Primer amor no tan amor
Este es un proyecto que vengo acariciando desde hace mucho. Hablar de mis amores platónicos, los no tan platónicos, los significativos, el desamor, lo que pudo ser y no fue… y todo eso. Así que aprovechando que estamos a 14 de febrero… empezaré con el primer amor no tan amor.
Yo tenía nueve y ocho años y era una cría de cabello enrulado a más no poder inocente que sabía que en secundaria había novios y que mis amigas estaban locas por el guapo del salón, pero que la cosa no pasaba de allí. (Dos años después, con once, un fic con un poquito de lime contribuyo a acabar con mi inocencia).
Él se llamaba Gustavo, tenía cara de chiste, y su mayor gracia era caminar como pato. Así que un día empezó a mandarme papelitos. Y papelitos. El punto es que en uno me preguntaba si quería ser su novia… y yo, de mensa, voy y le digo que sí.
Aunque ahora que lo pienso, éramos amigos, niños inocentes de esos que juegan a ser novios. Sin embargo, y me llamarán cursi, aún guaro gran parte de sus cartas (las de después de que me lo pidió en un papelito) y sus regalos. (EL papelito no lo guardo porque se nos perdió).
Me regaló una muñeca de pelo rosa que tengo en mi tocador, sentada junto a un mono francamente feo, pero que tiene corazones dibujados en los ojos… :D –da ternura, en serio- Y una carta metida en mi diario con un montón de faltas de ortografía que empieza con un “Andy, eres el sol que ilumina mis días” –o algo igualmente cursi, sólo que mal escrito- y termina con “Tu novio, Gus”.
En fin, éramos inocentes. A lo más que llegábamos era a mandarnos un montón de cartitas. Después, llegaron las vacaciones de verano y él no volvió a la escuela en Agosto. Y allí se acabó mi primer amor que ni siquiera fue amor. Después vienen las cosas serias y los amores platónicos.
Nea.
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