí, hay mosquetes)
No tengo mucho que decir sobre eso, no realmente. Es una serie con espadas y peleas coreografiadas preciosas, pistolas y, bastantes veces, mosquetes (aunque sí respeta el hecho de que los mosquetes eran armas muy peligrosas y no abusa de ellos). Es entretenido ver cómo disparan sabiendo que en cada pistola tienen sólo una carga, nada de vaciar las pistolas al más puro estilo serie gringa. Y bueno, para dejarlos con la curiosidad, alguien dijo que a veces los conflictos eran al más puro estilo serie policiaca, pero en el siglo XVII. Nunca me pareció así, pero entiendo por qué lo dice la gente.