Sinopsis: Ante la urgencia ética para enfrentar el acoso, Marta Lamas
realiza una profunda reflexión de las diferentes corrientes teóricas del
feminismo, así como de las actitudes sociales en relación a éste. La autora
busca, para ello, abrir el debate para definir aquellos actos que pueden ser
considerados como acoso, de otros que no lo son y que encaminan, por otro
lado, a la persecución y la difamación. En este proceso de crear una sociedad
más justa e igualitaria, es necesario reflexionar críticamente entorno a
aquellas prácticas que resultan emancipadoras, así como aquellas otras que son
más bien, un tropiezo.
Sí, bueno, esto no es una reseña. Si eso es lo que vienen buscando, quizá esta
no sea la entrada. Está es más bien una crítica donde voy a hacer papilla este
libro porque me pareció penoso y tendencioso. No se preocupen, tengo
argumentos para sostener todo mi desmadre. Empecemos con un poco de contexto.
Lo leí porque el FCE lo puso gratis durante quince días (calculo que lo van a
poner encontrar gratis todavía esta semana
acá) y siempre había tenido una curiosidad que rayaba en el morbo por leerlo. El
libro se escribió en al calor del movimiento mediático que fue el #MeToo en
Estados Unidos y que aquí se replicó de distintas maneras. Es muy obvio, el
propio libro lo menciona y de ahí obtiene sus ejemplos.
El siguiente contexto que necesitan: yo tengo desacuerdos teóricos muy cañones
con Marta Lamas. Dejémoslo en que considero que no existe emancipación posible
allá donde la sexualidad es una mercancía y quienes son explotadas por ello
(en su gran mayoría) son mujeres proletarias. No nos hagamos: la sexualidad es
una mercancía cuando no debería serlo.
No hay libertad allá donde todo se puede convertir en una operación
mercantil. En fin, sobre el tema tengo una lista de lecturas en
Sexualidad y capitalismo por si gustan checarla.
Ahora sí, ¿por dónde empezar con este libro? Creo que es un intento de Marta
Lamas de que nos hagamos la pregunta ¿todo es acoso? y de abogar por un debate
matizado. Excelentes intenciones de no ser porque este libro metió el
acelerador a fondo y se despeñó por la barranca (cosa que, sinceramente, no me
extraña en lo más mínimo). Muy bien, para hablar de acoso, de misoginia y de
machismo en México (o en cualquier parte) se me hace súper importante tener un
contexto y hablar dentro de él. La realidad del oriente medio no es la misma a
la de Europa y la de Europa no es la misma a la de América Latina y en América
Latina en cada país varía todo y en México una cosa es el contexto urbano y
otra el rural y una cosa es el contexto de la periferia y otra el del centro
de la ciudad. Por eso, cuando al principio del libro menciona que, aunque el
contexto violento y machista de México es escandaloso, quiere dejarlo de lado,
no pude evitar alzar una ceja. Porque sí, podemos analizar el #MeToo mil
veces, analizar qué mujeres son las que tienen más posibilidades de denunciar
públicamente (que no legal) a sus agresores, pero eso no quiere decir que
estemos hablando de algo que repercute en nuestra realidad.
Las actrices de Hollywood, fuera de tener la posibilidad de volver sus
denuncias mediáticas (para bien y para mal: se vuelven más visibles, pero el
escrutinio público es mucho mayor), no influyen realmente en la realidad de
las mujeres trabajadoras que sufren, también, acoso diariamente. Es más mediático, sí. Puede, en muchos casos, poner el tema del acoso
sexual en el centro de la mesa. ¿Ofrece soluciones? No realmente. ¿Por qué no
contextualizar en México y centrarnos en la lucha contra el acoso y el
machismo aquí?
Pero bueno, también da la impresión que Marta Lamas habla sólo de mujeres de
una clase muy particular, pero sobre eso más adelante.
Lamas hace una crítica a McKinnon y Dworkin, ambas feministas radicales
abolicionistas (McKinnon además, abogada, aunque tengo pendiente leerla) y
aunque si entiendo a done van las críticas, se me hacen mal enfocadas.
Preferiría ejecutar una crítica desde el marxismo (pero eso cuando hablemos de
ellas en el blog), pero bueno, lo que tenemos es la de Lamas, que insiste,
como muchas personas en este mundo, en hablar de
abolicionismo como puritanismo o prohibicionismo. Usualmente para
clarificar diferencias en torno a lo que distintos movimientos por la
liberación de la mujer tienen como visión respecto a la prostitución suelo
usar las explicaciones del informe Cumbia, Copeteo y Lágrimas, de Lohana Berkins (argentina, comunista). Son explicaciones super accesibles que se
encuentran en el libro que encuentran
acá.
Además me gusta ese material porque hace notar que es un debate mucho más
grande que la típica dicotomía liberación vs. puritanismo; de verdad,
si tienen oportunidad, chéquenlo.
Además que el abolicionismo y los temas en torno a la sexualidad no son
abordados de la misma manera dentro del feminismo radical y del marxismo. En fin, yo sólo dejo la pregunta de: ¿de verdad es posible la liberación
sexual en el capitalismo que la explota y la tiene como mercancía? Porque
digo, muchos y muchas parecen creer que sí (y, una pista: quienes aseguran que
sí con más vehemencia suelen ser aquellos y aquellas que se benefician de esa
explotación).
Bueno, pasando a otro punto: me parece lamentable que el libro esté lleno de
obviedades. En los capítulos introductorios hay demasiado énfasis en demostrar
que no todas las mujeres son víctimas de acoso (sí, okey, al definir acoso
según lo legal o según una serie de actitudes de una persona hacia otra, es
obvio que no todas en el mismo momento van a ser víctimas de acoso) y también
en reconocer que existen hombres que son víctimas (creo que nunca nadie lo ha
dudado) y que existen mujeres victimarias (de nuevo, las mujeres no son
tiernas y angelicales por ser mujeres y creerlo me resulta bastante misógino).
Sí, todas las mujeres (y todos los hombres, si es que por algún milagro del
señor en el que no creo necesito recalcarlo) vivimos en el machismo de una
sociedad de clases. Y sí, hay acoso. Mi pregunta aquí sería,
¿por qué la necesidad de recalcar que NO TODOS LOS HOMBRES? Además de
que me parece que muchas personas son capaces de entender una generalización,
¿cuál es el punto?
Porque para empezar me suena a esas cosas que dicen los libros y textos y la
gente que no quiere que otra gente que no sabe ni de feminismo ni de otros
movimientos de emancipación de la mujer se asuste, pero este libro no parece
estar dirigido a esas personas. En fin, eso son conjeturas. ¿Saben que sería
interesante? Contextualizar esas afirmaciones. Sí, sabemos que hay hombres
víctimas: ¿cuántos?, ¿en qué contextos?; lo mismo para las mujeres que son
victimarias. Pero si las estadísticas son complicadas para lo que es más
evidente (mujeres que son acosadas por hombres) y está de manera insultante
enfrente de nosotros, pues... bueno..., ya me imagino para lo demás.
Pero contextualizar eso se me hace tremendamente necesario. No son
fenómenos que se den de la misma manera. Y si el acoso ya varía de una región
a otra..., pues no podemos pretender de hablar de la experiencia de hombres y
mujeres de manera universal. (Digo, ya sólo empezando porque si el genero nos une, la clase bien que nos
separa).
Hay un capítulo dedicado al tema en Estados Unidos y en las universidades
donde entre otras cosas aboga por el debate matizado (sí, buena idea, ajá)
para después condenar al escrache "y otras acciones terroristas". No me lo
inventé, está en el libro. ¿NO HABLÁBAMOS DE MATIZAR EL DEBATE?
Ningún comentario más. Mi realidad no es EU y a mí me interesa este
tema en México. (Bueno, quizá que aunque es obvio que un comentario machista
al aire no es lo mismo que tocar a alguien sin consentimiento, no son acciones
que existan en contextos separados, todos son producto de las mismas
relaciones sociales).
Entonces, ¡por fin!, entramos a México. Sin son de México y son tuiteros,
seguro les suena el caso de Tamara de Anda (aka plaqueta). Lejos de mis
opiniones personajes sobre el caso (un taxista le grito guapa y creo que todos
entendemos que pa' qué chingados te gritan en la calle sin ir a cuento), me
sorprende que en una nota al pie de página Marta Lamas se pregunte si hubiera
sido diferente si hubiera sido blanco y güerito. El mismo argumento de los
machos del tuiter. Felicidades. (Y es que lejos de que a mí el sistema legal
de la burguesía me valga pitos con toda su larga historia de servirle a una
sola clase, qué son esas maneras de conjeturar sobre la incomodidad de las
mujeres). El segundo caso que menciona acaba peor. Con el contexto del MeToo
gringo y Karla Souza hablando de cómo fue acosada, habla de una denuncia
pública de Sofía Niño de Rivera hacia Ricardo Rocha. Dejando de lado mi
opinión personal sobre semejantes personajes (nada bueno, se los aseguro),
Marta Lamas añade que en la grabación se podía ver que era un gesto amistoso
(¿quién chingados juzga eso con objetividad? La idea de matizar un debate
también pasa por admitir que las mujeres se pueden sentir incómodas cuando
otras personas invaden su espacio personal sin venir al caso) y que, en todo
caso, lo más productivo hubiera sido que la acusaran de difamación para
esclarecer las cosas (WTF, en qué chingados ayuda la justicia aquí). Bueno,
son los dos grandes casos de los que habla. Mediáticos a más no poder,
el último que involucraba a gente de una muy específica esfera social...
¿Saben algo? México no es ni el mundo del espectáculo, ni los tuiteros.
Hablamos de acoso, pero sin hablar de lo que ocurre, ya sin salirnos mucho de
la CDMX, en la periferia (hablo del edomex porque de aquí soy), hablando de
mujeres con poder mediático,
ignorando que hay otras 40000 voces que no se escuchan. ¿Para qué o qué
hacerlo así?
Además, mil veces se ha dicho cuando se trata de exponer casos públicamente (y
no hay denuncias legales que en muchos casos no proceden) que lo que se busca
es hacer visible el problema; muchas veces se hace incluso de manera anónima
para todas las partes (otras no). Mil veces va a haber alguien que insista que
la única manera de arreglarlo es acudiendo a la justicia del Estado. Miren, no
juzgo a quienes creen en ella. Qué bueno. ¿Cuándo chingados le ha ayudado la
justicia del Estado a las mujeres del proletariado? ¡¿No es obvio por qué no
se acude a ella en estos casos?! ¡¿No podemos tener un sólo debate que no
acabe como única solución en reformar el sistema existente?! Bueno, ya me
adelante. Sigo.
Marta Lamas también pregunta que, si en un puesto de trabajo, es acoso cuando
un jefe pide favores sexuales a cambio de un ascenso, la mujer lo rechaza y
ahí queda la cosa (utópico lo último, considerando que lo que suele pasar
después es que hacen un infierno la vida de las mujeres hasta que renuncian o
las despiden, pero vamos a seguir en el escenario de Lamas).
Sí, siguiente pregunte. Bueno, matizando: si es o no es acoso sexual en
términos legales no quita que sea una acción de mierda que no DEBERÍA
(insisto, debería, pero ocurre) ocurrir. ¿Listo? Sigue Lamas: si la mujer acepta, ¿es acoso? Sí, siguiente pregunta.
Súbitamente el hecho de que haya mujeres que hagan cosas que nos parecen mal
en nuestra ética para vivir (sobrevivir) en el capitalismo parece que hace
válido que los hombres sean una mierda.
"¡PERO ES QUE HAY CONSENTIMIENTO!" ¿Y ESO BORRA EL CHANTAJE? (Por eso,
además de hablar de consentimiento,
es muy buena idea hablar de deseo y de que es un poco mierda que el sexo
sea una mercancía en el capitalismo y que no debería de ser, pero... oh... boy... así estamos). (Más tarde Lamas insiste en que
el quid pro quo en que las mujeres cambian su sexualidad por "ventajas" es
algo legítimo; no sé si crea que es una ventaja, pero no se queda lejos de
afirmarlo).
Pasando a otro tema, por ahí Lamas cita a dos hombres con el argumento de
demostrar que no sólo las mujeres están interesadas en esos temas. Sí, ya lo
sabíamos (o sea, existe Engels y El origen de la familia, la propiedad privada
y el estado nada más por poner un ejemplo que acabo de releer), ¿algún aporte
nuevo? El "aporte" que menciona Lamas se limita a decir que "los hombres
también sufren desventajas". ¿Suena ridículo? Es que lo es. No puedo agregar
nada. Para esos aportes (y sin tener un enfoque de clase), mejor nada.
En el epílogo, además, pone la tablita de los homicidios violentos en México y
afirma: "a los hombres los matan más que a las mujeres". Sí, cómo explico yo
esto: es obvio para cualquier persona con ojos que vea la tabla. Lo que
no es obvio es el contexto: ¿quiénes son los asesinos? (si se sabe), ¿en qué
circunstancias mueren unas y otros? (En México la delincuencia organizada
tiene mucho que ver con esto, la guerra fallida contra el narco, pero también
la violencia intrafamiliar, sexual, etc.). Porque afirmarlo así nada más
pues... qué chido.
Y luego decir que la sociedad no se escandaliza por la muerte de los
hombres... ¿hablamos de la burbuja de Marta Lamas o de qué?
¿De qué sector? ¿En qué país vive? ¿En cuál burbuja? (Porque resulta una
fantasía que a muchos les gusta la de que las mujeres sólo nos preocupamos por
el feminicidio, pero no sé a dónde están volteando, en serio, respóndanme; a
la gente que una cosa le vale madres, la otra también; y quienes protestan por
los feminicidios también se indignan con las olas de violencia).
En fin, el único punto medio interesante (y medio interesante es un halago) es
que Marta Lamas sí intenta hacer ver como el neoliberalismo usa sectores del
feminismo para justificar el punitivismo. No es una crítica que aterrice muy
bien (una lástima, porque ese sí es un tema interesante) y yo la hubiera
agarrado desde una perspectiva, qué se yo, marxista *shocking* pero bueno. Un
intento fue hecho (no funcionó).
En conclusión,
me parece un libro simplista, lleno de obviedades estúpidas para el público
al que "parece" estar dirigido, sin contextualización de nada (pero eso sí,
una tendencia tremenda a hablar de matizar el debate porque falta la
congruencia) y que parece hablar de mujeres y ejemplos que no son de mi clase.
Hay otros textos mejores que abordan la violencia y el acoso mucho mejor. Diría que este parece hecho para calmar a los hombres, pero para qué hacer
conjeturas cuando tengo argumentos más sólidos (¡¿EN DÓNDE METIERON EL
CONTEXTO?! LOS ACTOS DE VIOLENCIA NO OCURREN ASÍ NADA MÁS AISLADOS DE LA
SOCIEDAD). En fin, al final incluye un texto como anexo y... voy a dejar que
hable por sí sólo. Ni vale la pena que yo hable mal de esto:
Ahí la dejamos, ya ni para qué seguir. Sí les recomiendo ahorrarse este
libro.